Aristóteles uno de los más grandes filósofos de la Grecia inmemorial ilustró expresando que: “Cómo es posible que quién cometa una injusticia o un crimen no sea aún completamente injusto o criminal”. El propio pensador dió cabal respuesta a la pregunta planteada cuando afirmó: “Sólo se comete delito o se hace un acto justo cuando se obra voluntariamente, lo mismo en uno que en otro caso”…… “Lo que hay de voluntario en la acción es lo que constituye la inequidad”. Todo lo expuesto está asentado en su obra Moral, a Nicomaco, (Editorial El Ateneo, Libro V, Capítulo IV). La cúal ha ejercido una notable influencia sobre la historia intelectual.
Ahora bien, es la voluntad y los actos que por ella se realizan en ésta nombrada Cuarta Transformación de la República, lo que Aristóteles (volviendo a su pensamiento) considera como fundamento para la existencia del delito; en el México de hoy y en el día de hoy, con el objeto de llegar a comprender esa concepción filosófica es menester saber: ¿Existe voluntad y actos voluntarios en la forma de gobernar de algunos funcionarios de ésta época?.
Si tomamos como punto de partida lo asentado, bien valdría la pena, apoyarnos en conocimientos especializados para efectuar “un estudio imprescindible” cuando se quiera dar la razón a la Cuarta Transformación de la Nación, a fin de que se determine si en lo actuado por esos ciertos funcionarios de la cuarta, existen actos voluntarios; este conocimiento es indispensable para que gobernantes y gobernados, tomemos conciencia sobre los aplausos o sanciones penales que a futuro se puedan decretar. Solo así podremos saber si los actos de ciertos Siervos de la Nación son una injusticia o un delito.
Por mínimamente informados que estemos, los abogados sabemos que el acto voluntario es aquél cuyo principio se encuentra en la persona misma, quien es el que conoce los pormenores de todas aquellas condiciones que su acción encierra; pero también conocemos que los actos involuntarios son todos aquellos que se realizan obligados por la fuerza mayor o estimulados por la ignorancia.
Aquí, sólo aquí, cabe preguntar ¿Nuestros gobernantes lo saben?.
En opinión de muchas gentes pensantes de la República, los actos de gobierno de Andrés Manuel López Obrador no se tratan de actos involuntarios, a razón, de que los mismos no han sido realizados a instancias de fuerza mayor.
Continuemos con lo expuesto: La voluntad que matiza el comportamiento de nuestro Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos se encuentra salpicada por su comportamiento político y ahí, los que saben dicen que radica el libre albedrío. Políticamente cabe asentar que el hacer de Andrés Manuel López Obrador es un acto voluntario, ya que se presupone que valoró y realizó reflexivamente su elección, o sea, cuando al conocer y saber las diferentes formas de actuar, optó y actuó en consecuencia.
Según la posición aristotélica, nuestro señor presidente es responsable de las consecuencias de sus actos, porque es libre y tuvo voluntad de elección. Ahora bien de ese libre albedrío resulta la consecuencia que refiere Aristóteles.
La pregunta obligada es ¿Habrá alguien que le haga saber al presidente que con su manera de actuar está cometiendo una injusticia o un delito?.
La Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A.C., deja al vuelo esa pregunta. La respuesta la darán los lectores.
Es cuanto
Lic. Alberto Woolrich Ortíz.
Presidente de la Academia de Derecho
Penal del Colegio de Abogados de México, A.C.,