La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
El soberbio siempre se redime cuando ya tiene medio estoque adentro
Cuando se reveló, el asunto de la casa con atracadero de yates en El Dorado, la señora zacatecana contestó, sobrada, ante los cuestionamientos de la prensa: yo no me engancho en esa bronca. Lo más sencillo, es que hubiera presentado sus ‘propios datos’.
Más tarde, ante nuevos señalamientos sobre la disparidad entre sus ingresos y su patrimonio, la doña mandó a Manuel Huerta, para que dijera que después de ‘ganar la gubernatura’, ajustaría cuentas, por medios legales, contra sus difamadores, es decir, ya sentada en la silla embrujada, descargaría su furia hacia quiénes resultaran responsables.
No obstante, el declive en las encuestas, ha provocado que Rocío Nahle abandone su desdeñosa actitud y, en desesperado acto, presentó una denuncia en la FGR “por difamación, daño moral, daños a terceros, falsificación de documentos, acoso a su persona y a terceros y lo que resulte, debido a la guerra de agravios y señalamientos contra su persona y familia en este periodo electoral”.
Es probable que, existan inculpaciones fake en contra de la candidata (no es la única, las hay contra todos los participantes), sin embargo, preguntamos: ¿es falso qué la casa, de El Dorado, está a nombre de su sobrina? ¿Es mentira que su esposo compró un terreno en el citado residencial? ¿es una difamación qué otorgó concesiones de gasolineras al personaje que le vendió el depa en San Pedro Garza García? ¿es falso que benefició a su compadre, Arturo Quintanilla, con contratos para la construcción de la refinería en Dos Bocas?
Para que demandar, simplemente aclare, papelito habla.