• Gustavo Madero, convertido en el Caudillo
• A Calderón no le queda más que tuitear
En enero de 2013, el PAN perdió el 80% de su militancia, después del proceso de reafiliación realizado por el partido. Del millón 868 mil 567 panistas inscritos en el padrón antes del proceso de reafiliación, sólo 368 mil 253 refrendaron su militancia. Sólo 2 de cada 10 militantes siguieron con la camiseta albiceleste, según cifras publicadas por Acción Nacional.
La desbandada ocurrió luego de que el PAN perdió estrepitosamente las elecciones presidenciales del seis de julio de 2012. Felipe Calderón había tenido que apechugar la candidatura de Josefina Vázquez Mota a la presidencia de la república, e hizo todo, hasta lo imposible, para que no ganara. Su delfín, Ernesto Cordero, había sido arrollado por su propio partido.
El panismo cayó estrepitosamente al tercer lugar, superado con creces por el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, con la bandera de una coalición de partidos encabezada por el Partido de la Revolución Democrática.
Josefina se perdió, luego de que anunciara que se convertiría en la lideresa de los casi 13 millones de ciudadanos que votaron por ella. Ernesto Cordero se afianzó con el apoyo del expresidente Calderón, quien aún estaba seguro de que sería el líder de la organización partidaria, sin contar con que el presidente del Comité Ejecutivo Nacional, Gustavo Madero, tendría más saliva para tragar más pinole.
Con todo, el ex mandatario logró que el perdedor de la candidatura presidencial quedara como senador plurinominal, no electo y Cordero fue ungido como líder de la bancada panista en la Cámara de Senadores. Pero Calderón no es del rebaño de Madero, y menos, obviamente, del presidente Peña Nieto, quien estaba decidido a anular todo vestigio calderonista al interior del partido fundado por don Manuel Gómez Morín.
Cordero fue tolerado en tanto el matrimonio con el PRI y con el presidente Peña Nieto maduraba, se afianzaba. Madero, un líder aparentemente blandengue, se afianzó con el apoyo de las corrientes anticalderonistas, que culpan al autismo político del ex presidente de la masacre del 6 de julio. Y obviamente, el actual presidente nacional del PAN recibió todo el apoyo, inclusive logístico, de la Presidencia de la República, particularmente por su apoyo incondicional al hijo consentido de Peña Nieto, el Pacto por México.
Dirigentes de la estructura panista y la fracción parlamentaria en la Cámara de Diputados apoyaron, y lo siguen haciendo, al presidente Peña Nieto, en todas las iniciativas reformadoras de la Constitución y de las leyes, pero no ocurrió así con la bancada panista en la Cámara de Senadores, que regateó o por lo menos demoró el apoyo, manipulada por Calderón a través del defenestrado Cordero.
Y lo que tenía que pasar pasó. Madero, apoyado firmemente por los poderosos grupos anticalderonistas y por la Presidencia, puso punto final a la heterodoxia rebelde de los senadores panistas en el Senado.
El presidente del PAN tiene la facultad, por estatutos, de decidir y nombrar a los coordinadores de las bancadas albicelestes en la Cámara de Diputados y en la de Senadores.
Madero se afianza, al final del día, como el único poder en la estructura panista Cordero dispone aún de poco más de tres meses de gloria como presidente de la Mesa Directiva del Senado, pero ya abandonado de la mano de dios y de su partido. Como dicen los jurisconsultos en Estados Unidos: Cold Case. Y a Calderón no le queda más que tuitear.
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