DE FRENTE Y DE PERFIL
RAMÓN ZURITA SAHAGÚN
Con todo y la frecuencia con que se producen las masacres y se descubren las fosas clandestinas, ambas siguen sorprendiendo y horrorizando a la población.
Ya no son privativas de unas cuantas entidades, en las que los grupos delincuenciales acaparan gran parte de su territorio.
Son como la humedad y se van expandiendo por todo el país, avanzando a pasos agigantados, provocando el pánico en poblaciones de todo tipo. Grandes ciudades, poblaciones pequeñas, comunidades, hasta abarcar estados completos.
La autoridad es la última en enterarse y en ocasiones es señalada por su colusión con las bandas del crimen organizado.
Actúan en forma indistinta, cooptando a las autoridades o estas haciendo caso omiso de lo que sucede en su entorno, por lo que los criminales actúan sin grandes sobresaltos.
Si el gobierno local o estatal finge demencia o asume una posición de “valemadrismo”, la federal sigue la misma ruta y poco se conoce como el fondo del asunto.
La responsabilidad de los hechos delictivos se reparte entre los grupos criminales conocidos, pero en ocasiones se desconoce a las nuevas formaciones existentes.
México se encuentra inmerso en una ola delictiva que avanza como feroz mancha por todo el territorio y nos enseña las nuevas formas de operaciones del crimen organizado y no tanto.
Masacres hay con una inusual frecuencia (considerando que la estadística toma como tales a las que superan las cuatro personas asesinadas en una misma jornada) y se reproducen por áreas que se creían exentas de este terror.
Hay de todo, desde aquellas que quedaron en la mente de la población, la de San Fernando, Tamaulipas, pasando por la de Allende, Coahuila y otras de menor impacto, sin dejar de lado las de dos, una decena y menores de diez muertos.
No son nuevas las matanzas en bares, cantinas y centros nocturnos, sitios en los que se encuentran reunidas una buena cantidad de personas. ocasión que aprovechan los delincuentes para saldar o cobrar cuentas con sus adversarios y cada vez son más temerarias sus incursiones.
La cifra de muertos y desaparecidos es inmensa y cada día se suman más. Los desaparecidos son minimizados, argumentando diversas causas de su desaparición, aunque ahora con las sorprendentes técnicas que usan los delincuentes poco se podrá lograr la identificación de cuerpos.
El rancho de Teuchitlán, Jalisco es un ejemplo de la sofisticación a la que han llegado los grupos criminales, construyendo sus propios centros de exterminios, mediante hornos crematorios.
Se cree que 200 personas fueron asesinadas en ese espacio, por el número de pares de zapatos ahí encontrados, aunque hasta ahora hay poca información sobre el tema.
Lo que queda claro es que los colectivos de búsqueda de personas desaparecidas son la llave para detectar este tipo de sitios de exterminio y las tumbas clandestinas que por cientos se esparcen por todo el territorio nacional.
Valdría la pena que las autoridades los tomen en cuenta, los auxilien en sus búsquedas, les proporcionen ayuda y les den el crédito que les corresponde.
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Colima es una entidad en la que la disputa por el gobierno estatal tendrá gran interés. Gobernada por MORENA, panistas y priístas ven en 2027 una gran oportunidad de competir con éxito. Resulta atractiva para fines electorales la figura del recién reelecto rector de la Universidad Autónoma de Colima, Cristian Jorge Torres Ortiz, un personaje sin ligas con ningún partido político, pero reconocido por su trabajo. MORENA, PAN y PRI, lo ven como un futuro prospecto para las urnas. Hay que recordar que en Colima un exrector logró gobernar la entidad, Fernando Moreno Peña.
Email: ramonzurita44@hotmail.com
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