FLORIDA, ESTADOS UNIDOS, 15 de junio (Al Momento Noticias).- El estado de Florida tiene poco más de 18 millones de habitantes y un millón de ellos tienen permiso para andar armados. Es el mayor porcentaje de civiles armados en todos los estados de Estados Unidos. Esto es posible porque Florida cuenta con una generosa ley de portación de armas, aprobada en 1987 y reformada en julio pasado, cuando se facilitó aún más la compra de armas reduciendo el papeleo para obtener el permiso para portarlas ocultas y los costos del trámite.
Además, en Florida existe otra ley, muy controvertida, que otorga inmunidad a toda persona que haga uso de un arma autorizada para defender propiedades y bienes, y cometa un delito de sangre. Es esta la ley que en febrero pasado, la policía de Sanford, una ciudad al norte de Florida, quiso aplicar al “vigilante” hispano George Zimmerman quien mató al adolescente afroamericano Trayvon Martin. El caso provocó una ola de indignación nacional y el ‘vigilante’ se encuentra ahora acusado de asesinato en segundo grado.
En Florida es muy fácil comprar un arma. Cualquier residente puede ir a una armería, escoger el arma que quiera, esperar la confirmación de que no tiene antecedentes penales, un proceso que dura 72 horas, después pasa a recogerla y listo para disparar. No necesita ningún tipo de licencia especial si desea usarla para tirar al blanco.
Sin embargo, si quiere portarla oculta, hace falta un permiso especial, el que ahora ya disponen un millón de floridanos. El permiso para portar armas ocultas autoriza a quien lo posea a llevar encima el arma todo el tiempo, aunque tiene que presentar una justificación para ello. Las justificaciones no son complicadas de dar. Basta informar a las autoridades que se teme por su vida, aunque el motivo sea trivial, que tenga una profesión que lo obligue a transportar dinero y documentos importantes o, sencillamente, porque por razones de trabajo se desplaza por la noche por la ciudad. Además, se sabe que la mayoría de los políticos y funcionarios públicos, jueces y muchos abogados, suelen andar armados.
El comisionado de Agricultura de Florida, Adam Putman, dijo esta semana que la astronómica cantidad de floridanos que se desplazan armados “marca un hito” en la historia del estado y refleja “el éxito del programa de protección de la privacidad” de los ciudadanos, instaurado en 1987 con la aprobación de la ley.
Putman no está para nada preocupado con el peligro que puede representar tanta gente armada deambulando por las calles. En un comunicado enviado a ELMUNDO.es por su oficina, el comisionado estima que “el estado es ahora más seguro, porque la gente es más responsable”.
En Florida, donde desde julio pasado los pedidos para portar armas ocultas se ha incrementado 14%, el problema tiene una vertiente psicológica, porque la mayor parte de los portadores de armas ocultas son personas con más de 51 años de edad, el 79% son hombres y, en muchos incidentes, los investigadores constataron que los disparos fueron hechos más como una reacción emocional que para enfrentar una amenaza real.
Cuántas armas de fuego hay
¿Cuántas armas de fuego hay en Estados Unidos? Nadie lo sabe. El Congreso de ese país nunca ha autorizado la creación de una base de datos al respecto. ¿Cuánto muertos hay por armas de fuego en EU? También es un misterio. La causa: la misma.
En septiembre de 1996, el congresista republicano por Arkansas Jay Dickey introdujo una enmienda a una ley presupuestaria en la que prohibía que el Centro para el Control de las Enfermedades (CDC, según sus siglas en inglés), que estaba llevando a cabo un estudio de las armas de fuego como riesgo para la salud en Estados Unidos, prosiguiera esa línea de investigación.
Como consecuencia, no existe ningún tipo de estadística oficial sobre cuánta gente muere -o se suicida- a balazos en la primera potencia mundial, el país que ha convertido el ‘big data’ en una especie de religión.
Pero sí hay estimaciones. Grupos conservadores, favorables al derecho de tener y portar armas, calculan 32 mil muertos al año. De ellos, unos 20 mil son suicidios. Unos 600 son considerados accidentes. Y algo más de 11 mil son asesinatos.
En realidad, no es tanto si se considera que la mitad de las armas de fuego del mundo están en manos de civiles estadounidenses.
Según el Departamento de Justicia de Estados Unidos, en 2013, que es el último año del que hay cifras oficiales, se vendieron 16.3 millones de armas de fuego en ese país. Eso significa 44 mil 889 armas al día, sábados y domingos incluidos.
En los seis primeros años de la Presidencia de Obama, se han vendido 61.2 millones de armas de fuego. Usando estimaciones provisionales, Michigan Open Carry -un grupo que promueve no sólo la tenencia de armas, sino el derecho a llevarlas y a mostrarlas públicamente- cree que desde que Obama llegó a la Casa Blanca se han vendido 80 millones de armas de fuego.
Así que, ¿cuántas armas hay en EU? En 2007, antes de la explosión de la venta provocada indirectamente por la presencia de Obama en la mansión de la esquina de la calle 16 y la Avenida de Pennsylvania -o sea, la Casa Blanca- el Estudio de Armas Cortas de Ginebra estimó que la cifra era de 270 millones.
En 2009, el Servicio de Estudios del Congreso llevaba esa cifra a 310 millones. Ese año, la población estadounidense era de 306.8 millones de personas, lo que implica más de un arma por cabeza, contando a bebés lactantes, enfermos en coma, presos y personas en instituciones psiquiátricas; cuatro grupos que, por definición, tienden a no poseer armas de fuego. Aunque eso no siempre se cumple en EU, ya que, en 30 de sus 50 estados, un menor de edad no puede tener legalmente una pistola, pero sí un rifle o una ametralladora.
Así se explica que una niña de nueve años matara sin querer de un tiro en la cabeza a su instructor de armas en Las Vegas con una ametralladora Uzi en agosto de 2014 en el campo de tiro Balas y Hamburguesas.
En 2007, Howard David Ludwig, alias ‘Bubba’, obtuvo su permiso de armas en Chicago a los 10 meses de edad. El documento incluía con precisión burocrática la estatura del tenedor de la licencia -68 centímetros- y su peso -nueve kilos con 71 gramos-.
Desde entonces, la población de Estados Unidos ha crecido en 12.1 millones de personas, hasta los 318.9 millones. Pero, como hemos visto, se han vendido unos 80 millones más.
Sin embargo, paradójicamente, menos y menos estadounidenses tienen armas. En los años 80, el 50% de las familias de EU tenía un rifle, escopeta o pistola. Ahora, sólo el 32%.
Lo que pasa es que, quienes las tienen, cada vez acumulan más. El mejor ejemplo: el asesino de Roseburg, Harper Mercer, que tenía 13 armas en su casa y la universidad.
Estados Unidos tiene más de 310 millones de habitantes. Se estima que hay entre 350 y 300 millones de armas en manos de civiles. Es decir, casi que en promedio cada ciudadano tendría una pistola, un rifle o una escopeta.
Hay familias en el país que acumulan material bélico. Hogares en Estados Unidos en los que en un clóset, bajo de la cama o en la alacena hay más de tres armas y decenas de municiones. Es como si familias en pueblos tranquilos estuvieran listas para la guerra.
El caso es que la carrera armamentística individual es perfectamente permitida por las leyes federales y estatales. Cuando se ha intentado imponer algún tipo de control, sale a relucir la Segunda Enmienda como el salvavidas para quienes aman el plomo.
Armarse: perfectamente legal
Desde finales del siglo XVIII hay una norma constitucional que permite a los ciudadanos estadounidenses adquirir y portar armas. “Una milicia bien regulada se vuelve necesaria para la seguridad de un Estado libre; el derecho de la población a mantener y portar armas no será infringido”, consta en la Segunda Enmienda, una reforma promulgada en el marco de un proceso de independencia colonial, pero que hoy sigue vigente.
La frase es citada como caballo de batalla entre los defensores del libre comercio de mercancía bélica. Es un derecho garantizado a los ciudadanos para proteger a sus familias y a su comunidad. Cuando se ha intentado controlar o restringir el porte de armas en cualquier estado, la enmienda es citada textualmente frente a los tribunales, los cuales deciden finalmente ratificar el derecho a mantener milicias.
Intentar abolir o restringir la histórica enmienda es muchas veces impensable en la clase política del país norteamericano. Durante la campaña de 2012, el entonces candidato demócrata Barack Obama apenas mencionó la necesidad de plantear ciertas restricciones a la adquisición de armas de asalto por parte de civiles. Hace unos días, luego de la reciente masacre en Connecticut, de manera tímida y entre lágrimas el presidente Obama volvió a hablar de la necesidad de “tomar acciones significativas para impedir más tragedias como esta”. Y en su más reciente alocución, el mandatario habló de estar preparando nuevas medidas de control y reformas de salud mental, en un trabajo encomendado a su vicepresidente Joe Biden, quien hará la propuesta formal en 2013. Lo cierto es que plantear leyes suficientemente restrictivas podría incomodar a uno de los más grandes poderes que defiende la Segunda Enmienda.
AMN.MX/fm
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