La iniciativa de reforma a ley inmigratoria, del grupo de los ocho, al Congreso para revisión.
El tema dará mucho que decir en los próximos meses. Asignatura pendiente del presidente Barack Obama, si bien, se trata de la promesa de sus dos de campañas a la Casa Blanca, también, representa un saldo negativo para un país conformado por inmigrantes, sin menos cabo, de las diversas aristas que angustian el tejido social la presencia de 11 millones de personas no documentadas.
En principio el tema de la identidad de los sin papeles, es un argumento que conlleva incertidumbre para quienes carecen de estatus migratorio legal, lo cual obliga a vivir en las sombras, a salto de mata, sujetos a abusos por los suyos, de los naturales y de determinadas autoridades radicales.
Sin acceso a una serie de servicios, como los bancarios-chequera- de salud y educativos. Aunque, paradójicamente, de acuerdo al estado de que se trate, los sin papeles, son quienes mas se benefician de éstas instituciones.
Para las autoridades el desconocimiento del paradero de once millones de personas por la falta de estatus inmigratorio genera temores, es especial el que representa la seguridad nacional. A sabiendas que la mayoría es gente de bien y trabajadora, sin embargo, la falta de control, mantiene una tensión permanente que en muchos casos desemboca en atropello.
La iniciativa del grupo de los ocho incluye mayor número de visas anuales, visas temporales para trabajadores de limitadas habilidades, el control de empleados y empleadores a través del sistema E-verify, mayor seguridad en las fronteras, sanciones, multas, derechos y responsabilidades, entre otras.
El aspecto que levantará mayor ámpula entre los congresistas será el camino a la ciudadanía. El cual, de acuerdo al gobernador de Texas, Rick Perry: “No necesitamos otro camino a la ciudadanía. La ley es clara. Existe. Esta en vigor. Pero como todos los que han logrado su estatus legal, hay que seguir el proceso y esperar…”
¿Hasta dónde tiene razón el gobernador Perry? Un sinnúmero de ciudadanos y legisladores comulgan con ese planteamiento. Otros, consideran que la ley es obsoleta para las necesidades del presente. Y no faltan aquéllos, quienes no ceden ante la disyuntiva de enderezar el entuerto jurídico que representan los once millones de sin papeles, a quienes consideran transgresores de la ley.
La verdad sea dicha, la visión del bosque es positiva, alentadora, sin embargo, las buenas voluntades se estrellarán en los cientos de árboles y miles de ramas espinosas en el camino para arribar a un acuerdo sensato.
Como muestra un botón: “Las asociaciones, incluyendo a la AFL-CIO, la principal organización sindical del país, a la Associated Builders and Contractors y el National Electrical Asociación de Contratistas, destacan su preocupación por la propuesta que formaría parte del plan de reforma migratoria que prepara el grupo bipartidista conformado por ocho senadores.
El pacto incluye admitir 20 mil trabajadores extranjeros durante el primer año, con un tope de 75 mil después de cuatro años, y los números futuros ajustados de acuerdo con la tasa de desempleo y las necesidades de la industria determinadas por una agencia federal.
El malestar es justificado por la limitación de la cantidad de visas para la industria de la construcción a sólo 15 mil, cuando ese sector emplea actualmente a cerca de seis millones de trabajadores, sobra decir, que esa propuesta es poco realista y destinada al fracaso.
En 2007, durante la administración de George W. Bush, los intentos de alcanzar una reforma migratoria fracasaron a causa de desacuerdos sobre el tratamiento al tema de los trabajadores huésped o temporales.”
Cada renglón que cubra la reforma confrontará desacuerdos similares, por eso, el pesimismo optimista de este escribidor se mantiene vigente, el panorama se mira muy difícil. Los intereses antagónicos así se presentan.
La permanente esperanza de amnistía, como la que presidente Reagan otorgó en 1986, ni por asomo presenta posibilidad ninguna en la presente administración.
La polarización, política y ciudadana, es mayor como para alcanzar un acuerdo definitivo.