Hoy estrenamos título de la columna: Desde hoy, hasta ese punto del Hoyo Negro, donde el observatorio telescópico alcanza a ver, en el borde del hoyo, a donde es succionada la materia hacia un destino que ignoramos: EL PRI Y SU TRISTE PRESENTE (PRESIDENTE): Claudia Ruiz Massieu. Increíblemente, continúa siendo Presidenta del CEN del PRI, bajo su liderazgo sufrió la peor derrota de su historia y de los cuatro partidos minoritarios derrotados por Morena. Como senadora de la República, oscura, inmóvil e infecunda, no ha sido capaz de presentar una sola iniciativa, ni se le conoce idea, menos un programa para mejorar, nada. Nada de liderazgo.
Pero la semana pasada leí que se le vio en España con su tío Charlie, preparando la conclusión de su doctorado, acaso se presentó a optar por el Grado (deseo sea esto último) ¿Sabrá de verás lo que es estudiar un doctorado? ¿O le llama a eso, pasar materias y calcar una idea o fenómeno -así ni la idea se requiere- sobre el método científico? O mejor, que alguien se lo maquile, porque si no es de tiempo completo, necesitas tres o cuatro veces más tiempo y de años, en consecuencia… La metodología del doctorado en humanidades, en España -ni en ninguna otra parte de Europa, puedes modificarla y si quieres cursar los créditos mínimos requeridos en el continente, para poder optar por el Grado, debes dedicar seis horas por materia, adicionales a las tomadas en clase, por lo que sencillamente no llegas a la profundidad, a la comprensión, sino que cumples con el método, sin poder demostrar ningún hallazgo científico. Sin embargo, su extraordinaria ineficiencia cuanto ineficaz rendimiento y falta de noción objetiva, primero, se explican tanto por su absoluto desconocimiento del PRI y su todavía falta de formación académica y científica, que la incapacitó para analizar aplicando el método científico al establecer su estrategia electoral y condiciones políticas de las anteriores elecciones. Pero sobretodo, el resultado se debió a que en lugar de cumplir con la responsabilidad que protestó como dirigente del Partido, su mente y muchas horas a la semana, las dedicó a su doctorado. Porque no creo que haya hecho todo para perder y nada para ganar, porque su tío Charlie le haya indicado -a fin de que ganara ya saben quién.
Acaso ya obtuvo el Grado, pues se cree capaz de definir por su naturaleza, elementos, antecedentes comparativos y consecuencias de derecho, pero aplicando nociones, métodos, terminología de diversas y muy diferentes especialidades científicas, por lo que debe trabajar mucho más en la identificación de su propia especialidad jurídica y le de ese rigor, a la información y conocimientos adquiridos en su formación informal, para poder llegar a conclusiones verdaderas de su verdadera significación. Y lo valoro con usted, paciente lector:
Comienza explicando a su entender, con su supuesta metodología que ni histórica ni comparativamente tiene fundamentación ni coherencia, lo que es la democracia directa y el “riesgo de que la mayoría mande”. Veamos: El tema que describe está perfectamente identificado y estudiado de experiencias históricas por las que nació, se creó y construyó, así como la terminología y la arquitectura constitucional, con sus principios rectores (como leyes en el sentido físico).
Rousseau creía en la democracia directa, que era llamada por la doctrina de la época y por él mismo, simplemente “la democracia”. A lo que llamamos democracia representativa, se le llamaba “la representación”: Rousseau no reconocía al sistema representativo como un sistema democrático. Montesquieu y prácticamente todos los pensadores revolucionarios franceses, concluyeron por la representación hasta fundirla con la democracia, al concluir todos ellos de forma unánime -sin elección- que no existe viabilidad en el mundo moderno (en 1789) de que pudiera gobernarse tomando decisiones a la forma clásica griega. En realidad a esa involución o contrarrevolución de un gobierno directo, a uno de representación: Que decidan -hora sí- sólo lo elegidos.
En América, una década antes, en Filadelfia, los venerables Padres Fundadores de esa nación americana, estuvieron convencidos de que al menos la decisión de quién será su Presidente, de ninguna manera puede ser del pueblo (y conste que sólo votaban los güeritos, y no todos) y crearon el Colegio Electoral, órgano fundamental del Estado, que está facultado para votar con independencia suficiente, a fin de garantizar que gane la Presidencia, quien deba gobernar (no vaya ser el pueblo: “¿¡Imagínense la barbaridad que podrían cometer?!”). No dejaré de apuntar que desde Washington, hace 243 años, aproximadamente, sólo tres veces el Órgano ha votado en un sentido distinto que los votantes, digamos, del infeliciaje, llamados allá, “indirectos”.
En los recientes 20 años, dos veces: Bush, hijo, el de las Torres Gemelas, que justificaron el gasto armamentista operada por esa comercializadora familiar llamada CIA. La guerra injustificada, seudojustificada con mentiras sobre las armas químicas de Sadam, contra Irak, Afganistán, Siria, etc. También debemos a ese órgano de verdaderos “electores” directos el triunfo de Trump, ambos con millones de votos indirectos (del infeliciaje) en contra, un racista facha, misógino, analfabeta funcional, de comportamiento, hábitos, conductas y antecedentes de tendencia delincuencial, con una docena de colaboradores sujetos a procesos penales por responsabilidades públicas en contra del Estado, corresponsables por coparticipación (cómplices, llamados en el bajo mundo) ¡De un gobierno extranjero!
Un órgano así es el que desea para México (y el mundo, creo entender), la senadora Ruiz Massieu, definido por oposición, a lo que dice que arriesga o imposibilita la democracia directa, aprendida por la experiencia y las consecuencias del Brexit de Inglaterra. Ejemplo que sí cita. No acepta, pues sería vergonzoso -o quién sabe- y omite reconocer que el extremo contrario del voto directo y universal, un sistema de voto indirecto (con un cónclave que “garantice que llegue, el que deba llegar”), garantizaría “evitar tropiezos a los que pueden llevar los sistemas de democracia participativa”, confundiendo un sistema de democracia directa, con una herramienta por excelencia de la democracia representativa -lo cual, dicho sea de paso y con la mejor de las intenciones, es penoso e incompatible con alguien que ya fue reconocido con el Grado de doctor.
Toda esa argumentación lírica -respetaré- a fin de cuestionar la consulta (“de democracia directa”) a la que someterá AMLO su revocación de mandato, si el pueblo está de acuerdo en que su “evaluación” se efectúe el mismo día de las elecciones intermedias: Todo ello no para la consulta como método de toma de decisiones -específicamente esa- sino para argumentar que AM no aparezca en las boletas electorales. O lo que es lo mismo, siguiendo al genoma humano para comprender la relación entre la gravedad de la luna y el oleaje marino… Aunque esta de acuerdo con la revocación del mandato (habla además a nombre del PRI: ¡Todavía no se da cuenta de la nula representatividad priista que tiene!).
Y sin ninguna idea original, por ejemplo ¿Por qué no se incluyen en la misma boleta de López Obrador, una terna por si el pueblo votara por la revocación del mandato de AM, de una vez elija a su sustituto -“innovemos”, dijo alguna vez Samuel Palma.
“¿Qué haríamos los mexicanos si ganara la revocación, o si ganara en una consulta por un pequeño margen?”: ¡Eso se pregunta! Y con ello confiesa la verdad de su entendimiento de democracia: Le contesto: Pues respetar a la mayoría. Aunque sea no por poco margen: Aun por un voto, la mayoría. Yo debo estar equivocado pues no puede querer un órgano superior, de criterio independiente y voto decisivo, que garantice quién conviene al superior fin del Estado. Y no dejarlo en manos del infeliciaje.