-Victor Roccas.
Uno de los juegos de azar más simples que existen es el juego de la moneda al aire, águila o sol, cara o cruz, simple, sencillo, sin complejidades, únicamente hace falta lanzar la moneda al aire y esperar su caída al suelo para obtener uno de dos posible resultados.
Y lo anterior me retrae a un argumento, de tantos argumentos estúpidos, que lamentablemente he escuchado recientemente en las tan nefastas redes sociales, específicamente en los videos que con tanta popularidad permiten a cualquiera declarar barbaridades.
Pero regresando al tema en cuestión, el argumento es simple y sostiene que; “sólo gracias a la “democracia participativa” y al poder del sufragio se podrá alcanzar el bienestar para el pueblo”, no solamente el bueno y sabio, supondré que la referencia es a ¡TODO EL PUEBLO!, además la premisa enarbola la capacidad de ese tan socorrido derecho al voto para; “intentar una y otra vez lograr el objetivo de la democracia”, claro, si es que alguna vez se consigue ese tan escurridizo fin de la mal entendida democracia mediante sus mecanismos, o mejor dicho estratagemas, que hasta hoy no han rendido mejora alguna para el “multicitado” pueblo pues cada vez que este acude a votar resulta un juego de cara o cruz que siempre terminamos perdiendo en conjunto sin importar ni la apuesta n los apostadores.
¡Apuesta! Sí señor, lo he escrito correctamente ya que no se vota, se apuesta a ciegas, se arriesga al azar en cada elección, cada 6 años, cada oportunidad que se presenta y es que no somos un pueblo democrático somos un pueblo ludópata.
De tal manera el argumento en cuestión concretaba que; “para cambiar un gobierno por otro sólo se requiere acudir a votar una y otra y otra vez hasta que sin importar cuantas veces votemos gracias al poder del ¡PUEBLO!, se obtenga el cambio tan esperado por ¡TODOS!”
Las preguntas que me asaltaron al escuchar aquellas palabras fueron:
-¿Cuál pueblo, cuál poder, cuál todos?
-¿Acaso aquel pueblo que anhela vivir en el privilegio y comodidad de una sociedad de consumo, poder adquisitivo y libre mercado?
-¿Ese pueblo qué vive en la opulencia que ejerce su propio privilegio del poder al amparo del poder financiero?
-¿Será aquel pueblo que aún hoy después de 500 años no resuelve sus frustraciones y complejos de origen étnico e histórico, Aztecas vs. Españoles, Totonacas, Tlaxcaltecas y Cholultecas, Poblanos vs Franceses, Veracruzanos vs Estadounidenses, prietos vs güeros, etc?
-¿O tal vez es ese pueblo patriota y orgulloso de la historia contada desde cada poder al turno, ese pueblo que ya no reconoce su cultura entre tanto folklore, idolatría y mercantilismo?
-¿Igualmente se refería a ese pueblo infantiloide, huérfano de hacienda, de liderazgos paternales, heroicos, valientes, míticos?
-¿Podría acaso ser ese pueblo pletórico de fe y esperanza de un México resguardado por el favor de Dios, la Virgen de Guadalupe y las bendiciones de la Iglesia?
-¿O ese pueblo “fifí” qué abomina a los “chairos” y viceversa?
Y al margen de todas esas preguntas me queda otra más importante;
-¿Realmente tenemos el tiempo, recursos y dispendio para aguantar sexenio tras sexenio en un nefasto ejercicio de prueba y error hasta encontrar el supuesto resultado que beneficie a ¡TODOS!?
A mi parecer estimado lector, cada elección se ha convertido en un juego trucado de moneda al aire, cara o cruz, águila o sol, y el problema radica en siempre es una moneda lanzada desde el privilegio del poder con el mismo valor en ambas superficies, incluso cuando a sabiendas la moneda ofrece, derecha o izquierda, conservadurismo o liberalismo, capitalismo o comunismo, socialismo o socialdemocracia, estiércol o boñiga, etc, pues siendo muy sinceros no importa el troquel de cada superficie de la moneda o cuál sea la que al caer se muestra boca arriba, menos importancia tiene a que imagen se elija para apostar, para la muchedumbre no es un derecho cívico sino un vicio constitucional, un entretenido juego de azar fácil y prosaico que aliena eximiendo al ciudadano de la necesidad de razonamiento, consciencia, voluntad y poder, sobre todo consciencia social, al final como buen populacho “les vale madre” de quien es la moneda, quien la manipula, que representa cada cara de la moneda y sobre todo que se pierde pues lo importante es participar, apostar y jugar pues tal es el derecho al “vicio y convicción cívica”.
En tanto los privilegiados dueños lanzan la moneda anticipando que sea cual sea el resultado ellos ganan y nosotros perdemos, que no hay opciones diferentes en el resultado porque esa moneda tiene el mismo significado y objetivo por ambas caras y que la “libre elección” que se cacarea al votar es sólo un bonito disfraz de entretenimiento y juego de azar trucado para hacernos sentir que la suerte nos favorecerá algún día.
Tal argumento es al final nefasto y recuerda, al menos a un servidor, la pérdida total de la capacidad de razonamiento, consciencia, voluntad e, insisto, poder que se requiere realmente para retomar el camino hacia el bienestar social.
Así que usted querido lector decida ¿Por quién apuesta en esta próxima elección, águila o sol, melón o sandía, gelatina o chocolate, abrazos o balazos..? Y no se alarme ni apremie, si vuelve a equivocarse y nuevamente perdemos todos tiene usted muchas elecciones futuras garantizadas desde el privilegio del poder para seguir apostando y jugando, quien quite y la próxima vez la fortuna nos sonría a todos sin mencionar que el siguiente volado electoral, o moneda al aire, tiene la bendición del “Santo Papa Argentino” que no es poca cosa para la triste idiosincracia de un pueblo, bueno, sabio y laico…
-V.Roccas.