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Los “apátridas” llamaban a la rebelión, pero los “patriotas” clamaban que expiró al nacer…

Redacción Por Redacción
22 noviembre, 2025
en Rodolfo Villarreal Ríos
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Rodolfo Villarreal Ríos

 

Esta semana, mientras observábamos como el otrora festejado aniversario de la Revolución Mexicana se perdía entre “el buen fin”, un “puente vacacional”, una marcha de “bots” (¡!)  que terminó entre toletazos, gases lacrimógenos, presos políticos, y una “celebración” descafeinada. En medio de todo ello, quedó patente lo que algunos se niegan a aceptar, los actuales descienden directamente de josefo el georgiano. Pero, como lo nuestro es la historia, no pudimos sustraernos a dar una vuelta por lo que la prensa publicaba hace 115 años.

Entonces, las aguas en el país estaban muy revueltas. El héroe de la paz, el presidente Díaz Mori, no quiso percatarse de que le había sobrado esa reelección última. La obra material ahí estaba, nadie podía negarla. Ni tampoco que se hubiera generado crecimiento económico. Pero hubo algo que olvidó, considerar que gobernar implica desarrollo económico y repartir para todos, no solamente para un grupo. En eso, iba implícito que entre los excluidos estaban quienes llevaban años esperando cobrar la cuenta pendiente que el caudillo tenía con ellos desde el 8 de julio de 1867. En el contexto de todo lo anterior, veamos cuales eran las notas y opiniones que ocupaban los espacios periodísticos entre el 19 y el 22 de noviembre de 1910.

El 19 de noviembre, en el semanario Regeneración, Ricardo Flores Magón escribía un artículo titulado “Revolución”. Entre otras cosas enfatizaba: “¿Quienes temen a la Revolución? Los mismos que la han provocado; los que con su opresión o su explotación sobre las masas populares han hecho que la desesperación se apodere de las víctimas de sus infamias; los que con la injusticia y la rapiña han sublevado las coincidencias y han hecho palidecer de indignación a los hombres honrados de la Tierra…”. Si lo hubiese publicado en estos días, seguramente formaría parte de una conspiración internacional de la derecha. Ese texto era una excepción. Entonces, ya existían quienes seguían un guión similar al de ahora.

El día 19, en New York, ante las notas alarmantes publicadas sobre la situación en México, el corresponsal del periódico católico, El País, acataba lo dispuesto por su director, Trinidad Sánchez Santos, y señalaba que “cumpliendo con las instrucciones que recibí…envié hoy una nota circulatoria a todos los periódicos de esta metrópoli, desmintiendo las noticias exageradas que publican respecto a los asuntos de México”. Les hacía “saber que…no es exacto que la República [Mexicana] se encuentre en un estado de anarquía tremendo, que tampoco ha estallado la revolución en México y procura dar seguridades a los americanos que no se repetirán escenas escandalosas con aquellos…”. No obstante, en New York, “los periódicos insisten, sin embargo, en asegurar que hay grandes temores de revolución en México”. Ayer, al igual que hoy, a la prensa estadunidense hay que desmentirla dada su propensión a pintar escenarios catastróficos acerca de la situación en México.

El domingo 20 de noviembre, otro semanario, El Heraldo, editado en Zamora, Michoacán, publicó una nota “Conducta antipatriótica del partido de oposición”. Se mencionaba que “varios periódicos de la ciudad de México dan cuenta a sus lectores de un miserable complot fraguado por el partido que desde las ultimas elecciones se opuso por los medios posibles a la reelección, con el fin enteramente reprobado por el sentimiento general de la Nación de buscar la antipatriótica realización de sus fines mediante una revuelta; y como no faltan hombres sedientos de ambición y de esos que se venden a vil precio, parece que algo se tenía fraguado que aconteciera en estos días”. Enronces, al igual que ahora, ya se había “… dicho por la prensa honrada, en mil tonos, que la época de las revoluciones políticas del pasado nuestro ha pasado a la historia y que el buen juicio del pueblo mexicano rechazará cualquier intento de sedición y cualquier movimiento revolucionario, viendo con desprecio habitual a los agitadores que carecen de prestigio y que debe creérseles que son capaces de conservarse siempre anónimos…”. Este texto añejo, agradaría a los del presente con una salvedad.

En la misma pieza, se apuntaba que “por fortuna para Michoacán, en esta época ha dado indiscutibles muestras su patriota y noble pueblo, de que sólo quiere la paz y de que está conforme con el orden de cosas que impera en la marcha de la administración pública…”. La parte primera del enunciado sigue prevaleciendo en el tiempo, las 18 últimas palabras nada tienen que ver con lo acontecido en nuestros días.

Mientras aquello se publicaba, en El Indio, sitio cercano a Eagle Pass, Texas, Francisco Ygnacio Madero González (así, con Y, aparece en su registro de nacimiento) y un grupo reducido esperaban que les avisaran la llegada de su tío, Catarino Benavides, acompañado de un montón de hombres armados para proceder al asalto de Ciudad Porfirio Díaz (Piedras Negras, Coahuila). Sin embargo, cuando el aguardado arribó, no lo acompañaban más de diez hombres. Así, ni para que cruzar El Bravo. Había que esperar otra ocasión, mientras tanto a regresar a San Antonio, Texas. En ese contexto, se desataron rumores y acciones concretas que dieron pie a notas diversas.

Para el día 21, otro diario católico, El Tiempo, proveía su versión acerca de cómo inició el movimiento armado. Su director, Victoriano Agüeros Delgado, colocaba como nota principal: “Circulan alarmantísimos rumores, no confirmados, de que en casi todo el país estalló la revolución”. Para recubrirse, sin embargo, señalaba que “probablemente el gobierno ha establecido la censura previa porque los hilos telegráficos de la república no transmiten noticias. Las que nos llegan proceden de los Estados Unidos y son las mismas que publican los periódicos de allá”. Ha transcurrido un siglo y tres lustros y seguimos en las mismas; en nuestros días, para obtener noticias verídicas de lo que sucede en el país tenemos que recurrir a lo que se publica en el extranjero. En ese contexto, El Tiempo daba cuenta del asesinato de Aquiles Serdán en Puebla y de que en Orizaba “se han levantado en armas los obreros de un importante centro fabril…La Secretaría de Guerra ha enviado fuerzas a la localidad del enfrentamiento”.  Asimismo, informaba que “en Zacatecas hubo un encuentro entre los revolucionarios y las fuerzas del gobierno”.

Por su parte, El País le entraba a las “fake news”. Reproducía una nota originada, supuestamente, en Galveston, Texas. En ella, se aseguraba que, en una entrevista a Madero, éste “declaró que es simplemente ajeno al plan fraguado en contra del gobierno mexicano; pero que él no ha podido evitarlo y que con objeto de evitar una persecución…”. Asimismo, le atribuían decir que “es absolutamente inexacto que él haya hecho proclamas sediciosas, ni preparado a la revuelta a un número de hombres; pero afirma que tiene noticias de que la revolución estallará de un momento a otro…Hizo saber que los revolucionarios cuentan con mucho dinero, y dio a entender que tendrán todo el que necesiten para un movimiento de la naturaleza del proyectado”. Vaya nota carente de solidez al igual que el rigor periodístico de El País que tras de reproducirla, anexaba un mensaje en el cual indicaba: “Es inexplicable que el señor Madero haya manifestado ser extraño a la conspiración fallida, cuando los documentos encontrados a las personas comprometidas fueron firmados por él. Hasta el momento la verdad legal es que el señor Madero ha sido la cabeza del complot que abortó”. Santa curada en salud, difundían una mentira y luego afirmaban no creerla mientras lo acusaban de embustero. La moral doble de quienes buscan no caer en pecado y les vayan a incrementaran la penitencia dominical.

En medio de toda aquella vorágine de noticias, no podía faltar la opinión del abuelo de su nieto, Ireneo Paz Flores quien, en La Patria, escribía una editorial titulada: “Deben desterrarse del país los movimientos a mano armada”. La pieza, digna de cualquier pluma bien aceitada de las de ahora,  iniciaba: “Suponemos que existe un grupo más o menos numeroso de ciudadanos mexicanos que no están contentos con la marcha políticas de los poderes públicos; que consideran que fueron vencidos en mala ley durante las elecciones de junio y julio; que la decepción que sufrieron al no alcanzar los resultados que se esperaban en sus trabajos emprendidos y desarrollado pacíficamente, los haya exasperado; y que por último, las prisiones y el ostracismo de algunos corifeos los haga buscar cualquier salida, aunque sea la de la violencia, y que embebidos en esta idea pregunten a los que reprueban su procedimiento: ¿Cuál es pues el remedio que nos queda? ¿Qué tenemos menos nosotros que no podamos hacer lo que otros hicieron? ¿Por qué hemos de permanecer con los brazos cruzados y resignarnos al papel de víctimas, y no hemos de defender en cualquier terreno nuestras opiniones?” Dado que la pluma de Ireneo estaba pletórica de aceite, vaya usted a saber quién del régimen se lo había surtido, procedió a emitir consejos para los inquietos.

Indicó que “el remedio que tienen los que son derrotados en la política, es seguir trabajando pacíficamente para ganarse la opinión… ¿Qué cómo se gana la opinión?  La opinión se gana con una buena prensa, con los clubs, con los discursos patrióticos y con un buen programa de principios formado por un partido serio, fuerte y bien organizado, quedando desechados dentro de él los personalismos…Nada es más fácil que formar un gran partido que sea popular, si a su frente se coloca un grupo de hombres de fibra, honrados y amantes de su patria que trabajen por el bienestar y las libertades de ésta, y no por su medro personal. Un partido así, dentro de la ley y que reclame sólo el cumplimiento de la ley constitucional…” Solamente, le faltó recomendar: muchachos, sean virtuosos.

En lugar de lo anterior, les restregó que no tenían a nadie que pudiera equipararse con el señor presidente o “que sería un milagro que hubiera alguno que contara con el apoyo de la Nación”. Acto seguido, procedía a resaltar que “…el peor remedio que se puede buscar… es el de las armas que hoy resulta antipatriótico y criminal”. Y en ese ayer con ecos de hoy, así a la inversa, Paz clamaba con el pecho henchido de patriotismo: “En otras veces no había los grandes intereses de extranjeros que hoy hay en la República y que pueden resultar perjudicados poniendo en peligro nuestra propia independencia. Si otra invasión viniera por esa causa a encontrarnos divididos, sería el acabose para los Estados Unidos Mexicanos…” Si viviera en estos tiempos, ya lo hubieran reclutado para defenderlos. Pero aquel quien fuera rebelde ante el estadista Juárez García y sumiso ante el presidente Díaz Mori no era el único que contaba con una pluma bien aceitada

El día 22, en La Iberia su director, Alberto Beteta, aseguraba que “el complot revolucionario de Madero ha fracasado”. Acto seguido procedía a emitir su perspectiva.  En la capital todo era paz, salvo “un individuo que fue detenido por haber lanzado gritos subversivos…tal vez excitado por el alcohol”.  Asimismo, “los alarmistas propalaron diversos rumores, todos carentes de fundamento. Los habitantes de la capital están tranquilos porque abrigan la creencia de que el movimiento general abortó por completo”. Pero como nunca han de faltar los necios, Beteta aseguraba que “es de temerse que se registren algunos desordenes aislados, pero las autoridades lo tienen previsto todo, y en un caso dado, sin grandes esfuerzos, reprimirlos”. Sin embargo, era necesario reafirmar su condición de leal al presidente.

En ese contexto, en La Iberia, se afirmaba que “un grupo de sediciosos trató de soliviantar a los obreros en Río Blanco, pero estos no los siguieron. Algunos piquetes de rurales fueron suficientes para dispersar a los revoltosos que no se atrevieron a ofrecer campaña formal. En Puebla hubo un pequeño escándalo, provocado por cinco o seis ebrios que fueron detenidos”. Acorde a esta persona, todo se limitaba a un asunto de borrachos. Seguramente, Aquiles Serdán murió por beberse una copa en la que se mezcló alcohol con plomo. Por otra parte, en “San Luis Potosí fueron fijadas en las esquinas algunas proclamas para la revolución escritas con lápiz. La policía las retiró y está sobre la pista de sus autores. En Pachuca, que era uno de los focos revolucionarios, no se ha registrado nada anormal. En Guadalajara, se dictaron varias disposiciones encaminadas a impedir desordenes, y entre una de ellas que se prohíbe que se formen grupos de más de cinco personas y que se estacionen en las calles”. En eso de percibir que nada sucedía, Beteta tenía compañía.

Desde un día antes, el 21, El Heraldo Mexicano dio voz al ministro de guerra y marina, Manuel González Cossío, quien dijo: “Fue una revolución de mentiras”. Acto seguido, aseguraba que Orizaba y Río Blanco estaban en perfecta calma.  Que los rumores de levantamientos en Guerrero y Zacatecas eran falsos, así como un supuesto motín de fuerzas federales en Guadalajara. Y sin empacho alguno aseguraba que “Puebla está en la más completa tranquilidad”. Pero como al asunto de la conspiración había que meterle drama para lucir mas “patriotas”, El Heraldo Mexicano procedió a publicar una trama según la cual tras de cateos diversos en la ciudad de México, se descubrió que “los revoltosos habían resuelto, asaltar las casas del vicepresidente, Ramón Corral Verdugo, de uno de los “Científicos” notables, Rosendo Pineda (su apellido paterno era Delarbre, pero por ser hijo natural se quedó con el de la madre), de los abogados, los hermanos Pablo y Miguel Macedo y González Saravia, así como la de los directivos del diario El Debate, Guillermo Pous y Luis Del Toro. Ellos serían asesinados y colgados en los alambres de la luz eléctrica. Suerte similar correría el ministro de relaciones exteriores, José Enrique Clay Ramón de Jesús Creel Cuilty, excepto que no sería colgado. A la nota aún le faltaba dramatismo y en ese sentido mencionaba que el director de El Imparcial, Rafael Reyes Espindola, también sería ejecutado A éste, Pous y Del Toro, la lengua les seria cercenada para colocarlas en una caja y enviarlas como ofrenda a Madero. La ética periodística se había quedado arrumbada entre los trebejos, lo importante era pintar a quienes no comulgaban con el régimen como viles chacales. Después de todo, nunca faltarían “patriotas” que les compraran esas falacias

Si nos atenemos a las notas que hemos revisado, lo que los diarios vendían a sus lectores era que, el país estaba en santa paz y solamente los “apátridas” podía argüir que un movimiento armado estaba en marcha. En ese contexto, el día 22, en El Tiempo, Agüeros se ponía a escoger notas provenientes de los Estados Unidos en donde lo mismo se especulaba que el paradero de Madero era desconocido, que ya había entrado a Mexico o que agentes afines a él estaban por venir a nuestro país “para cuidar los intereses de la revolución”. Enfatizaba que las tropas estadunidenses estacionadas en la frontera recibieron ordenes de no dejar pasar al coahuilense a Mexico. La certeza de ese católico ferviente, don Victoriano, lo llevaba a afirmar que “el gobierno ha sofocado el movimiento. Sin embargo, en el rescoldo aún hay brazas”. Con base en ello, la nota se tituló: “La Revolución expiró al nacer”.

A pesar del aceite derramado para obtener notas amables, no sabemos si con su aval o no, el presidente Díaz Mori se percató, cuatro meses después, de que aquello no tenia remedio y si quería que su obra prevaleciera, era necesario pactar. En consecuencia, en marzo de 1911, envió a New York al ministro de hacienda, Limantour Marquet y al embajador en Washington, León De La Barra y Quijano, a entrevistarse con Francisco Indalecio Madero Hernández y Gustavo Adolfo Madero González y acordar una transición pactada. Una vez establecido el trato, dos meses más tarde, el héroe del 2 de abril renunció y se fue. Todo transcurría conforme a lo establecido hasta que plena de apetitos políticos la curia católica metió su cuchara e impulso a su criatura, Victoriano Huerta, para que cometiera el crimen y volvieran a abrirse los cauces de la revuelta generalizada. El resultado de aquella “Revolución que expiró al nacer” vino a darnos un par de estadistas, Venustiano Carranza Garza y Plutarco Elías Calles Campuzano, a la vez que descubrió que el otrora cultivador de garbanzos era, en realidad, un genio militar, Álvaro Obregón Salido.

Así, de esa ““Revolución que expiró al nacer”, según una pluma bien aceitada, surgió el Estado Mexicano Moderno, al amparo del cual el país creció y se desarrolló; se crearon instituciones de todo tipo, surgió la clase media y sí, no todos los problemas fueron resueltos. Ya sabemos que hoy es fácil espetar que durante el tiempo en que ejercieron el mando los gobiernos surgidos de aquel movimiento social todo fue negativo. Por supuesto que aceptamos que se cometieron muchos errores, pero los aciertos los superaron con creces. Tuvimos presidentes excelentes, buenos, un sobrevaluado, regulares, malos y malísimos. Pero, sin temor a equivocarnos, podemos afirmar que la actuación de cualquiera de ellos supera por mucho a la de los cinco que llevamos durante el Siglo XXI.  Y esto no es un asunto de apátridas y patriotas. ¿Usted, lector amable, coincide con nuestra perspectiva? vimarisch53@hotmail.com

Añadido (25.48.168) ¿Qué tal si las leyendas antisemíticas fueron pintadas, atendiendo instrucciones de sus patrocinadores, por quienes la prensa identifica como los cuervos del bienestar (Ramón Alberto Garza dixit) o miembros del bloque negro?

Añadido (25.48.169) ¿Desde cuándo sentar las bases para la destrucción de un país es motivo para que se otorgue un doctorado honoris causa? ¿Acaso tiene otro mérito la ciudadana Michelle Bachelete? Si alguien lo encuentra, favor de avisar a los chilenos que hoy, como consecuencia de las políticas desacertadas implantadas durante su gobierno, reforzadas por Boric, no tienen otra opción sino voltear hacia la derecha.

Añadido (25.48.170) Un gran jurado en Miami acusó a la representante afroamericana, Sheila Cherfilus-McCormick, Demócrata por Florida, de presuntamente robar cinco millones de dólares destinados para atender desastres y destinarlos para financiar su campaña política. Si la encuentran culpable podría pasar 53 años de vacaciones todo incluido. Vaya que son delicaditos al norte de El Bravo, por tan poco y se alarman. Deberían de aprender de los de acá de este lado, son capaces de desaparecer miles de millones de dólares para campañas políticas y sostener un nivel de vida fifí y ni quien los toque, continúan en calidad de próceres.

Añadido (25.48.171) Ante el quincuagésimo aniversario de la transición democrática en España, todos recuerdan al rey Juan Carlos de Borbón y a Adolfo Suárez González, pero olvidan a un tercero, el cerebro de todo el andamiaje, el abogado Torcuato Fernández-Miranda.

Añadido (25.48.172) Los ratoncitos verdes y su amaestrador salieron muy enojaditos del estadio en Torreón porque los aficionados los abuchearon. ¿Pues que esperaban a cambio de la misma basura que ofrecen en cada actuación?

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