Luis Farías Mackey
Tres cosas sorprenden de las legiones de defensores de Adán Augusto en las redes: su nado sincronizado, lo vehemente de sus desgarres de vestiduras y lo pobre de sus argumentos. Elementos todos que, más que caracterizarlos, los explican.
Adán Augusto es un personaje anodino de segundo o tercer nivel del priísmo tabasqueño, hermanado con López Obrador, no en las lides políticas, sino en aprietos de naturaleza penal. Adán Augusto de familia adinerada y poder, López de origen modesto, pero ego delirante, mesiánico y, desde entonces, perseguido y escondido.
El problema de Adán Augusto fue originalmente local, de vieja data y por el control de Morena en Tabasco, donde muchos morenistas no lo consideran auténtico ni leal. Nadie contó, sin embargo, que el jefe de la XXX Zona Militar lo llevase a escala nacional. Sus razones, órdenes y estrategias tendrá.
No creo que ni en Tabasco haya quien defienda hoy a Adán Augusto, salvo sus compinches. Igual en Chiapas. No así en la arena de las redes, donde por lo visto, le sobran legiones de iletrados aguerridos, dispuestos a cargar las tintas de su morena pasión adancista.
El problema de estos fedayines cibernéticos es que, salvo su sueldo, no les han provisto de razones, argumentos y probanzas para batirse a muerte en tan desproporcionada como desahuciada tarea.
Adán, además de sus conocidas limitaciones, no es alguien que se afane por caer bien, hacer amigos, generar empatías, ser, al menos, considerado, respetuoso y dúctil. El apodo de “Patán Augusto”, ni es de a gratis ni es improcedente.
Pero el problema dejó de ser Adán y su fario hace ya varios días. El problema son los abismos a los que puede llevar a Morena en Tabasco, y las ramificaciones políticas, electorales, económicas y penales que pudiera irradiar a nivel nacional e internacional.
El factor y vertiente castrense son ingredientes picosos y cáusticos que sus defensores tienen instrucciones de no mencionar ni con el pétalo de un meme, pero que aparecen como elefante adentro de la lavadora en este enjuague de la ropa sucia guinda.
No soy quién para recomendar a sus defensores que actualicen sus no argumentos, tampoco para que cambien su fuga por una no tan gastada como García Luna y Calderón. Ya aburren.
Finalmente, me pregunto qué dirán sus esforzados defensores cuando se enteren que, quizás, la persecución del “hermano Adán” fue ordenada desde Palenque para que no le cargaran los asuntos, responsabilidades y relaciones de Hernández Requena a otro tabasqueño, militar éste -otra vez la veta castrense-, igual o más cercano a López Obrador, pero, parece, con más muertos en el closet que Adán, de nombre Audómaro.
Será que la salida del jefe de la XXX Zona Militar fue para mandar ese balón fuera de la cancha militar. ¡Chi lo sa!