Para los asalariados sólo falta una quincena. Para los beneficiarios de los programas asistenciales de Sagarpa, Sedesol, Salud, etcétera, un siglo en tiempo real, para que se inaugure la temporada panbolera marca mundial. Viene el futbol, y casi todo puede esperar, menos comer.
Eso, claro, independientemente de los ridículos que hagan en la cancha los ratoncitos verdes, y los desfalcos que siguen haciendo en el presupuesto las ratotas tricolores.
En unos días se vaciarán las tiendas departamentales para adquirir, fuera de toda proporción de gasto , las pantallas gigantescas de alta definición para que la gente en las ciudades grandes disfrute de su masoquismo preferido. Para que todos nos convirtamos en una horda de conversos y fanáticos en busca de solucionar las frustraciones cotidianas.
En unos días, todos los mexicanos mandaremos por un tubo las tediosas campañas publicitarias, la invasión de spots ridículos y agresivos con que hemos sido atacados, los discursos planos, las mentiras y promesas proverbialmente incumplidas que son la droga dulce de la política aquí en el rancho grande.
Nos sentaremos a ver la televisión para oír a los gritones insulsos, a los doctores de la mendacidad, a los incompetentes, a los paniaguados de las empresas comerciales que tratarán de subir exponencialmente el consumo de chatarras, mientras la depresión y la euforia se adueñan a cada paso del ánimo colectivo de los panboleros, desgraciadamente casi toda la población.
La buena noticia es que no hay indecisos: todos decidieron su voto
Los maniqueos clasifican las noticias en malas y buenas, no hay medias tintas. En México, la mala es que faltan sólo unos días para que sintamos todos los rasgos psiquiátricos del padecimiento que afecta a los borderline mexiquitas: pasar en unos cuantos segundos de la algarabía a la tristeza, del llanto a la carcajada, de la euforia a la depresión, dependiendo de las emociones prestadas de once sujetos tras una pelotita. Peores que cualquier bipolar en tratamiento.
La buena es que ya no habrá tiempo para que los indecisos, según los encuestadores, sigan pensando a quién dar su voto, cuando es evidente que ya decidieron no querer vivir más en un régimen de opresión, con un encarecimiento galopante, una inflación maquillada, más una devaluación terrorífica, un grupo de descastados robándose nuestro dinero.
Las noticias malas en el caso panbolero vendrán acompañadas de las justificaciones de siempre: lo importante no es ganar, sino competir, está muy difícil la competencia, el público asistente era demasiado ajeno, el árbitro no pitó un penalti que hubiera sido la salvación para los tricolores en la cancha. O la clásica : esto está muy duro.
Las ratas tricolores son una selección de pillos, ignorantes y perdedores
Porque, oiga usted, no hay mayor espectáculo terrorista en el mundo que ver a los ratoncitos verdes fallar penaltis, no atinarle a las porterías, despedirse con las cajas destempladas, observar los ridículos de siempre. Aunque no se pueda creer, es la desilusión más grande en cualquier ánimo tercermundista.
Las ratas tricolores, a pesar de lo que se diga en contrario, son los fieles exponentes de nuestra clase política despreciable. Es un grupo que más que una selección de perdedores es el resumen humano del nivel de descomposición política y deportiva, en un país donde todo tiene el mismo nivel underground de todo lo que se abomina.
Las noticias buenas son que ya no puede haber comportamientos erráticos en la mayoría del electorado mexicano, que ya no habrá teorías catastrofistas de polarizaciones, que ya no se discute desde ahora hacia dónde apunta la preferencia real y el sentido de la decisión del cambio político y social de la población.
Los ratoncitos se instalarán en la melancolía del chicharrón y el sope
Del 14 al 30 de junio, período inexorable para ser testigos del nuevo fracaso de los ratoncitos verdes en Rusia, todo será igual a como ha sido la competencia mundialista, desde los años 50 del siglo pasado hasta nuestros días. Siempre de la mitad de la tabla para abajo. Algún triste empate y una campanada sin consecuencias reales, sólo para seguir engordando el caldo de las taquillas en los torneos locales.
No llegar jamás al quinto partido, excepto alguna vez que se jugó de local. Extrañar entre los jugadores seleccionados el trato ubérrimo que los clubes dan a los futbolistas que se significan por asistir erróneamente a la justa. Alguno que otro instalado en la melancolía del sabor de las tortas ahogadas, el sope con frijolitos, los tacos de chicharrón y la cerveza bien muerta.
En ese período de pax deportiva, los mexicanos confirmarán las tendencias políticas, no querrán saber un punto ni una coma de lo que se dice encima de los templetes, de los sesudos análisis de los comentócratas de huarache, de las ofensas y los ataques que a falta de programa y de posición popular se enderezan a diario contra el puntero.
Los más desfavorecidos seguirán buscando afanosamente las tortillas, desenredando los intríngulis de los pesados e inexplicables requerimientos a llenar en las peticiones de los programas sociales para el campo y las ciudades, la desesperación ante el abismo de todo tipo de precios y prestaciones. Viviendo la desigualdad de todos los días.
Los mexiquitas se retratarán y publicarán sus fotos en sus medios a modo
Mientras, Televisa, el monstruo panbolero inodado en los crimenes de la FIFA, aprovechará las concesiones internacionales conseguidas en las transmisiones de rigor para subsanar el desastre administrativo y financiero al que lo han llevado sus alucinaciones de hacer una televisión para jodidos y abandonados, que afortunadamente ya cambiaron sus gustos de divertimiento.
Los mexiquitas se retratarán y publicarán en sus medios a modo y a precio de oro sus fotos en familia futbolera y política, mostrando sus palmitos, su abundancia, restregando su placidez y su emoción fingida a cada buen lance de cualquier seleccionado.
Los mexicanos sentirán ese tobogán de emociones, que los lleva de la confianza en los ratones verdes, a la decepción total de su desempeño. equiparándolos con las ratas tricolores. Sentirán lo que se siente ser un borderline sin poder. Un sujeto trepado en el frenesí de las expectativas falsas, estrellándose en la cruda realidad de un país saqueado y empobrecido por lo peor de la raza.
El 2 de julio pasarán a la báscula muchos de los insignes beneficiados
Panboleros mexicanos y borderline mexiquitas se conectarán por primera vez en el delirio del triunfo y la desesperanza. La verdad es que faltarán pocos días para que a partir del 2 de julio se empiecen a revisar de fondo algunos de los momentos más indecentes de la vida nacional.
Pasarán a la báscula muchos de los insignes beneficiados. Serán investigados los contratos del remate petrolero nacional, los fraudes presidenciales de Odebrecht, los huachicoleros, los defraudadores, los responsables de los socavones, los concesionarios nylon de las desgracias en las fallidas obras de infraestructura, los atacantes de los trenes de alimentos, las complicidades con la delincuencia organizada, los beneficiarios del favoritismo presidencial de la república priísta.
Hacer de carne y hueso los fallidos programas sociales de Sedesol, Sagarpa, Salud y todos los que hoy sólo rinden beneficios a quienes deberían entregarlos. Todo lo que quieren evitar las ratas tricolores de la administración blandiendo la amenaza de un fraude electoral descarado y sangriento, como nunca hemos visto.
Votará en cascada mayoritaria las tres cuartas partes del padrón electoral
Es lo que el pueblo espera. Por éso saldrán a votar más de sesenta millones de mexicanos, casi el 75% del padrón electoral. Por uso han decidido entregar su voto en cascada mayoritaria a los representantes de Morena en los congresos federal y locales y en la mayoría de las gubernaturas en disputa.
Encomiemos a los ratones verdes. Condenemos a las ratas tricolores.
¡Todos a votar!
Índice Flamígero: Los próximos 30 días atestiguaremos como desde Los Pinos y desde el PRI se intensificará la campaña de encuestas a modo para intentar hacer creer a los votantes que el candidote Meade ha avanzado hasta el segundo lugar, ya casi alcanzando al puntero. Nadie les creerá. Y es que luego de que hace ya varias semanas que aquí se hiciera público el estudio demoscópico de Indemerc, donde el puntero ya había alcanzado el 50% de intención del voto –lo que ayer convalidó el diario Reforma al darle al mismo candidato el 52%– no habrá quien se trague tal rueda de molino. No obstante, esa es la “estrategia” de los toluquitas y los cada vez menos tricolores para convalidar el fraude mediante una operación que tienen preparada para el mismo día de los comicios. + + + Pregunté ayer a un experto, ¿qué pasaría si, efectivamente, se llevara a cabo un fraude que violentara la voluntad popular? La respuesta no es obvia. En el interior del país habría violencia, pero también represión. La Ley de Seguridad Interior está vigente y no sería extraño que, en el transcurso de junio la Corta de Justicia declarara su constitucionalidad para que el Ejército pudiera intervenir “legalmente” ante los motines. En el exterior se perdería todo el crédito y la confianza en los gobiernos mexicanos.”
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