Arq. Mario González R. Cedillo, CPP
SEGURIDAD E INVERSIÓN DE CAPITALES.
Uno de los efectos colaterales más sensibles de la inseguridad reside en la desconfianza, la falta de certeza jurídica y de estímulos a la inversión nacional y extranjera en las metrópolis, dado que estas se han venido convirtiendo en los nodos urbanos de las redes criminales con el surgimiento de mercados y economías globalizadoras, en cuyo proceso han emergido corporativos transnacionales y nacionales que se asientan en las zonas metropolitanas, siendo la ZMVM uno de los espacios urbanos más importantes para la inversión, en donde la inseguridad se ha convertido en un lastre para su desarrollo.
Ejemplo: varios corporativos transnacionales ubicados en la ZEDEC Santa Fe, transportan a sus altos ejecutivos en vuelos privados desde Toluca a sus ciudades de origen en los Estados Unidos en fines de semana por razones de logística, seguridad y economía, pues les resulta más barato trasladarlos que realizar inversiones en la compra o renta de residencias, departamentos, oficinas, vehículos blindados y escoltas, así como la contratación de seguros. Para los empresarios nacionales, la inseguridad ha impactado en sus finanzas pues la inversión de recursos para la adquisición de sistemas y personal de seguridad privada para su autoprotección familiar y patrimonial son gastos que afectan sus utilidades; se calcula que el impacto consecuencial de la inseguridad se ha reflejado en el 1.5% del Producto Interno Bruto, sobre todo en 2018 considerado por el Sistema Nacional de Seguridad Pública como el más delictivo y violento de la historia reciente.
En una prospectiva del desarrollo regional y urbano, la ZMVM al igual que otras ciudades donde el crimen organizado mantiene prácticamente en “estado de sitio” a la sociedad, es necesario el diseño de estrategias de inteligencia en los tres niveles de gobierno para el combate a la delincuencia a través de depuración, selección, reclutamiento, capacitación y equipamiento táctico de los cuerpos policiales que lo inhiban y posibiliten el desarrollo sustentable de las ciudades que se han tornado cada vez más resilientes.
Lo anterior se traduce en desaliento para el desarrollo de una sociedad que mantiene la percepción y/o sentimiento de riesgo e inseguridad; es urgente instrumentar mecanismos de acción que involucren a la sociedad civil con acciones preventivas o inclusive de inteligencia, sin menoscabo de las que corresponden a los cuerpos de seguridad pública.
Es indispensable la disección geográfica de municipios en la ZMVM para la ubicación de aquellos espacios públicos “tomados” por la delincuencia, en especial de sectores en donde las estadísticas señalen la tipología delictiva y tendencias de incremento (Mapas Delictivos), poniendo énfasis en aquellos sectores y cuadrantes que constituyen las bases de reclutamiento para la delincuencia, como es el caso de los ninis, indigentes y migrantes, que constituyen grupos vulnerables que reclaman especial atención, no solo por su indefensión social, sino por el potencial humano que esto significa para la delincuencia que no respeta límites ni fronteras entre estados, municipios y alcaldías.
CONCLUSIONES
Es urgente revertir los efectos nocivos de la delincuencia común y organizada a través del diseño de políticas públicas y estrategias para la prevención del delito y la violencia; acudir a la recuperación de los espacios públicos abiertos con programas de prevención social y su gestión en materia de empleo, vivienda, salud, deporte, transporte seguro y procuración de justicia con acciones policíacas firmes pero sin detrimento de los derechos humanos.
El rezago en infraestructura básica de servicios, el uso -y abuso- del suelo urbano y de conservación, las sempiternas crisis económicas, el desempleo, subempleo y ambulantaje, son variables que explican el estado actual de los servicios de seguridad pública; el histórico rezago tecnológico y la astringencia presupuestal en capacitación y equipamiento han impedido visualizar con optimismo una reversión a sus causas.
La distensión del tejido social muestra síntomas de hartazgo social con escenarios de violencia como los linchamientos de delincuentes en algunas entidades, ahuyentando las inversiones extranjera y nacional, cuyos riesgos reales y potenciales deben ser tomados en cuenta, pues el problema va más allá de la alternancia en el poder; las redes delictivas tienden a prevalecer por sobre las promesas de campaña.
Es conveniente la realización de diagnósticos desde el punto de vista urbano a través del uso del suelo que impida la proliferación de asentamientos irregulares en zonas de riesgo, así como la prospectiva de escenarios delincuenciales en los espacios públicos abiertos, a cuyo rescate habría que acudir mediante la implementación del programa CPTED (Crime Prevention Through Environmental, Urban and Architectural Design), cuya traducción literal es la “Prevención del Delito a través del Diseño Ambiental, Urbano y Arquitectónico”, el cual consiste en diseñar los espacios físicos del vecindario haciéndolo transparente, eliminando barreras físicas que impidan la vigilancia natural o tecnológica, la adecuada y estratégica iluminación, desarrollar el sentido de pertenencia, así como el mejoramiento de la seguridad ciudadana; siendo aplicable a la generalidad de fraccionamientos, colonias, zonas residenciales, parques industriales, pueblos y comunidades de cualquier municipio, estado o región del país.
Es impostergable el restablecimiento del Estado de derecho con la aplicación irrestricta de la ley; ésta no puede seguir siendo rehén de la simulación, impunidad y corrupción, ni estar sujeta a negociación de policías, ministerios públicos y jueces de consigna a quienes les tiembla la mano para ejercerla; es urgente actuar con mano firme y decidida para revertir las tendencias actuales; la estabilidad, gobernabilidad, gobernanza y futuro del país están de por medio; en la actual coyuntura de la transición democrática y la parálisis paradigmática del gobierno federal, en donde el futuro es prólogo, nos obliga a estar prevenidos de “que no nos sorprenda la sorpresa” a través de la inteligencia estratégica.
Recuerde: “Delito que no se previene… ¡No se detiene!”