* Aurelio Nuño Mayer anuncia que la próxima semana presenta los nuevos contenidos educativos, y me pregunto si quienes los concibieron tienen la creatividad suficiente para sembrar la semilla de un nuevo proyecto de nación, de la refundación de la patria. Es lo que se requiere.
Gregorio Ortega Molina
La cúspide ideológica del proyecto educativo de la Revolución se sustentó en la creación de los contenidos y edición de los libros de texto gratuitos. Ocurrió en el sexenio de Adolfo López Mateos, el secretario de Educación Pública era Jaime Torres Bodet; la dirección, fundación y vigilancia para encausar a buen fin esa idea, estuvo a cargo del escritor Martín Luis Guzmán.
La intención política, social e ideológica de esos libros de texto es clara, trasciende la uniformidad de criterios para fortalecer la unidad de miras, aspiraciones y metas, en las que no todos pueden ser iguales, pero en la que todos encuentran oportunidades para sobresalir y apuntalar la consolidación de un proyecto nacional: el de la Revolución, que sí existió.
El abrevadero humano para dar continuidad y vida a esa aspiración a través de los libros de texto gratuitos, estuvo en la educación normal proveída por el Estado; funcionó como consolidación del concepto ideológico.
El aliento de esa aspiración fue breve, aguantó dos sexenios, pues ya durante el gobierno de Luis Echeverría Álvarez se fraguó el primer atentado en su contra, con la primera reforma educativa -lo fue de contenidos-, a cargo del ingeniero Víctor Bravo Ahuja, secretario de Educación Pública, pero antes rector del Instituto Tecnológico de Monterrey.
Si el proyecto ideológico destinado a los educandos fue de vida breve, el instrumentado para crear conciencia entre los educadores ha sido de largo aliento. Inició con las brigadas culturales de José Vasconcelos, siguió con la reestructuración y refundación de la educación normal, fortalecida con las normales rurales. En su origen era sensato, después lo desvirtuaron, pero todavía no concluye. Ahora llaman focos de subversión a lo que fue y es la esencia de la educación básica mexicana, si aspiran a tener patria.
Los antecedentes ofrecidos en los párrafos anteriores, permiten colegir la urgencia de la reforma educativa, pero también facilita entender el origen del fracaso de lo que instrumentaron como reforma estructural angular, porque si el país carece o cambia de proyecto ideológico, lo primero que es necesario instrumentar en ese ámbito es la reorientación ideológica del proyecto de nación, porque dadas las condiciones económicas de la población, veo muy difícil desaparecer los libros de texto gratuitos.
¿Qué hacer, entonces? Si el programa económico exigido y patrocinado por la globalización carece de ideología, y además va en contrasentido con el quehacer político mexicano y el modelo surgido de la Revolución, lo que se necesita con urgencia es la reforma total del Estado, para reorientar la ideología política, sustentada en un nuevo modelo de gobierno, en la refundación de la patria y, quizá, en una nueva constitución.
De no hacerlo así, puede que construyan una República con habitantes bipolares. El ingenioso Miguel Ángel Osorio Chong anuncia la mano firme contra los opositores a la Reforma Educativa, me pregunto si sabe que es contra ellos mismos que es necesario proceder, pues no saben cómo instrumentarla.
Aurelio Nuño Mayer anuncia que la próxima semana presenta los nuevos contenidos educativos, y me pregunto si quienes los concibieron tienen la creatividad suficiente para sembrar la semilla de un nuevo proyecto de nación, de la refundación de la patria. Es lo que se requiere.