homopolíticus
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—Denme primero la cabeza del fiscal [Uriel Carmona] y luego les doy la del gobernador [Cuauhtémoc Blanco], condicionó Adán Augusto López, por cuyo libro biográfico, El hombre grande, sólo tres personas se interesaron en Cuernavaca.
La decena de curuleros de Morelos —encabezados por los diputados Pancho Sánchez [PAN] y Agustín Alonso chico [NA]— presionaron al presidente López Obrador en Palacio Nacional, no en busca de justicia por el asesinato en día antes, de la diputada Gabriela Marín [†].
Fue el jueves 6 de octubre de hace dos años. Al presidente LO le pasaron una tarjeta de que había una comisión de diputados afuera, en espera de audiencia. —Atiéndelos, instruyó a Doble A, y pidió a Rosa Icela Rodríguez y Alejandro Encinas que le acompañaran. Paola Cruz, Tania Valentina, Macrina Vallejo, Luz Dary Quevedo, Julio César Solís, Alberto Sánchez y Alejandro Martínez, además de Sánchez y Alonso, salieron de Plaza de la Constitución sin número, como entraron: con las manos vacías.
Cuando una diputada negó proteger al zar anticrimen, de quien López pidió su defenestración inmediata, y otra rechazar seguir una estrategia política para mandar a la cesantía a Cuauhtémoc, Doble A se hizo actoralmente hacia atrás en su silla y golpeó la mesa. La decena esa que vistió de negro y llevaba cara de circunstancia, salió con las manos vacías, pero con la vesícula llena.
Por una de esas indiscreciones que nunca faltan, o, mejor dicho, que nunca sobran, se supo que el número 2 del gobierno de la República se mostró tal cual es: áspero, sin pulimento. Además, tenía órdenes de argumentar, pero no ceder ni conceder. En ningún momento se presentó perturbado por la occisión de la diputada, atacada un día antes a balazos, cuando fue a comprar productos de limpieza para su recién nacida.
Hoy, Doble A llega a Cuernavaca, con la mala fama de un disruptor profesional, incluso con sus correligionarios. Si como poderoso número 2 de la Cuatroté protegió los excesos de Cuauhtémoc Blanco —como lo hizo Olga Sánchez Cordero, por recomendación presidencial—, como precandidato a la Presidencia de la República por la Marca MORENA, quedó a deber y no solo en materia política y electoral, sino financieramente, es decir, incumplió acuerdos.
Con la ambición de ganar Cuernavaca —¿dije Cuernavaca?—, impuso angelical coordinadora general de la campaña y bajó financiamiento a talegas. Lo más probable es que Doble A quiera vivir en Cuernavaca, lejos de los gritos de los tabasqueños en su contra. El exitoso aventurerismo de Cuauhtémoc Blanco, hasta hora exitoso, es mal ejemplo para los de espíritu débil y ambición desmedida.
letraschiquitas
Atina Cipriano Sotelo cuando dice que el poder Judicial vive una de sus peores etapas, si no es que la peor de todas, y que los magistrados en cualquier momento cesan a su presidente, Jorge Gamboa. El relevo, cree letraschiquitas, sería Francisco Hurtado***. De esos males que dice la politología son sin daño —más bien publicidad gratis—, fue lo provocado contra el exmandatario Graco Ramírez, que ayer debía presentar su libro, pero no en medio de patrullas policiales**. La merecida grosería no fue contra el exmandatario —«No tengo miedo»—, sino contra el laureado escritor Enrique Serna y la valiente periodista Lourdes Mendoza, pero, sobre todo, contra el público.