· Para mover a México, pero en verdad a dónde
· ¿La ley? Sólo para los bueyes de mi compadre
Para “mover a México”, ¿Hacer en unos cuantos meses lo que no se hizo en 12 años?
Los políticos tienen mucha prisa. Ellos lo afirman. Prisa para reformar la Constitución, prisa para calmar el hambre de millones. Prisa para… prisa para qué…
Nadie les ha dicho que los únicos que tienen prisa en este mundo son la Cruz Roja, los bomberos y… los pentontos, como los nombraba Nikito Nipongo. Despacio que voy de prisa…
Alegan que la prisa está justificada porque la situación del país así lo exige. Que para moverlo hacia mejores niveles de vida. Que para detonar una economía que dé para todos. Que para que todos tengan trabajo, que todos gocen de la seguridad social, que todos tengan dinero en efectivo en la cartera. Así lo plantea el presidente Enrique Peña Nieto en su campaña como Presidente.
Y quién sabe por artes de qué espíritu simbólico – no creo que sea diabólico – ha logrado reunir a las dirigencias de todos los partidos en una misma mesa. Al suyo, el PRI, obviamente. Al PAN, de la “Derecha”, explicable, pero al PRD, de la “Izquierda”, ya es por lo menos suspicioso.
En la oposición sólo queda Andrés Manuel López Obrador, el priísta rebelde de hace por lo menos un cuarto de siglo, que se ha convertido sólo en el recurso extremo del periodismo puramente mercantil para rellenar espacios y tiempos que no ocupa ni la información gubernamental ni la publicidad y la propaganda.
Esta es la realidad actual y con ella habrá que lidiar, tratando de hacer ver, sólo de hacer ver porque nadie hará caso, que no por mucho madrugar amanece más temprano.
Entonces, por qué la prisa en madrugar, en cambiar la Constitución, las leyes, ¿Para que se vuelvan letra muerta como siempre lo han sido? Aunque, digámoslo claridosamente: La ley está hecha por los legisladores para levantar un muro contra los terremotos sociales y políticos que amenacen la estructura del poder. O como decían los abuelos en la desaparecida finca: La ley sólo se cumple en los bueyes de mi compadre.
Pero bueno. Esto es sólo una reflexión de domingo. Lo serio es que al Congreso sólo le quedan, con hoy lunes, 23 días calendario para clausurar el segundo periodo de sesiones. Y de ellos, sólo 6 sesiones plenarias, aunque podrían sesionar todos los días sin descanso. Y ni así.
Tienen que “estudiar”, “analizar”, “discutir”, “debatir”, en las comisiones legislativas y en el pleno, y “aprobar”, las dos cámaras, muchas iniciativas enviadas por el jefe del Poder Ejecutivo.
Ayer nos recetó Manlio Fabio Beltrones una de reforma al artículo 27, que no aparecía en la agenda del periodismo, para que las de extranjeros en las playas de los litorales mexicanos ya no sean ilegales, argumentando que hay que impulsar el turismo.
Se habla también de normar el endeudamiento de los estados y municipios, un asunto que levantó ámpula desde que, en plena campaña electoral, el año pasado, estalló el escándalo de Coahuila, cuyo ex gobernador era ya presidente del PRI de Peña Nieto y se fue destapando la información de que otros estados estaban tan endeudados o más que Coahuila.
Y están pendientes las leyes reglamentarias de las reformas laboral y educativa. Y falta que el Senado termine de aprobar la de Telecomunicaciones. Y faltan la del sistema financiero, la hacendaria, la energética, ésta tan sensible a los ojos de los nacionalistas, de los adversarios del sistema.
Trabajo muy pesado para diputados y senadores. Por qué no mejor atienden al adagio: Sólo tienen prisa…
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