• Dos tercios de los empleados, sin seguro social
• Las cifras del INEGI, rasuradas y todo, no mienten
Los economistas de Hacienda presumen con cifras amañadas. Perdón, pero si no se los dice Análisis a Fondo, nadie. Este lunes, el de antier, enviaron un boletín de prensa presumiendo que las cifras de puestos de trabajo afiliados al Seguro Social, en mayo, se elevaron un 4% (623,346 plazas), para llegar a 16.354,902, “cifra superior al crecimiento de la economía.”
Qué bueno que más trabajadores tuvieron acceso por lo menos al servicio México porque está en duda de que los salarios con que fueron inscritos y el tiempo en el que permanecerán asegurados les sean suficientes para vivir un retiro digno, con excelente calidad de vida.
Pero los siguientes párrafos del boletín ya dejan grandes dudas. El primer párrafo está claro. Habla del crecimiento de los trabajadores asegurados. Donde empieza la confusión es en los siguientes, porque ya hablan del crecimiento del empleo los sectores económicos como el agropecuario y el extractivo. Y lo más confuso es que quien interpretó las cifras se atreve a afirmar que éstas son consistentes con la estimación de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, y con la de del sector privado, de que la economía mexicana mostrará un mejor desempeño De que mostrará un mejor desempeño no hay la menor duda. Sería dramático que el empleo no creciera ni por la inercia de los jaloneos del mercado.
Pero veamos que los 16 y tantos millones de trabajadores asegurados sólo son aproximadamente la tercera parte de los cerca de 48 millones de trabajadores ocupados. Por qué esas dos terceras partes no están inscritas en el Instituto Mexicano del Seguro Social. Deberían porque es obligatorio por ley.
Le van más cifras. Aguante la aridez de los números. Pero numeritos hablan:
1.- La población total del país llega, de acuerdo con el último censo de 2010, a 116 millones.
2.- Del total de la población, poquito más de 50 millones de personas conforman lo que se llama población económicamente activa; o sea, la que ya tiene edad de trabajar.
3.- De esos 50 millones, tienen el privilegio de ocupar un puesto de trabajo pagado (bien, regular o mal pagado) unos 48 millones, digamos).
4.- Dos millones y medio, digamos, andan por la vida sin oficio ni beneficio. No tienen empleo. O sea, quién sabe de qué y cómo sobreviven. Es muy posible que de la caridad de sus vecinos, o haciendo talachas.
6.- También no trabajan y no perciben un salario un buen bonche de poco más de seis millones que están encasillados por el INEGI en la casilla de la población no económicamente activa disponible. Es decir las reservas que nunca se usaran porque no hay oportunidad para emplearlos.
7.- Y la población subocupada “por condición de búsqueda de trabajo adicional” está compuesta por unos cuatro millones. Y los que se pasan contemplando la vida porque están sin condición de búsqueda de trabajo adicional suman casi tres y medio millones.
Cómo ve usted, las cifras enfrían los buenos deseos de los economistas de don Luis Videgaray, en encargado en turno de velar la marcha de la economía nacional.
Ah. Y falta el problemón de la economía informal. No hay cifras precisas de los trabajadores que han tenido que pasar al mundo subterráneo de la economía. Cifras oficiales establecen 14 millones, pero la cifra puede casi duplicarse, porque es imposible contarlos. Lo único cierto son las apreciaciones. Y la del presidente del INEGI, Eduardo Sojo Garza Aldape, no es de despreciarse: La informalidad es un reto por atender en el país, pues se tiene que seis de cada 10 empleos son informales. Y en estados como Chiapas, Oaxaca y Guerrero se agrava la situación, ya que ocho de cada 10 empleos son subterráneos, lo que implica que los trabajadores son “extraordinariamente” vulnerables.
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