* El torniquete del garrote vil impositivo siempre aprieta las mismas nucas, las de esos pequeños empresarios, empleados, obreros o informales (a través del IVA de su consumo) que no tienen para dónde hacerse, aunque sientan que el agua ya rebasa los aparejos. Toda esta irritación social tiene como gasolinazo un solo hecho: dejó de alcanzar para el chivo
Gregorio Ortega Molina
El último día de junio lo festejan con incremento hasta el 4.25 por ciento en tasa de referencia; al día siguiente enviaron la corona fúnebre a la endeble economía de los hogares mexicanos, con ese gasolinazo que se convierte en recursos fiscales insuficientes para contener el desplome, que ya es recesión. Engulló el optimismo de los bolsillos de la clase media.
El obstáculo que tiene este gobierno para acaudillar la solución de los problemas en lugar de profundizarlos, es porque los niega y, además, se esconde de su propia realidad, porque carece de autoridad ética y moral. ¿Cuántas veces anunciaron que el año 2015 vería los últimos incrementos a las gasolinas?
Es cierto que, como dice el tío Rogelio, “la cosa no está tan pior”, pero mal de muchos, pues ya saben ustedes, lectores. ¿Qué pasaría si los estrategas de la imagen institucional de Presidencia de la República, decidiesen dar a conocer las cifras reales de la economía, de las muertes violentas, las desapariciones, las extorsiones, el cobro del derecho piso, uso y destino del dinero negro levantado en las calles, así como uso y destino del fondo petrolero? ¿Por qué no asumen con toda claridad una postura sobre la corrupción y el esfuerzo por hacer de la 3 de 3 un desmadre? ¿Por qué huyen de la reforma del Estado como de la peste negra?
La realidad indica que nuestro país está en recesión. En alguna sección de economía de hace dos semanas, leí que durante el mes de abril la salud económica mexicana presentó elementos recesivos, pero en el gasto de los hogares, cuando juntan para la compra de alimentos, el dinero dejó de alcanzar para adquirir lo necesario para vivir con cierta dignidad, al menos desde el último trimestre del año anterior.
Pareciera que mi aserto es ficticio, porque se especula con el dólar, las colas para sacar pasaporte y visa son largas, las inscripciones a campamentos de verano crecen en relación a años anteriores, los hoteles dentro y fuera del país recibirán a decenas de miles de mexicanos, las inversiones mexicanas en bienes raíces en EEUU se mantienen, algunas empresas prosperan, pero si consideramos que hay 120 millones de mexicanos y constatamos que sólo dos o tres millones -bueno, digamos cinco- de ellos se mueven con suficiente holgura, entenderemos de qué estamos hablando.
Habrá que añadir que la deuda pública crece al ritmo de 1,389 millones de pesos diarios y, además, la SHCP informa que la inversión pública decreció 19 por ciento. El panorama, a pesar del maquillaje de cifras, ¿indica que estamos instalados en la recesión, o no?
El torniquete del garrote vil impositivo siempre aprieta las mismas nucas, las de esos pequeños empresarios, empleados, obreros o informales (a través del IVA de su consumo) que no tienen para dónde hacerse, aunque sientan que el agua ya rebasa los aparejos.
Toda esta irritación social tiene como gasolina un solo hecho: dejó de alcanzar para el chivo.
Si desean que sean los mismos los que paguen los platos rotos, mal se verán y mal les irá, pues al que mal obra se le pudre… ya saben qué…
Informen, entonces, sobre la realidad, para que orienten el cambio en el comportamiento social, y el estallido que se anuncia sea sólo eso, un anuncio.