Luis Farías Mackey
Su fortaleza es su debilidad: son más secta que movimiento, una secta que necesita mantener una dosis de milagros al alza, empezando por sus políticas asistencialistas clientelares que aumentan exponencialmente y terminando por una recaudación que cae en picada. La deuda crece incontrolable y al SAT y a la UIF se les acaban los causantes a expoliar; inversionistas nacionales y extranjeros hace mucho tomaron las de Villadiego; secretarios de Estado, paraestatales, gobernadores y presidentes municipales claman por recursos que se gastaron en sus elecciones y la de sus mayorías espurias y la presidente; los acreedores del gobierno tienen años sin cobrar, el huachicol fiscal gravita sobre la salud financiera del Estado, incluso militares de mandos medios, igual que médicos, enfermeras y maestros han dejado de percibir aumentos y emolumentos, las medicinas siguen ausentes, el campo está en llamas y Marcelo hace lo de siempre: se dobla.
Pero los seguidores de Morena hace siete años que cocinan con manteca y quieren más; sus asociados salivan por el dinero fácil del poder; no faltan quienes exigen cargos de elección y hermandades supraestatales, tampoco quienes aprovechan las debilidades en Palacio para incrementar sus cuotas de extorsión política, de casa y de pandilla. Para ellos todo es ciega creencia hasta que dure.
No pocos vemos crecer la tormenta perfecta, pero ellos insisten en que todo está bien, que están más fuertes que nunca, que nada ni nadie los va a doblar, que el pueblo los adora. Mientras tanto se amurallan.
Que se manifiestan: “son unos cuantos, los mismos de siempre, viejitos, movidos por los millones de la derecha internacional y el empresario villano del momento”.
Que la policía se desmanda y agrede con sevicia a ciudadanos: “respondieron a la provocación aviesa, pero ya los estamos investigando”.
Que asesinan a líderes campesinos, presidentes municipales y periodistas: “es que no se dejaron proteger por los nuestros. Nosotros no fallamos, nada más se murieron”.
Nada ni nadie los mueve de sus seguridades, urgen de creer que todo está bien, porque les es imposible que no, como los científicos en Chernóbil, que jamás creyeron lo que sus instrumentos de medición mostraban: “esto no puede pasar, no está considerado en ningún manual”. Y pasó.
Son como ranas en olla a fuego lento, no se dan cuenta que están muriendo hasta que explotan desde dentro.
Adán Augusto es El Intocable, Noroña el ideólogo, Andrea la Mata Hari y Andy el cancerbero de Palacio: ¿qué podría salir mal?
El agua empieza a burbujear.Adán Augusto es El Intocable, Noroña el ideólogo, Andrea la Mata Hari y Andy el cancerbero de Palacio: ¿qué podría salir mal?
El agua empieza a burbujear.




