En esta Cuarta Transformación de la Nación, la elección, selección y designación de algunos funcionarios del entorno de procuración e impartición de justicia, viene condicionada por el escándalo y repudio de la sociedad. También está ceñida por la imposición de esas togas. Comparado con lo que acontece en otras naciones, donde se da cabal cumplimiento a ciertos protocolos, selecciones, aprobaciones, con frecuencia exámenes de ética y conocimientos, lo que acontece en nuestra República es indignante.
En opinión de la abogacía independiente, esas designaciones resultan ser un recurso político del absurdo. Substituir fiscales y ministros revestidos con togas de escándalo, deshonor e ignominia, las cuales se encuentran bordadas con ropajes de mediocridad o, a lo más, cubiertas con sedimentos de suciedad y sumadas con algunos vuelillos de desconocimiento e incultura jurídica, son las temidas obras artesanas de Andrés Manuel López Obrador, esas designaciones fueron efectuadas con deseos de entorpecer a la justicia.
Claro está que, como siempre, esas designaciones de lo “peor” van a acarrear consecuencias nefastas para el ámbito de procuración e impartición de justicia. En la actualidad resulta una moda en nuestra Nación que las imposiciones sean bendecidas por el Presidente Constitucional, vicario general castrense y opositor al Estado de Derecho. La indignidad de los seleccionados, la suciedad de sus togas, lo escaso de sus conocimientos, contribuyen de modo especial al esplendor de las ceremonias de imposición. Y de paso su presencia e historial atrae y adorna la protesta de la Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, A.C..
Pero ocurre que de acuerdo con la Constitución Política y sus leyes secundarias, a las que les compete calificar su actuar, a ellos los reprueba. Esas togas de ilicitud que, conmovidas por la ocurrencia de tan alto dignatario, olvidan que para ser fiscales o ministros se requiere dignidad, ello fue lo que olvidaron.
De esa forma han sido bendecidos Lenia Batres Guadarrama y Ulises Lara López, sin previa habilitación de conocimientos y esta ausencia constituye un defecto esencial de forma, que va a determinar, nada menos, el fracaso de la justicia que en su momento van a impartir y procurar.
Es cierto que, la abogacía independiente de la República, desde siempre y hasta este momento ha hecho esfuerzos por ennoblecer el entorno en el que se desenvuelve, pero a finales de ésta Cuarta Transformación de la Nación, ello sigue siendo imposible.
Es cuánto.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz
Presidente de la Academia de Derecho Penal
del Colegio Nacional de Abogados Foro de México.