Ricardo Del Muro / Austral
Después de más de tres décadas de haber sido erradicado, el gusano barrenador del ganado ha regresado a México, y lo ha hecho con fuerza. Con más de 660 brotes registrados en animales y tres casos confirmados en humanos —todos en el estado de Chiapas—, esta plaga representa una crisis sanitaria y económica de primer orden que no puede ser subestimada.
Autoridades del municipio chiapaneco de Mapastepec confirmaron la detección de dos casos de miasis en humanos, una enfermedad causada por el gusando barrenador del ganado.
De acuerdo con un diario local, la regidora Frida Viridiana Coutiño Jiménez dio a conocer los dos casos y alertó a la población del riesgo de que se presenten más personas infectadas.
Se trata de dos personas adultas, una de las cuales fue trasladada al Hospital Regional de Alta Especialidad “Ciudad Salud” de Tapachula, mientras que la otra se encuentra internada en un hospital del IMSS Bienestar.
Por su parte, el director de Fomento Agropecuario del municipio, José Manuel Muria Ponce, indicó que en esa región se han contabilizado alrededor de 100 casos de gusano barrenador en caballos, borregos y perros, por lo que llamó a la población de la zona y a los ganaderos a estar atentos para reportar nuevos casos.
Con los de Mapastepec suman ya cuatro los casos de miasis en humanos detectados en la entidad. El primer caso se presentó en una mujer de 77 años con residencia en el municipio de Acacoyagua, el pasado 18 de abril, mientras que el segundo corresponde a un hombre de 50 años, residente en el municipio de Tuzantán.
Lo que hasta hace poco se consideraba una amenaza exclusivamente agropecuaria, ahora se convierte también en un riesgo para la salud pública. El gusano barrenador, capaz de consumir tejido vivo en heridas abiertas, puede provocar infecciones graves e incluso mortales si no se detecta a tiempo.
Pero el peligro no se detiene ahí. El origen del rebrote ha sido identificado en el contrabando de ganado proveniente de Centroamérica, particularmente por los estados fronterizos de Chiapas y Quintana Roo. Animales infectados ingresan sin control sanitario por rutas ilegales, burlando cualquier tipo de vigilancia y poniendo en jaque la seguridad zoosanitaria del país. En este contexto, reforzar la vigilancia en la frontera sur no es una opción, es una obligación urgente del Estado mexicano.
El impacto ya se hace sentir en la economía: Estados Unidos ha suspendido la importación de ganado bovino, caballos y bisontes vivos desde México, una decisión que podría costarle millones al sector agropecuario nacional. Organismos como el Consejo Nacional Agropecuario han advertido que cerrar fronteras no basta: se necesita una corresponsabilidad binacional y una estrategia integral para contener la plaga antes de que sea demasiado tarde.
Ante este panorama, el Gobierno federal debe emitir una alerta sanitaria nacional, enfocada especialmente en la población del sur. Las autoridades de salud deben movilizarse para informar, prevenir, y atender posibles casos en humanos, con campañas de concientización, brigadas médicas rurales y vigilancia epidemiológica activa. Este no es el momento de minimizar, sino de actuar con decisión y transparencia.
México ya sabe lo que cuesta erradicar esta plaga: décadas de trabajo, cooperación internacional y cientos de millones de pesos invertidos en biotecnología como la liberación de moscas estériles. No podemos darnos el lujo de repetir la historia. El gusano barrenador ha vuelto, y si las autoridades no responden con la contundencia que exige la situación, no solo se pondrá en riesgo la salud y el bienestar de millones, sino también el prestigio y la economía de todo el país. RDM