A Juan Villoro, en este sentido trance. Abrazo.
De la industria de la construcción y algunas consecuencias.
Bill Bryson en su esplendida obra “One Summer in América, 1927” (Un Verano en América), narra con acuciosidad el impacto de la construcción o reconstrucción de 5 mil rascacielos, durante la década de 1920 a 1929, en los Estados Unidos de Norteamérica.
Incluso, acusa a este frenetismo como la causa principal de famoso “Crash” o crisis financiera de 1929, conocido como; “La Gran Depresión”, por los créditos en exceso otorgados a los constructores.
Solamente en 1926 se construyeron más de un millar de estos. La pequeña ciudad de Beaumont en Texas contaba con más rascacielos que Londres o Paris (De acuerdo al censo del 2010 cuenta con 118 mil habitantes, la cifra, a modo referencia)
Nueva York en esa época era el líder a nivel nacional con más de 2500 rascacielos. El impacto de las construcciones también modificó la forma de vida de los neoyorquinos y los habitantes de los suburbios, lo mismo que al sistema de trasportación urbano, que se multiplicó y perfecciono.
Generó cientos de miles de empleos, los fabricantes de materiales de construcción incrementaron su capacidad productiva como nunca, el florecimiento de cafés, bares, restaurantes tipo “Dinners” (Antecedente a los establecimientos de comida rápida) cambiaron costumbres y tradiciones, pero más que todo, la economía se desarrolló vertiginosamente en una década, impactando a casi todas las actividades económicas del país en mayor o menor grado.
En 1927, llegaban a Manhattan más de tres millones de commuters, personas que viajan diariamente desde sus hogares al trabajo o a realizar actividades diversas, en una cuadra transitaban durante el día más de 50 mil personas. (Hoy, diario, arriban a Manhattan por el tren subterráneo 4 millones de personas y, se estima en 7 millones el número total de visitantes por diversos modos de transportación)
Recordemos que la pasada crisis financiera del 2007 tuvo su origen, precisamente por la burbuja que generó el otorgamiento de créditos, a diestra y siniestra, para la adquisiciones de bienes inmuebles, el alza repentina de los intereses a las hipotecas, sumadas a préstamos a sujetos con pasado crediticio dudoso, además, del efecto de los bonos chatarra, pusieron en jaque a la economía más grande del mundo.
México padece en mucho menor escala del mismo fenómeno, cuando debiera ser lo contrario, un mercado boyante para una población creciente que exige techo digno, acaso será, como me comentó un experto que comparó los sueldos de los burócratas, quienes en los últimos 15 años han recibido aumentos pingues, donde el resultado redujo la capacidad adquisitiva en 94.3%. Razón lógica para que ese mercado que debería ser próspero, como otros, no se desarrolle.
Ojala el Sr. Videgaray, este consiente que con su Reforma Estructural, al menos, hasta hoy, ni pa’ tras ni pa’lante. Yo me preocuparía de más, sobretodo, con ambiciones presidenciables. El pueblo no resiste apretarse más el cinturón.