Desde hace tres semanas el servicio que brinda la empresa de telefonía celular de la que es propietario Carlos Slim Helú deja mucho qué desear. Las llamadas no se conectan, por lo que hay que repetir la marcación una, dos y hasta tres ocasiones. Luego de conseguir que las líneas contacten una con otra, la conversación se interrumpe abruptamente o, en el mejor de los casos, continúa sin que ninguno de los conferenciantes entienda lo que dice uno al otro debido a la distorsión de la voz o al ruido que produce la invasión de la estática. Así que hay que volver a marcar una, dos, tres veces y… ¡Es el cuento de nunca acabar!
Éste que presta el señor Slim Helú, con tarifas desproporcionadas en comparación a lo que cuesta este mismo servicio en cualquier democracia más avanzada que la nuestra, es sólo un ejemplo de los muchos que en México florecen.
Los ciudadanos no recibimos a cabalidad aquello por lo que pagamos. Igual si son impuestos o contribuciones al erario público –la infraestructura básica, destrozada; la atención médica, puro discurso; la seguridad, ¡mejor sálvese quien pueda!–, que kilos que no son kilos, litros que apenas llegan a los 900 centilitros, que tarjetas pre-pagadas para las casetas de peaje que las concesionarias privadas de autopistas y caminos ponen a la venta.
¿Ha intentado usted pasar con la fluidez prometida por una de estas garitas electrónicas de los segundos pisos construidos en la capital nacional por OHL e ICA? Los lectores casi nunca funcionan. La pérdida de tiempo es enorme, porque los trabajadores ahí colocados para subsanar la falla del sistema apenas si atinan a digitar el número del adminículo colocado en el parabrisas de los vehículos. Los embotellamientos que provocan son antológicos. Y el pretendido ahorro de tiempo en el traslado de un sitio a otro se pierde con sólo tratar de ingresar.
Y otra vez el señor Slim Helú, pues me dicen que esas garitas electrónicas las tiene también él en concesión.
¿Qué carajos funciona, entonces, en el imperio del llamado hombre más poderoso del mundo? ¿A tal debemos ese su poder? ¿A que nos vea la cara de babosos porque nadie, absolutamente nadie, se atreve a protestar?
TIRA LA BOLSA Y SE BENEFICIA
Y nadie es nadie. Porque el señor Slim Helú hace lo que se le da la gana sin que autoridad alguna le presente cara. Hace dos semanas, justo en la víspera del 14 de febrero, Día de San Valentín, el craso dio tremendo “regalazo” a sus inversionistas y, claro, al nuevo gobierno federal.
“Tiró” el índice de la Bolsa Mexicana de Valores, al presentar el reporte de resultados del cuarto trimestre de 2012, donde se leyó que Telcel registró una utilidad neta de 15 mil millones de pesos, 8.2% menos de lo obtenido en el mismo lapso de 2011, y que la utilidad de Teléfonos de México (Telmex), la principal empresa de telefonía fija en el país, cayó 44.2% al pasar de cuatro mil 84 millones de pesos en el cuarto trimestre de 2011, a dos mil 280 millones de pesos en el mismo periodo en 2012.
Y en consecuencia, las acciones de América Móvil (AMX), la empresa en la que Slim Helú concentra sus negocios de telefonía, “sufrieron su peor caída en cinco años, lo que provocó que la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) cerrara con una pérdida de 1.73%”, informaron estos último los medios.
Pero sabe usted qué fue lo peor, pues que “caritativo”, el señor Slim Helú se plantó en el mercado bursátil y salió a “rescatar” esas acciones a la baja, recomprándolas a un menor precio por supuesto.
¿Perdió el señor Slim? No. Nada de eso. Por esos días, invirtió algo así como 514 de sus muchos cientos de miles de millones de pesos para adquirir 36 millones de sus propias acciones, que en breve van a cotizarse a un valor muy superior… porque la televisión por la que tanto ha peleado –y ya se ve, también chantajeado–, está por convertirse en otro más de sus muchos negocios.
Mientras, los consumidores, pasivos, nada más nos quejamos. Y quienes deberían plantársele, le temen y lo rehúyen. No les vaya a tirar otra vez la Bolsa. Nadie la planta cara al señor Slim Helú, reitero. Y nadie es nadie.
Índice Flamígero: No sólo las estadounidenses Fortune, Forbes y Bloomberg lo tienen colocado en la cima. De acuerdo al Informe Hurum, recién divulgado en Beijing, el magnate mexicano de las telecomunicaciones Carlos Slim, de 73 años, es el hombre más rico del mundo con una fortuna estimada de 66 mil millones de dólares.
— y con concesiones que son propiedad de la nacion ?? don paco. igual q las televisoras. concesiones gallinitas de los huevos de oro. para los mexicanos bachocos caros !!!