• Insana codependencia de México
• La economía de EU, fuerte declive
Es mejor ser cabeza de ratón que cola de león. Pero la economía mexicana está casi predestinada a ser la cola de la economía del imperio estadounidense, de modo que depende del comportamiento de ésta.
De ahí el adagio: Cuando a Estados Unidos le da un catarro a México le da pulmonía.
Los encargados de idear e instrumentar las políticas en materia económica, los economistas de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, tienen que aceptarlo. No son culpables. Son responsables. Y no deben de sentirse mal si el producto interno bruto no crece como ellos lo proyectan.
Todo depende de la oferta y la demanda. Estamos en eso, navegando en un mar de incertidumbres. Y dependemos, querámoslo o no, del comportamiento de la economía de los Estados Unidos.
Tenemos con los estadounidenses una extensa frontera por donde pasa de todo de un lado para el otro (hasta estupefacientes, o principalmente estupefacientres). Desde productos primarios, minerales, petróleo, gasolina, gases, electricidad, alimentos y manufacturas, y flujos turísticos y financieros.
Pues tenemos que apechugar. Las proyecciones de crecimiento económico para este año, tanto de Hacienda como del Banco de México y del INEGI, aún no son definitivas.
Por lo pronto, el 2.7 por ciento de crecimiento del PIB esperado por Hacienda será de 2.3 como lo afirma el Banco Mundial. Pero no queda ahí todo, pues este lunes el Fondo Monetario Internacional (FMI) rebajó la proyección de crecimiento de Estados Unidos. Del 2.8 por ciento calculado originalmente lo ajustó al 2 por ciento por los efectos del duro invierno en el primer trimestre del año.
En la economía estadounidense, aunque la tasa de desempleo se ha reducido hasta el 6.3 por ciento de mayo y de que se crearon 217 mil empleos, manteniendo una tendencia positiva durante varios meses seguidos, “los mercados de trabajo son más débiles de lo que implica la tasa de desempleo general”.
En EU, el desempleo a largo plazo es elevado, la participación de la fuerza de trabajo se mantiene muy por debajo de lo que podría explicarse por los factores demográficos, y los salarios están estancados.
Además, el número de estadounidenses que presentó nuevas solicitudes de subsidio por desempleo subió inesperadamente la semana pasada, aunque no lo suficiente como para cambiar la visión respecto a que el mercado laboral se fortalece. El promedio móvil de cuatro semanas para nuevas solicitudes, considerado una mejor medición sobre las condiciones subyacentes del mercado laboral, debido a que elimina la volatilidad semanal, aumentó en 4,750 a 315 mil 250.
Los jóvenes de la Secretaría de Hacienda obtendrían credibilidad entre los mexicanos si dijeran, si hablaran con la verdad. Este año, que ya está casi a la mitad, no nos irá nada bien. Y podría irnos peor si tomamos en cuenta la debilidad de la economía de nuestro principal socio en el mundo.
Las proyecciones de 2.3 por ciento de crecimiento para México en 2014, calculadas por el Banco Mundial (BM), son bastante optimistas todavía. Si la economía estadounidense va a crecer 2 por ciento, lo lógico es que el producto mexicano no rebase ese porcentaje y podría ser menor, como ocurrió en el primer año de la administración del presidente Peña Nieto. Indudablemente que la economía nacional continuará siendo afectada este año por la evolución de la economía de los Estados Unidos, además de los efectos depresivos que causaron y seguirán causando los nuevos impuestos fiscales y los nuevos abusos y costumbres del Sistema de Administración Tributaria.
En el trasfondo están las malas condiciones climáticas en los Estados Unidos, la crisis en Ucrania, el restablecimiento del equilibrio en China, los disturbios políticos en varias economías de ingresos medianos, el lento avance en las reformas estructurales y las limitaciones en materia de capacidad.
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