Ricardo Del Muro / Austral
El expresidente Andrés Manuel López Obrador reapareció el pasado domingo para anunciar la publicación de su nuevo libro Grandeza. El político tabasqueño, que dejó el gobierno en octubre de 2024, ha publicado en sus redes sociales un video en que cuenta que tras su retiro de la política ha dedicado los últimos meses a escribir el texto que publicará en los próximos días la editorial Planeta.
La noticia acaparó las páginas dominicales no sólo de los principales diarios mexicanos sino que también ha trascendido a la prensa internacional. El periódico El País, por ejemplo, destacó que López Obrador en su nuevo libro aborda la riqueza cultural de México desde la perspectiva indígena, además de resaltar que en su mensaje mencionó que le “gustaría que lo leyeran los españoles”.
Por su parte, El Universal señaló que en su reaparición, López Obrador reafirmó su respaldo a Claudia Sheinbaum y se lanzó contra los medios de comunicación al señalar que “no hay que hacerle sombra a nuestra Presidenta”, mientras que La Jornada destacó que el expresidente no tiene intención de volver a la política pero que “saldría a la calle” sólo por tres razones: Defender la democracia, a la Presidenta y a la soberanía nacional.
La reaparición pública de López Obrador, a través de un video en redes sociales, vuelve a colocar al expresidente en el centro del debate político justo cuando el gobierno de la Presidenta Sheinbaum intenta consolidar su propio estilo y margen de maniobra.
La difusión del video, como era previsible, ya generó reacciones en la prensa y augura una semana de críticas intensas y respuestas airadas por parte de los grupos opositores. Para estos sectores, la advertencia de “salir a la calle” será leída como un recordatorio de poder y una insinuación de que el expresidente sigue dispuesto a intervenir en momentos clave.
En un país donde la división política se ha profundizado y donde cada gesto se interpreta como parte de una estrategia mayor, la reaparición de López Obrador confirma que su figura continúa siendo un factor determinante para la vida pública, incluso cuando afirma que ya no lo es.
El impacto comunicativo no es menor. Aunque se describe a sí mismo como retirado, López Obrador envía una señal de vigencia y presencia simbólica en el tablero político. Al hacerlo, inevitablemente desplaza parte de la atención que debería centrarse en la administración de Sheinbaum, cuya legitimidad y autonomía siguen siendo temas de debate dentro y fuera del oficialismo.
La sincronía entre la promoción del libro y la reafirmación de su respaldo presidencial refuerza la idea de que el expresidente continúa ejerciendo influencia, incluso desde la narrativa de su propio retiro.
Es previsble que López Obrador acapare la agenda política de la semana que inicia este lunes. Su repentina aparición y su mensaje es suficiente para generar un amplio debate entre políticos y articulistas. Y su libro, obviamente, generará curiosidad entre algunos lectores para ver qué dice, a quién critica y a quién apoya, además de algún mensaje cifrado entrelíneas.
Otros expresidentes, es cierto, han publicado libros tras terminar su sexenio. Carlos Salinas de Gortari, por ejemplo, publicó México: Un paso difícil a la modernidad” (2000), donde intentar justificar su gobierno; La década perdida: 1995 – 2006. Neoliberalismo y populismo en México (2008), donde critica a las administraciones posteriores y Democracia republicana: Ni Estado ni mercado, una alternativa ciudadana (2010), donde comparte sus reflexiones sobre el modelo político-económico.
Vicente Fox publicó su autobiografía A los Pinos en 1999 y más tarde La revolución de la esperanza junto con Rob Allyn. Felipe Calderón Hinojosa — como ex presidente dejó libros como El hijo desobediente. Notas en campaña (2006) y Los retos que enfrentamos (2015), y Ernesto Zedillo ha publicado por lo menos dos libros sobre la globalización, además de artículos periodísticos o entrevistas, como la publicada recientemente en Nexos, donde criticó las reformas del gobierno morenista y advirtió riegos para la democracia mexicana.
No se trata de best sellers, por supuesto, pero la aparición de cada uno de estos libros en su momento generó controversia y, aunque de manera fugaz, nuevamente atrajo los reflectores hacia los expresidentes. Por lo demás, son libros que terminan arrumbados o quedan como referencias para algunos historiadores de la política mexicana. Allí está, como ejemplo, la bibliografía de José López Portillo: Mis tiempos (1988), además de Don Q y Quetzalcóatl, porque este expresidente también se veía a sí mismo como filósofo e historiador defensor de las culturas autoctónas. RDM
