Los señores jueces que fueron electos por voto popular, ahora sostienen como forma de pensar que tienen múltiples funciones en las que el conocimiento del Derecho tiene poco que ver.
Para esas togas de la Cuarta Transformación de la República, el cumplimiento de sus obligaciones es equivalente a denotar una enorme fidelidad al creador de ciertas “ocurrencias jurídicas”. Para ellos la mejor manera de impartir justicia es, sin duda, cumplir íntegramente la voluntad de quienes enaltecen de manera ferviente al tal Andrés Manuel López Obrador.
Esas togas de sometimiento e indignidad jamás sabrán distinguir entre aquellos enjuiciamientos en que sólo se trata de aplicar una disposición legal u otra y aquellos otros, en que el aspecto fundamental es el efectuar una valoración adecuada y acertada para poder apreciar legalmente si el hecho de aquella conducta desplegada incurre en una responsabilidad de naturaleza penal.
Para esos seleccionados por el partido político denominado Movimiento de Regeneración Nacional, las cuestiones jurídicas, hoy deben de quedar al margen, ya que, por encima de los conocimientos del derecho, deben de primar los conocimientos para seguir manteniendo en el poder a esos que pertenecen al movimiento de Andrés Manuel López Obrador. Para ellos la experiencia y el sentido jurídico ya nada tiene que ver con la impartición de justicia.
Debido a los caprichos de ese mal gobernante, esos votados hoy olvidaron que el juez debe de ser un experto en leyes para poder aplicarlas con pulcritud y si agregamos a ello el enorme pensamiento de un ilustre abogado penalista, Don Mariano Herrera y Aguilar, “lo que tiene que tener un juez es sentido común y si sabe algo de Derecho, mejor”, encontramos que muchos de aquellos electos no merecen ocupar ese sitial de juez.
La Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, se adhiere de forma rotunda a tan sabias expresiones de nuestro entrañable compañero de profesión.
En el orden penal, nuestros jueces de elección han emitido un sinfín de resoluciones, determinaciones y acuerdos que confrontan de manera directa a la ley, la mayoría de las veces esas togas de elección popular no dan un puntual seguimiento al conflicto o la litis planteada, por ello se corre el riesgo evidente de que nuestra impartición de justicia quede exterminada. Las nuevas exigencias contenidas en el pensar de esas togas votadas, han producido algunas naturales y graves consecuencias.
Los letrados que ahora imparten justicia sólo resuelven los litigios cuando obedecen a criterios de gusto y aprobación de la Cuarta Transformación de la República.
En cualquier caso, esos jueces de sorteo han terminado por no respetar la ley y ser absolutamente fieles a la sumisión. Existen múltiples ocasiones en las que en presencia de los justiciables y litigantes y previa constancia de la regularidad de la moneda, emiten de manera hipotética sus resoluciones lanzando la moneda al aire. El resultado es constitutivo de sus improvisadas argumentaciones judiciales, esa es su manera de impartir justicia.
Ya lo decía Francois Rabelais en 1547 en una de sus sátiras: “La justica es tan impredecible que los jueces pueden resolver las disputas, tirando al aire una moneda”.
Es cuánto.
Lic. Alberto Woolrich Ortiz.
Presidente de la Academia de Derecho Penal
del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, A.C..