• Esta semana, la ley secundaria de Telecom
• La mesa puesta para Televisa y TV Azteca
Este jueves empieza a cocinarse en el Senado la legislación que reforzará el papel mediático, político y económico de la Televisa de Emilio Azcárraga Jean y, por ser cola, de Ricardo Salinas.
La mesa del banquete está casi puesta para que los sucesores del Tigre se despachen la mayor tajada del pastel de las telecomunicaciones, que merecieron una reforma a modo, aprobada el año pasado por legisladores priístas y panistas, y algunos izquierdistas, para “mover a México”.
Legisladores analíticos y críticos, a contracorriente, como el panista Javier Corral, hacen titánicos esfuerzos ante la prensa, e inclusive ante las mismas cámaras de la televisión de Azcárraga, para denunciar que los dados están cargados hacia el lado de Chapultepec 18, San Ángel y El Ajusco, porque el gobierno priísta, dicen sus críticos, sin Televisa, sin el duopolio, no podría subsistir.
Y como el llamado duopolio es el más influyente puntal del sistema político tricolor, acusan, pues habrá que aprobar leyes secundarias, las de la letra chiquita, para pagar facturas, facturotas.
Vuelven los tiempos de Don Emilio, El Tigre, cuando los dueños de la televisión (y aquí se incluye obviamente al otro brazo del duopolio – Televisión Azteca -) eran “soldados del presidente”.
Este miércoles, el senador chihuahuense, Corral, parecía una vox clamantis in deserto ante los periodistas de la prensa escrita, la prensa digital, la radio y la televisión, denunciando a su correligionario Javier Lozano como uno de los apoyos más fuertes a la política de telecomunicaciones del presidente Peña Nieto.
Todo el documento está dedicado a beneficiar al duopolio televisivo.
Y por qué a la iniciativa del presidente muchos la llaman Ley Televisa II. Ricardo Raphael, periodista e investigador del CIDE (Centro de Investigación y Docencia Económica), argumenta: Mientras la reforma constitucional previó un órgano autónomo, capaz de enfrentar los embates de los poderes fácticos, la Ley Televisa II debilita al Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), al someter tramos enteros de su decisión a la voluntad política de las Secretaría de Gobernación, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y la COFEMER”.
Gabriel Sosa, por su parte, lamenta que en la ley no haya criterios para imponer límites a la concentración de frecuencias, ni reglas de propiedad cruzada en medios de comunicación y telecomunicaciones.
Y en este negocio, quien tiene más saliva traga más pinole. Y ya sabemos que el monopolio televisivo monopoliza una muy buenísima porción del mercado; prácticamente controla todo, incluso por encima del imperio de Carlos Slim.
Fíjese si no hay razón. El ejecutivo federal envió a la cámara de senadores, el martes, la iniciativa de ley secundaria en materia de telecomunicaciones. El mercado de riesgo reaccionó de inmediato, con una rapidez del tamaño de la rapidez del sonido. Televisa ganó y Carso salió perdiendo. Por qué. Porque los inversionistas leyeron que el consentido es Emilio Azcárraga Jean. A pesar de que Slim Helú es un hombre imperio.
Este jueves la iniciativa será digamos que analizada por las comisiones ad hoy del Senado – la de Comunicaciones y Transportes, la de Radio, Televisión y Cinematografía y la de Estudios Legislativos -. Y como todo, en esta LXII Legislatura está puesto para que pasen las reformas estructurales de Don Enrique.
Le corregirán al documento una coma mal puesta. Pero indudablemente que pronto tendremos una legislación a modo del duopolio legislativo. Y lo que se dice no debe enojar a nadie. El presidente está convencido de que sólo así, con las reformas que él y sus asesores idearon, se podrá mover a México a estadios mejores en el concierto de las naciones.
El panista de Chihuahua, el amigo Corrales, ya podrá decir que dijo sólo para que sus argumentos quedaran plasmados en el diario de los debates. Pero se impondrán, desde la bancada panista, los amigos de don Emilio. Ya podrán alegar los senadores de la izquierda. Y los medios públicos y sociales, los comunitarios, seguirán por el camino del ostracismo, cómo males necesarios. Y ya no se diga las televisoras y radios universitarias.
En fin, que vivimos en un país que requiere ser modernizado. Que necesita con urgencia optimizar, como dicen los anglófios, su productividad y ser plenamente competitivo en el concierto de las economías globalizadas. Al rato desaparecerá la televisión abierta y las audiencias. Y sólo quedarán los medios de paga y los suscriptores.
Que nadie se enoje. En este país se puede decir de todo. Y el escribidor lo dice porque siempre ha sido una voz discordante.
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