ÍNDICE POLÍTICO
FRANCISCO RODRÍGUEZ
Apenas llevaban siete días de refriegas mortales en Culiacán, cuando el mando militar de mayor rango en Sinaloa, Francisco Jesús Leana Ojeda, reconoció que volver a la paz no dependía de las fuerzas de seguridad sino de los grupos criminales. Han transcurrido ya nueve meses y los delincuentes aún no deciden cuando devolverán la tranquilidad a los sinaloenses.
Porque es cierto. Lo dicho entonces por el general refleja lo que sucede en todo México y en todos los ámbitos: Ya vivimos en un territorio ingobernable, en medio de la ley de la selva. Los mexicanos ya nos hicimos a la idea de que todas las cosas funcionan mal y que van para peor. Ya sabemos que eso que, ingenuos, todavía llamamos “gobierno” no gobierna.
Lo confirmamos a diario. Todos los días de nuestra existencia comprueban el vacío general de poder. Cada uno hace lo que quiere y no sufre consecuencias.
En los tres niveles de gobierno, la certeza sobre la existencia real del Estado ya no se puede confirmar.
En el Ejecutivo, para empezar. Durante una veintena de jornadas la CNTE secuestró a la capital nacional. La respuesta fue una oferta de diálogo que la disidencia quiso escalar hasta la Presidente Claudia Sheinbaum.
Y ella todo el tiempo confundió represión con contención. Los contribuyentes al erario, impedidos de llegar a sus labores no pedían que los granaderos –que oficialmente ya no existen– tundieran a los manifestantes a macanazos, simplemente que los cercaran, que los contuvieran para que hubiese un poco de normalidad.
Encerrada tras los gruesos muros de Palacio, la señora incentivó su propia ingobernabilidad. Su manifiesta incapacidad de servicio al “pueblo”, del que tanto habla y para el que poco hace. Dejó a la sociedad, como al país mismo, al garete.
Ensimismada en la obediencia a su progenitor político, malgastó su escaso capital político en la promoción de la reciente elección judicial que fue una pantomima. Vimos todavía más irigotes que comprobaron la inexistencia del Estado de Derecho…
… a partir de un capricho vengativo del Ejecutivo…
… la conformación abusiva del Legislativo…
… la aprobación de iniciativas al troche y moche…
… las tómbolas y otras pifias…
… hasta llegar a los acordeones y la descarada inducción del voto…
… lo que resultó en que los “elegidos” fueran los que un solo hombre seleccionó y una obediente mujer que cumplió sus deseos (des)organizó los comicios.
Ni fue un éxito, ni el “pueblo” lo pedía
¿Votó “el pueblo”? No. Sólo lo hizo López Obrador. Sus candidatos, los que él indujo en el acordeón, serán quienes conformen a un nuevo Poder Judicial, sometido a los antojos y gansteriles vendettas del tabasqueño y sus aliados criminales.
Abusó del poder que aún conserva y que la Presidente formal Claudia Sheinbaum a diario le acrecienta en este reino de la necesidad y del abandono.
Esa es la talacha cotidiana de todos los actores del obradorato: la competencia por demostrar que el cinismo, la codicia y la ignorancia son los que deben alentar el desempeño del gabinete, de los legisladores, de los gobernadores, de toda la mafia del chaleco guinda.
Morena, desfondado y sin objetivo preciso, es un vehículo para atizar la nada.
La falta de certeza y de seguridad, la misma que existe en el terreno de la vida cotidiana: en los negocios, en el ejercicio libre de las profesiones, en la libertad, en el orden, la convivencia, en la justicia, en el libre tránsito, en la limpieza de la autoridad, en la certeza sobre el mínimo respeto a las garantías fundamentales del ser humano en este territorio.
Lo que se conoció sobre los conceptos de gobernabilidad y coexistencia ya es un mito inexistente en todos los rincones del país. El veneno intravenoso de la corrupción hace efectos perniciosos y catatónicos.
Como el poder ya no se persigue, se lucha, se obtiene, se ejerce y se disfruta por la casta dirigente, ahora se arrebata y se asienta sobre la sevicia.
Violar la ley es la consigna gubernamental
Vivimos en carne propia los panoramas infernales pintados en alguna ocasión a mediados del siglo pasado por Curzio Malaparte, aquél mensajero de la desgracia que no abonaba un quinto sobre el futuro de la democracia, sobre las cenizas de la imprecación y del abuso, el profeta del fin de la estructura social conocida.
Decía el autor de La piel y de Kaputt, el último condotiero, el que mejor pintó al mercenario del poder que, gracias a esto, en el futuro posible no podría distinguirse al fascista del luchador social, que no tenía objeto un solo esfuerzo por cambiar, usted sabe. Era un nazi revestido de adalid.
No es posible desarrollar ninguna de las manifestaciones posibles sobre la existencia del respeto. El llamado poder, entendido por los actuales mandarines como la herramienta indispensable para su obsesión enfermiza de dinero, ha rebasado los márgenes de entendimiento y de convivencia. Violar la ley en perjuicio del ciudadano es la consigna gubernamental.
Paradójicamente, Morena alienta la desesperanza
Desaparecer todo rastro de palabra, de promesa, de futuro, por el ejercicio de la corrupción, la apariencia y la mentira, nos ha llevado a desconfiar de todo y de todos.
A pelearnos entre nosotros mismos por imponer el capricho, la voluntad y el dominio absurdo sobre la competencia del predominio sin sentido, sin brújula, sin destino.
El objetivo central del partido en el poder es destrozar la esperanza, demostrar en cada acto de autoridad que la participación electoral no lleva a ninguna parte, que es un camino en círculos redondos para regresar necesariamente a aceptar aquello que ya no queremos. A elegirlos por exclusión, a creer que no hay salvación posible.
Todos se aferran a la necesidad obtusa de permanecer. Los que están en el llamado poder que no sirve desean mantenerse para no ser enjuiciados por los que les sucedan, a costa de cualquier artimaña, de todo subterfugio, de toda violación. Saben que lo que les espera es un veredicto amargo y necesario. Sus actividades delictivas no merecen otra cosa.
La 4T nació para fracasar y decepcionar
El pueblo mexicano está dolido hasta la médula. No sólo tiene una idea sobre la nulidad e incapacidad supina de los cuatroteros, está reprimido y masacrado por sus procederes. Ya no cree en nadie. Y los seguidores de AMLO piensan que van por el buen camino, pues atizar su decepción es la mejor fórmula para provocar la apatía.
La economía, paralizada. La política, enconada. La sociedad, maltrecha y abusada. La cultura, ausente y relegada.
Es el mejor escenario para cualquier dictadura que desconfía del juicio de la participación ciudadana en las urnas, pues sabe de antemano que por esa vía será expulsada del poder y de sus zonas de confort del estropicio y la rapiña.
Son los rasgos de la nueva clase política, nacida para fracasar y decepcionar. Para la que la última ratio es el enriquecimiento violento y vertiginoso. A la que no le importa nada el reino de las leyes, el dominio de la sobrevivencia sobre la estulticia, del progreso sobre la depredación.
Indicios
Ver y callar. Eso es lo que, a final de cuentas, demandó este fin de semana la señora Sheinbaum a la misión de observadores que envió la OEA con motivo de la pantomima de elección de la semana anterior. Este fin de semana, en Morelos, dijo que “está bien, que opinen si fue pacífica, si no hubo problema, pero ahora ya quieren opinar sobre el sistema que decidieron los mexicanos para elegir a los miembros de la Corte, los magistrados y los jueces. No tienen atribución para ello, que la OEA opine cómo se desarrolló la elección, pero que se guarde, porque no está en sus estatutos, lo que significa la profunda reforma del Poder Judicial en nuestro país.” En otras palabras, en “el país más democrático del mundo” ella ejerce la censura. * * * Por hoy es todo de lo mucho que tenemos que comentar usted y yo. Reconozco que haya leído hasta aquí. Y como siempre, le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días!
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