Victor Roccas.
En la antigüedad los tributos eran una obligación demandada a cada clan, tribu, pueblo, señorío, feudo, región, territorio, incluso feligresía, por un líder, un jefe, señor feudal, hacendado, rey o sacerdote, eran estos impuestos cobrados en especie o trabajo pero siempre en obediencia y sumisión.
Los tributos o impuestos entonces han sido la base de financiación de cada sistema político y religioso que rige y gobierna a un número de habitantes dentro de un territorio, llamado en conjunto estado.
Por tanto, desde los albores de la sociedad hasta hoy la “compensación o pago” que se hace a quienes “supuestamente nos sirven pero realmente servimos” y que fungen como administradores de sociedad o estado, vulgo gobernantes, es una condición prácticamente sin cuestionamiento.
Así, si se vive en un estado moderno, cualquiera que sea, democrático, republicano, socialista, comunista, capitalista o neoliberal, teocrático, laico o narco-estado, se es sujeto y obligado a pagar tazas impositivas (o cobro de piso) a juicio de la administración pública, esos impuestos en hipótesis son utilizados por el “gobierno” para satisfacer, avalar y responsabilizarse de las necesidades básicas de la sociedad, esto es, todas las garantías constitucionales así como derechos humanos, que en esencia se conocen como ¡El contrato social!, el ciudadano paga impuestos y el gobierno administra el estado siempre normado por la Carta Magna.
Entonces, lo que el gobierno haga en favor de la ciudadanía no es una dádiva, ni un favor, mucho menos un gesto moral, es su obligación como lo es que el ciudadano pague sus impuestos.
A los impuestos podemos, si el lector me permite, identificarlos de dos maneras; los directos que gravan a productos y servicios, y los indirectos que se pagan por el consumo de esos productos y servicios, debido a ello tanto paga impuestos un profesionista asalariado, un burócrata en nómina, como un empleado informal que compra un refresco en una tienda de abarrotes, o un niño de la calle que compra y re-vende chicles en un crucero.
Resultando que no, definitivamente lo que el gobierno entrega o dispensa como “ayuda social” o “programas de apoyo social” son su obligación para con el estado y decididamente no son la panacea humanitaria originada en las mentes extraordinariamente filantrópicas de politiquillos mierdas al servicio del pueblo que ocultan la enorme corrupción al no cumplir con sus obligaciones y responsabilidades como administradores del estado.
En ello, argumentar que utilizar o recibir esos derechos, garantías, servicios, que el gobierno ejerce con ¡Nuestros impuestos y mandato constitucional! es mantener vagos o “huevones” estirando la mano como miserables pordioseros, es la más abyecta condición de pensamiento social que se puede esgrimir y son los adalides de la oligarquía y sus lameculos quienes han perpetuado ese recurso argumentativo para justificar la corrupción a la cual cada gobierno es co-participe.
No, hijos de la chingada, no es que vivir con lo básico sea vivir en la pobreza ni mucho menos en la miseria, es una condición inapelable del contrato social que establece como derecho el bienestar y como obligación pagar cuotas tributarias. De esa manera funciona y se establece en la constitución, ¡Carajo, no son limosnas, ni donativos, ni regalos, son derechos bien ganados y pagados con impuestos constantes! Lamentablemente cada día esos impuestos parecen más extorsión de parte de cada gobernante que hoy se asemejan a, o son, jefes de plaza de algún cartel o cártel.
Y desde luego que a los pobres, miserables, desposeídos y desempleados no los mantienen ni la clase pudiente ni la trabajadora, muchísimo menos los conocidos como “contribuyentes cautivos”, pues el estado debe garantizar a todos los ciudadanos bienestar sin condición de clase social, en igualdad y bajo las normas de los derechos humanos y la Constitución.
Las escuelas, hospitales, carreteras, oficinas, dependencias, programas, estrategias, etc, del gobierno que se denominan “gratuitas”, ¡No lo son carajo!, ya han sido pagadas con los impuestos de todos y cada uno de los ciudadanos y foráneos en tránsito temporal.
Cuando a usted querido lector le quieran vender la falacia de que sólo los asalariados, trabajadores formales, empleados en nómina, burócratas, empresarios pequeños, medianos y grandes o fortunas heráldicas y dinásticas mantienen a millones de hambrientos tiene dos opciones; ser un perfecto cretino o hacer gala de consciencia social.
Pues ni el gobierno nos hace un favor por atender la muy profunda desigualdad en México, crimen, inseguridad, analfabetismo, hambre, miseria, enfermedades, pobreza, etc, que por cierto ellos, el gobierno, ha causado y sigue manteniendo, como tampoco a los grandes capitales y emporios financieros les interesa el bienestar social más allá de sus expectativas de mercado, amén de que ellos son quienes han corrompido a cada gobierno para quebrantar el contrato social.
Y si algún imbécil defiende el argumento de “¡Yo no necesito del apoyo del gobierno porque yo si trabajo!”, por favor recétele una mentada de madre o dedíquesela de mi parte pues por muy trabajador, esforzado, diligente, dedicado y preparado académicamente que sea, ese pendejo necesita un marco de oportunidad y seguridad para desarrollarse, y ese marco o ambiente lo debe garantizar el gobierno.
E igualmente si algún otro prófugo del ácido fólico defiende el argumento de “Es que el mexicano es huevón y sólo le gusta estirar la mano para que “papi” gobierno le mantenga!” recuérdele al muy idiota lo que mexicanos marginados y expulsados de este pinche país por ser pobres han logrado en USA, y que a pesar de la discriminación que sufren allende la frontera norte han logrado forjarse como piezas indispensables económicamente para el país del neoliberalismo y para el nuestro gracias a las remesas, ¿Sabe usted porqué estimado lector? Pues porque al menos allá existe un marco propicio para el mercado donde el dinero lo es todo, por ello a los gringos les importa tanto el consumo, el circulante y el crédito, pero sobre todo la miseria y corrupción de otros países que exportan personas desesperadas por trabajar y ser parte de la esclavitud moderna.
Dado todo lo anterior la pendejada esa que el Peje sustenta como el “sueño mexicano” que añoran los paisanos para regresar de inmediato no existe, es sólo propaganda electoral, y afortunadamente no existe porque de existir y de regresar todos los mexicanos a este pinche ¡Vergel o paraíso! que dice el Macuspano es México, quiero ver como se van a cubrir las remesas que dejarían de ingresar a la economía, (sin mencionar que esas remesas son en realidad tributos de extorsión para mantener medio vivos a familiares secuestrados de los migrantes) ¿Acaso serán los empresarios Forbes que tanto cuida y arrulla AMLO mientras aumentan sus fortunas quienes cubrirán los ingresos por remesas ?
¿O acaso serán los gobernantes de los tres niveles cuando administran los dineros del presupuesto discrecionalmente? ¿O tal vez las remesas que ya no lleguen podrán ser cubiertas por esas maravillas llamadas AIFA, Refinería Olmeca, Tren Maya o la rifa de activos de la nación o los negocios con empresas como Iberdrola, Black Rock, Nestlé o Tesla?, ¿O tal vez los ingresos por remesas podrán ser sustituidos por las empresas de los amigos de Andy o los de Ramoncito y consorte? ¿O seguramente lo harán todos aquellos “riquillos” de medio pelo que piensan que con sus trabajos formales mantienen a 50 millones de haraganes?, ¿O seguramente toda esa pléyade de gente bonita y famosa de la casta empresarial y dorada que evade impuestos?¿Será entonces PEMEX o CFE?.. La única posibilidad realmente concreta y suficiente para sustituir los ingresos por remesas en México es mediante la generación de ingresos por el narcotráfico, así de maravilloso es el “sueño mexicano”.
No, sufrido lector, cada administración pública desde la llegada de los españoles, sea la conquista, el virreinato, la iglesia, la monarquía, la república, la democracia capitalista y ahora la social democracia han sido manejadas por puritito hijo de puta que se ha servido de los tributos, impuestos, remesas y dinero del crimen para amasar fortunas y fundar castas doradas a sacrificio de millones y millones de miserables mexicanos que aún hoy viven esperando unas migajas de justicia y derecho a golpe de fe y esperanza.
Y si algo odio, estimado lector, es a esos ojetes que anuncian que “¡El pobre es pobre porque quiere!¨, a aquellos arrogantes que se sienten merecedores de sus privilegios ganados a fuerza de la desigualdad e injusticia hacia de millones o a aquellos enajenados que aún creen en la competitividad, el crecimiento sostenido y el mercado como vía para el desarrollo social.
Desde aquí, desde mis letras y pensamiento les digo a todos ellos ¡Váyanse al carajo descastados parásitos! Y lo mismo aplica para aquellos que disfrazados de humanistas, de progresistas, de socialistas o de izquierdistas, intelectuales, comunicadores, académicos, que siguen comerciando del dolor de tantos mexicanos abandonados a su suerte mientras abrevan del capitalismo, mientras esgrimen sus verdades a medias, sus mentiras, esa pinche fe, aquella maldita esperanza en un sistema electoral y voto que a la usanza de la religión católica se ha cincelado en el alma de un pueblo hace siglos orgulloso y hoy sodomizado todos los pinches días, ayer por curitas de pueblo y hoy por politiquillos de mierda.
-V.Roccas.