• Tersos, gentiles, elogiosos, Obama y Peña Nieto
• Y sí, lo económico fue el tema para el comunicado
En menos de dos horas se despacharon la agenda. Cómo se esperaba y como lo advertimos en espacios anteriores, los presidentes de Estados Unidos, Barack Obama, y de México, Enrique Peña Nieto, restaron la importancia que se le daba en lo pasado al tema de la Seguridad y concentraron su conversación en grandes temas como la competitividad económica; los vínculos entre ambas sociedades; el liderazgo en temas regionales y globales; y dejaron al último lo que ambos llamaron la seguridad ciudadana.
No es que el combate al crimen no tenga importancia de la noche a la mañana. Es que, para combatirlo, ambos países tienen que instaurar un complejo entramado de colaboración en todos los terrenos, en donde su buen éxito contribuirá a abatir la demanda de enervantes en Estados Unidos, y el trasiego de drogas que realizan las poderosas empresas del narcotráfico.
Empecemos con este tema, dejado al último por ambos presidentes: Reafirmaron, como lo asentaron ambos en el comunicado conjunto, su compromiso de actuar como socios corresponsables, a través de un renovado enfoque de colaboración para la seguridad ciudadana. Peña Nieto se refirió a la importancia de asegurar un México en Paz, así como de la prevención del delito, al atender las condiciones que contribuyen a su ocurrencia, y al fortalecimiento de las instituciones y el Estado de Derecho. Combatir el crimen organizado y bajar la violencia no se contraponen
Obama estuvo de acuerdo, quizá a contrapelo de lo que puedan opinar los encargados de las agencias anticrimen estadounidenses, que ya se habían acostumbrado a manipular a las fuerzas armadas y a la Policía Federal para llevar agua a su molino. Obama insistió en el apoyo de Estados Unidos a “los esfuerzos de México”, y en particular a la transición hacia un sistema de justicia acusatorio que sea transparente, efectivo y eficiente.
Obama y Peña Nieto dieron mayor énfasis al asunto económico. La Competitividad: crear mayores oportunidades de comercio e inversión; productividad y conectividad, crecimiento económico, innovación, liderazgo global conjunto, frontera segura y eficiente, proyectos e iniciativas clave que mejoren la infraestructura; cooperación para el cumplimiento de las leyes a lo largo de la frontera.
Obama se comprometió a impulsar en el Congreso de Capitol Hil el Acuerdo relativo a los yacimientos transfronterizos de hidrocarburos en el Golfo de México, que “incrementará” la “seguridad energética” en América del Norte.
En el comunicado conjunto, asentaron que establecerán el Foro Bilateral sobre Educación Superior, Innovación e Investigación, que deberá reunirse este año, convocando a representantes del gobierno, el sector académico y la sociedad civil, para desarrollar una visión compartida sobre cooperación educativa y proponer iniciativas concretas de corto y mediano plazos para promover la colaboración bilateral y la coordinación de políticas. Ah, y que el estadounidense impulsará la reforma migratoria en el Senado de su país.
Creación de empleos, protección a los derechos humanos, equidad de género, gobernabilidad democrática, cambio climático, Alianza para un futuro igualitario, cooperación con Centroamérica, fueron otros tantos tópicos en los que acordaron Obama y Peña Nieto y, cual debe ser, aparecieron como un par de optimistas.
En fin, un encuentro idílico, “en concierto”, como lo calificamos en el Análisis a Fondo de la víspera. No se podían esperar novedades, primicias. Todo estaba ya “planchado”, acordado. La visita fue para el protocolo diplomático, para el apretón de manos, para los “cebollazos” del uno al otro, para el comunicado conjunto, para la sesión de preguntas y respuestas concertadas, para el brindis de la cena de anoche con dos relucientes y transparentes copas de champaña. Y para presumir “La Bestia” en las calles de ciudad de México…
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