Eduardo Sadot
Está claro que el número de mexicanos que lee es proporcionalmente menor por mucho, a la mayoría de la población. La cultura, educación, civilidad y urbanidad proporcionalmente también es mínima, ello explica por qué el ciudadano de a pie sea fácilmente influenciable, no está acostumbrado a cuestionar ni hacer análisis crítico y buscar el fondo de lo que se le plantee, salvo y eventualmente en aquellos casos que le afecte o beneficie de manera directa. Como al pueblo alemán de la Alemania Nazi, se coloca en su espacio de confort sin profundizar más.
Los mexicanos han sido fácilmente manipulables, sobre la premisa de que en México todos los políticos – y no hace excepción – les han robado, ello facilitó la llegada de un vendedor de esperanza sin principios y le creyeron.
En toda sociedad, sus líderes deben ser responsables de lo que transmiten a quienes les creen, a quienes lideren, las masas enardecidas son capaces de cometer atrocidades como ha sido el caso de lo sucedido en el estadio Corregidora de Querétaro. Independientemente de las faltas en la prevención de la seguridad del evento, cuando se incita a la violencia, se alimentan rencores, resentimientos y odios, para lograr simpatizantes a favor de partidos políticos y políticos, todo tiene sus consecuencias, cómo poder ver en otro mexicano a un hermano, si en un estadio desbocan sin freno, violencia y odio, contra cualquier ser humano, semejante o connacional ya ni siquiera por ser humano. Cómo podemos hablar de valores y principios universales de respeto entre seres humanos, cuando los líderes la sociedad, son incapaces de frenar sus impulsos y sus instintos, cuando los vemos dar rienda suelta a sus venganzas y resentimientos. Cuando se conducen sin principios ni valores, más allá, de lo que su mente retorcida e ignorante auto califican como valores sin serlo. Cuando mienten y cometen errores sin corregirlos, cuando gritan desde una tribuna sin conocimientos transpirando ignorancia, indiferencia, arrogancia y prepotencia.
Nada, pero nada, justifica que un líder se sienta Dios y que desde su coto de poder se manifieste “humano” y justifique los rasgos primates de humanidad, cómo predica, con el ejemplo insano cuando se actúa frente a generaciones de niños y jóvenes, dando rienda suelta a sus más bajos instintos de soberbia, que se observa diariamente cuando se erigen en jueces, se alaban y autocalifican como dueños de la verdad; cuando iracundo arremete contra los que llama “sus adversarios” y pretende engañar lo que su lenguaje corporal transmite con ira porque los ve como “sus enemigos”, cómo pedir caridad, cuando se usan frases como “no somos iguales” y se manifiesta la envidia que regatea los logros de quienes le superan. Cómo pedir diligencia a quien día a día demuestra la pereza para estudiar e involucrarse en las más elementales tareas de estudio de administración pública, como por ejemplo conocer qué integra la administración pública y no saber siquiera que las Administraciones Portuarias Integrales en cada Estado, que tiene importante flujo de tránsito mercancías marítimas forman parte de la administración pública federal como paraestatales. Cómo justificar la pereza de ni siquiera estudiar las facultades del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales INAI y evidenciar su venganza pidiendo hasta por oficio, algo que le está prohibido de acuerdo a la Constitución, con qué cara ver a los ojos en algunos años, a las generaciones de jóvenes y adultos – ahora niños y jóvenes – cuando el juicio de la historia les alcance, si no hubo la más elemental calidad moral, honestidad y humildad, al menos para no mentir.
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