El primer día de clases en cualquier escuela de leyes del universo, siempre se escuchan las siguientes palabras: “El abogado nace. No se hace”. Naturalmente, después de años de estudio se aprenden las leyes y no solamente se aprenden: se respetan.
Entre columnas y en esos señoriales recintos de enseñanzas se estudia la jurisprudencia, la doctrina, la Constitución, las normas, los postulados y las técnicas del ejercicio profesional para solicitar o proveer justicia. Se ejercita la dialéctica. Se incrementa el conocimiento del alma humana. Todo ello se hace siempre bajo la mirada severa de nuestros maestros. Ellos nos educan para prontas reacciones ante injusticias y arbitrariedades. Abogado se es; no se aprende. En todas esas togas de aprendices existen instintos de lucha y de polémica, por sobre todo si está en juego el interés de la Patria.
Esto es así, en cualquier escuela de leyes de la República, a partir del primer día de clases todo se adquiere. Dentro de lo que puede aprenderse están cuestiones tan espinosas y que parecen tan inherentes a nuestras togas como lo es el exigir el respeto irrestricto, obligatorio y permanente a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Muchos políticos del hoy y del ayer eso no lo entienden, ni lo entendieron, ni lo entenderán.
En el caso de mi escuela y de mi generación, puedo decir y ello nadie me lo puede contradecir, que la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, generación 1965 contó con los más grandes insignes y doctos catedráticos y ellos nos enseñaron: “Que el sentido común, es el eje de todo el mundo del Derecho. Porque el Derecho no es más que un reglamento de la vida en común de una Nación”. La integración del Derecho en la norma es la ley y a la ley hay que respetarla y si no la respetan, nosotros si sabemos como hacer que la respeten.
En el México de hoy hay algunos que quieren circular por la derecha y otros por la izquierda. Debido a la existencia y vigencia de nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, los abogados de mi generación sabemos que gracias a la efectividad de ese sagrado Libro de Leyes se evita que unos manejen por la izquierda y otros por la derecha, lo que llevaría irremediable y permanentemente a México a un choque y a una confronta con más derramamiento de sangre.
El sentido común es el que inspira la ley y ese sentido común es el que nos dice que Andrés Manuel López Obrador no está respetando las leyes. Por eso se le ha hecho tan difícil gobernar y que lo acepten como gobernante. De ahí que nosotros los abogados y en defensa de nuestra Nación hoy alzamos la voz y la exigencia para que se provea justicia para nuestro México y, por desde luego se respete a nuestra Carta Magna, algo imprescindible para encontrar la ruta que nos lleve a buen puerto como Nación.
Es un sentir universitario que los abogados egresados de la Universidad Nacional Autónoma de México, ante el momento actual que vive nuestro adorado suelo, divulguen para que se sepa que el caso de México no es un caso perdido. Anatema a quién piensa o diga que no hay nada que hacer. En México siempre hay algo y ese algo es que hoy exigimos de Andrés Manuel López Obrador el respeto a la ley. México no es un litigio perdido. Siempre hay una posibilidad, por distante que parezca ser.
Esa posibilidad se llama Justicia.
Ahora con voz viril viene la exigencia: La narco-política no va a poder con el Derecho. Andrés Manuel no va a poder contra el Derecho.
Es cuanto.
Lic. Alberto Woolrich Ortiz
Presidente de la Academia de Derecho
Penal del Colegio de Abogados de México, A.C..