* El PRI sustituyó al Maximato, y al tricolor lo sustituye MORENA, con un reordenamiento de atribuciones al Poder Ejecutivo cuyo culmen atestiguamos este último primero de junio. La democracia, el proyecto de nación, continuarán como nuestros anhelos inalcanzables
Gregorio Ortega Molina
Tengo la certeza de que ninguno de los que nos consideramos mexicanos, sabemos lo que exactamente sucedió el último domingo, ni el tamaño de las consecuencias y extensión del tiempo en que pagaremos con nuestro día a día.
Hoy, el documento que parieron los constituyentes en 1917, nada contiene de su esencia republicana ni de lo que se buscó para construir una nación que olvidara sus descalabros y dejara atrás las cicatrices profundas heredadas del tratado Guadalupe Hidalgo, de la invasión a Veracruz, del resultado de un mestizaje que cotidianamente produce más dolor, por el trato que damos a los habitantes originarios: son sujetos ideales de la propaganda política.
Desconozco las razones por las cuales decidimos boicotearnos a nosotros mismos. Lo medianamente bien construido legal, jurídica y constitucionalmente, lo minimizamos y destruimos. Lo bien hecho, lo desacreditamos y lo transformamos en objetos de nuestra codicia y corrupción.
Los políticos mexicanos -administrativos, representantes populares, celosos vigilantes de los comicios y la transparencia, los integrantes del Poder Judicial Federal y en las entidades federativas- mueren por el poder salvo sus honrosas excepciones. Hubo empeño en corregir el ámbito y rumbo de la corrupción en el ejercicio del poder, se hicieron reformas, se aspiró a la verdadera separación de poderes, pero a nuestros prohombres la honestidad y la honradez se les convierten en una loza más pesada que la que El Pípila se echó a las espaldas.
El proyecto de Nación, la necesidad de reconstruir la patria y darnos una Constitución, en estricto sentido nunca se cumplió. Al SUFRAGIO EFECTIVO y la NO REELECCION se le sacó la vuelta de manera ingeniosa, porque la voracidad sin embozo le costó la vida a Álvaro Obregón, que perdió una mano en la lucha armada. Nuestros políticos se hicieron maestros en el arte de la simulación, salvo en las atribuciones sin medida del Poder Ejecutivo, fuente original del daño social y humano que se inflige a los mexicanos, todos, incluido Carlos Slim, que puede tener todo el dinero del mundo, pero no podrá ver a sus nietos a los ojos, y si su esposa regresara, se lo reclamaría, pues por esas mismas razones la mujer legal de Roberto Hernández le pidió el divorció, y en un lugar público, para que no montara una escena.
El PRI sustituyó al Maximato, y al tricolor lo sustituye MORENA, con un reordenamiento de atribuciones al Poder Ejecutivo cuyo culmen atestiguamos este último primero de junio. La democracia, el proyecto de nación, continuarán como nuestros anhelos inalcanzables.
Ahí están las cifras dadas por la doctora Sheinbaum Pardo, acudió a las urnas alrededor del 13 por ciento del padrón electoral de poco más de 90 millones de mexicanos. ¿Votó la mayoría? Es el absolutismo de la ignorancia y de los menos.
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