Tal vez la debilidad mostrada en días anteriores fue como aquella que muestran algunos colmilludos boxeadores, para que el contrincante se descuide confiado de su triunfo, y en el momento adecuado asestar el golpe demoledor.
Lo cierto es que el aplomo, la confianza y la salud que mostró Hillary en el debate fue el más duro golpe para Trump, lo que dijera más adelante era seguramente importante para ganar adeptos, pero no tanto como la imagen mostrada de una mujer sana y con seguridad que mostró en el panel, más de uno se debe haber sorprendido de la imagen que proyectó.
Aunque me sigue generando dudas, tengo que reconocer que en el debate lució presidencial y demostró que no es necesario atacar de manera vulgar al otro para evidenciar sus carencias, nos hubiera gustado ver eso de parte de nuestro representante en la visita que hizo a México el niño rico de Willy Wonka.
Por su parte Trump no traicionó a nadie, como el testarudo niño que es, creyó que con pararse ahí a decir las mismas estupideces sin sentido, pero sobre todo sin fundamentos, que ha dicho a lo largo de su campaña se llevaría la noche ante una mujer enferma y débil. Se le olvidó que esa noche no solo lo iban a ver los millones de norteamericanos incultos y atrasados, a los que siempre convence con su asquerosa retórica de líder de secta fanática.
Apoyándose en que llevará a Estado Unidos de Norteamérica a vivir los años de ensueño que vivieron con Reagan, no se da cuenta que se daña, pues poco a poco van saliendo a la luz los siniestros y terribles actos que éste cometió en su mandato dañando diferentes sectores de la sociedad Norteamericana; un punto más en contra de un americano retrógrada que lo único positivo que ha venido a lograr es desnudar el degradado sector político americano y mundial en el que jefes celosos de no perder su poder e influencia instalan a candidatos cada vez más pusilánimes; la clase política tiene una tara y esa tara se llama DESCONFIANZA.
En México la degradación inició con Miguel Alemán, y así hasta nuestros días, no solo de salud deberían ser los exámenes a los candidatos, si no de su estado mental también. Muchos llegan con la psiquis de niño bulleado y ese complejo ha sido muy dañino para el país.
-¿Qué le hice a Gustavito? Preguntaba López Mateos desconcertado por el desdén de su sucesor –lo hizo usted presidente señor presidente, le respondieron.
Jorge A. Barrientos