Palabra de Antígona
Sara Lovera*
La viudez en las mujeres es un estado de crisis vital, de identidad, donde se conjugan el agobio económico, el abandono institucional, la vulnerabilidad emocional y una ruptura del equilibrio que pone en jaque toda su vida. A esta condición se sumaron 10 mujeres, tras la tragedia de la mina El Pinabete, en Sabinas, Coahuila, hace casi cuatro meses. Viudas que ya fueron abandonadas por las autoridades, la empresa y la prensa hoy están sin recursos y sin respuestas.
Ellas son las viudas del carbón, llamadas de este modo a partir de 2006, cuando ocurrió la explosión de la mina Pasta de Conchos que cobró la vida de 63 mineros. Sus restos nunca fueron recuperados, a pesar de una promesa incumplida por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Sobre ellas, que cumplirán 17 años de lucha, nadie se hace responsable; para ellas, ni políticas públicas ni nada. Las funcionarias de género ni las ven ni las oyen.
En la región carbonífera de Coahuila, los pozos inseguros e ilegales se abren y cierran, a pesar de significar la explotación más inhumana y letal para los carboneros. Estas minas no cumplen con las condiciones de seguridad e higiene; muchas trabajan fuera de la normatividad industrial y ecológica. Desde la tragedia de Barroterán en 1969, que dejó 153 viudas, hasta 2020, al menos 552 mineros han perdido la vida.
En esa zona, en cada tercera casa hay una viuda, desde la época de Porfirio Díaz. Así lo sostiene la investigación periodística y la especializada. Un día, el obispo Raúl Vera me dijo que es uno de los lugares donde ha anidado la cultura de la muerte. Solo hay que ver: del Pinabete no se ha vuelto a hablar.
Hoy, el partido oficial, Morena, se apresta a sufragar una costosa y ambiciosa campaña electoral con un candidato impresentable, Armando Guadiana, conocido como el Rey del Carbón, un proveedor —durante décadas— de la Comisión Federal de Electricidad, que hoy encabeza el amigo del presidente, el señor Manuel Bartlett. Guadiana, recientemente tuvo un contrato de 32 millones de pesos, según se documentó en la trama Pandora Papers.
El negocio del carbón en Coahuila tampoco altera a los partidos de oposición, uno en el poder desde hace 100 años. Su explotación deja muertos sistemáticamente, pero su operación es intocable. Se repiten al infinito los conmovedores relatos del abandono de las viudas y sus familias, nadie voltea a verlas.
En el caso del Pinabete, ya dejaron de recibir su pensión, como antes, como siempre, con la complicidad e indiferencia de los gobiernos de este país. Tras la fallida misión de rescate en la mina, que duró semanas, se agotó la esperanza de esposas e hijos, luego de que el Gobierno dio por muertos a los obreros.
Como hace casi 100 años, el 3 de agosto, no solo comenzó el duelo, sino la peripecia para conseguir que la compañía responsable, Minera El Pinabete, pagara a las viudas el salario que cobraban sus maridos, hasta la recuperación de los restos. En principio, la empresa les entregaba 4 mil pesos semanales, pero en octubre, alegando bancarrota, dejó de hacerlo.
Lo mismo Barroterán que Pasta de Conchos, Las Esperanzas, La Morita, La Espuela y tantas otras minas o pocitos, a diario suceden “accidentes” por los que nadie responde, ni el gobierno federal ni el de Coahuila. Así asoma la sombra eterna del olvido.
Inadmisible la indiferencia y el desprecio para las mujeres, como en otros muchos campos. Se solapa la mentira y la injusticia. Así, El Pinabete se suma a esta tremenda e indignante historia de negocios para todos los reyes del carbón. Hoy quiero oír a las viudas para que su enojo se exprese en las urnas en junio próximo. Veremos…
*Periodista, directora del portal informativo semMéxico.mx