Héctor Calderón Hallal
Aun tengo fresco el recuerdo de Lázaro Gambino, mi entonces joven compañero de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) campus Culiacán, en aquella ya lejana década de los noventa.
Quien llegaría a ser doctor en Derecho, Abogado General de la Universidad, Director de Recursos Humanos de la misma y Director del Instituto de Investigaciones Jurídicas de aquella universidad pública local, podría ser señalado por sus opositores de todo… menos de carecer de simpatía y desinhibición con cuanto ser humano tenía contacto… habría nacido para las relaciones públicas y para las campañas electorales… aunque no sé a ciencia cierta si para las formalidades del derecho… y menos para las que implican su enseñanza formal y seria. Yo mismo me constituí en su crítico, tiempo después de que él egresó, compitió y se convirtió en director de la Facultad, por la fuerza de los votos y la popularidad, como era y volverá a ser -trágicamente- en esa universidad… y no por la fuerza del prestigio en el aula y frente a grupo, como es de esperarse en una institución y en una contienda como tales.
Le reproché alguna vez en su campaña, el “eslogan” que usaba, inscrito en la más pura lógica del trato “bronco y simplón” de aquellas regiones del país: “¡Ay’ tamos compa!… ¿no?” … ese era su lema y su propuesta académica… no había más… así aparecía rotulada su propaganda… así se despedía, con ese cómodo “formulismo ranchero” , palmeando a cuanto compañero saludaba en los pasillos de la que es una de las facultades centenarias y más antiguas de la vieja casa rosalina, referencia de la educación superior en el noroeste de México.
Pero con su respuesta ante el reproche político que le hice, Lázaro me dio una gran lección… una gran enseñanza; de humildad, de armonía, de madurez cívica, de respeto y tolerancia hacia todas las formas de pensar como de proceder y, sobre todo… una gran lección de oficio político.
En esa ocasión, con una gran carcajada, Lazarito me abrazó lateralmente y me dijo al oído: “¡Pinchi Calderón, si somos compas ome! (…) además esto es lo que quiere la plebada, cabrón… necesito verme como el “Piporro” en campaña, en vez de verme como Diego Valadés o como Héctor Fix Zamudio… cero rollos ni formalidades”.
“¡Ah… ándale pues!… ¡Ay´ tamos!” me limité a decirle…
Aunque, vaya que revelaba mucha sabiduría e intuición mi amigo Lázaro Gambino desde entonces… porque tanto en la política a nivel universitario, como en todos los niveles, se ha impuesto la ausencia de formalidad y la oferta de ese persistente “pan y circo” entre los electores de cualquier proceso electoral, desde esas fechas.
Pero no entiendo en qué momento pudo haberse vinculado -tal y como se especula- a grupos del “lado oscuro del poder” en Sinaloa… es más no quisiera creerlo.
Estoy cierto de que fue un hombre noble, limpio de corazón y de espíritu.
Lo que sí, desde su época en el bachillerato y como líder que fue, participó siempre como promotor del grupo político hegemónico a inicios de los noventa en la UAS, el MASU-FAU famoso… y coincidió, que Lázaro llegó a ser consejero universitario desde entonces y hasta que finalizó su carrera, compitiendo por esa planilla, alineada políticamente a la corriente por la que llegaron a la rectoría Rubén Rocha Moya y Jorge Guevara Reynaga… sus primeros dos “padrinos políticos” en la grilla universitaria, por decirlo de algún modo.
Después, a inicios del nuevo siglo, en la primera década del 2 mil, una vez fuera de la rectoría Rubén Rocha y ante la fuerza inusitada que cobró la entonces recién creada planilla de Héctor Cuén Ojeda, que se volvió partido estatal después, (el PAS), Lázaro Gambino se vinculó de tiempo completo al proselitismo incondicional a favor de Héctor Cuén, con quien fue funcionario incluso en el Ayuntamiento de Culiacán cuando este fue su alcalde… por lo que se volvió un puente político -muy seguramente- entre los exrectores Rocha y Cuén.
En los últimos días, la sociedad sinaloense se ha enterado del deplorable homicidio del joven doctor en derecho, Lázaro Gambino, titular de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje de Sinaloa, verificado en el Estado de Jalisco, lo que nos conmueve al grueso de la comunidad universitaria y debería de constituir sin duda, un momento de quiebre de la sociedad sinaloense en su conjunto para con el actual gobierno de aquel Estado.
En otras épocas, esa comunidad de la UAS ya estuviera organizando manifestaciones cívicas, pletóricas de valor e indignación, para salir a las calles a demandar justicia por los cobardes asesinatos de esos dos destacados universitarios, cuyos crímenes están impunes.
Para reprocharle públicamente, a una administración que no tiene respuestas sobre el homicidio del exrector Cuén Ojeda … y a varios días del triste final de Lázaro Gambino, todo “pinta” para que reciba el mismo tratamiento… con un descomunal desinterés por encontrar y castigar a los responsables. Un gobierno que mucho menos tiene respuestas a tantos y tantos muertos como desaparecidos en lo que va de su administración… ni ante el enorme estado de descomposición social que vive esa entidad federativa.
Muy en ello, el gobernador actual, Rubén Rocha Moya, pretende erigirse con la “moralidad suficiente” para heredar a los sinaloenses, como en el -para ellos- ominoso pasado “prianista”, un gobernador de su propia corriente política… como si hubiera hecho bien la tarea hasta ahorita… como si su desempeño fuera impecable.
Más bien ha sido “implacable” … contra los que antes fueron los más onerosos bienes jurídicos tutelados de los sinaloenses: la vida, la integridad, la salud, la seguridad y el orden público… y hasta la economía.
Aún así, se advierte, Rocha Moya quiere “recetarnos” a los sinaloenses como eventual candidato de Morena a la gubernatura… y eventual gobernador, a sucederlo en el cargo, al senador Enrique Inzunza Cazarez, de magros resultados tanto en su tarea legislativa y como responsable de la gobernanza en el Estado, previamente a su función como senador, al inicio de la administración de Rocha Moya.
Inzunza, posee una especie de moralidad fingida y ha tratado de demostrar en los últimos días, que ya se encuentra en campaña abierta rumbo a la gubernatura de Sinaloa.
La cobarde eliminación de Lázaro Gambino, a quien últimamente se le ha señalado de estar emparentado políticamente con miembros prominentes del Cartel de Sinaloa (CDS), regresa abruptamente al senador Inzunza Cazarez a la realidad. Revelan lo que los medios aliados se empeñaban en ocultar: el gobierno de Rubén Rocha Moya y su brazo derecho, su proyecto predilecto para sucederlo, el senador Inzunza, podrían tener un probable vínculo con la delincuencia organizada.
En todo caso, tanto el hoy senador Inzunza -y antes secretario general de gobierno, como el gobernador Rocha Moya, sabían con quién compartían estructura.
Los sinaloenses esparcidos por todo el territorio nacional… y por todo el orbe, vemos hoy con tristeza que en algunos medios locales con alcance nacional, como lo es una tradicional cadena de diarios sinaloense, se publicita en portada la imagen y la “personalidad” del senador morenista Enrique Inzunza, como el “próximo salvador de Sinaloa”, en un desplante desesperado por “limpiarle el rostro” al candidato de Rocha Moya.
La misión es muy clara y común, en todos los pasillos de Palacio de Gobierno del Estado, dependencias oficiales y redacciones de medios afines, donde se ha recibido la tajante instrucción de “ponderar… de levantar el perfil del senador Enrique Inzunza”, a como dé lugar y al costo que sea… no obstante se trate de un individuo que carga con la mala fama de acosador, corrupto y manipulador.
Hay numerosas víctimas de su abuso en el poder… de sus actitudes que demandan que todos los actores políticos le rindan pleitesía, de lo contrario, sean borrados del mapa…
Y en tal virtud, fiscalías enteras se le alinean y las víctimas se callan… y a lo que ahora habría que sumar: medios afines le reconstruyen la historia y el rostro visible… o de plano pactan misteriosos y convenientes silencios.
Ahora sí, que para decirlo en el lenguaje de Rocha Moya… “¡Ahí ellos sabrán lo que hacen!”.
Porque ciertamente… los sinaloenses ya “tienen otros datos”.
Autor: Héctor Calderón Hallal
@CalderonHallal1;
fixiflaux99@gmail.com;
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