Por Aurelio Contreras Moreno
La violencia que ha azotado en los últimos días al estado de Veracruz ha comenzado a equipararse con la sufrida hace exactamente seis años, al inicio del gobierno de Javier Duarte de Ochoa.
Tan sólo en la zona centro del estado, se han registrado más de 40 homicidios en lo que va del mes de junio, 166 por ciento más que los cometidos en el mismo mes de 2016, de acuerdo con los datos de la organización no gubernamental Semáforo Delictivo.
Asimismo, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública reporta que durante mayo, se cometieron 153 homicidios en todo el estado, de los cuales, el crimen organizado participó en 89, siendo hasta ahora el mes más violento de 2017.
En las ciudades más pobladas e importantes de la entidad, como Xalapa, Veracruz puerto y Coatzacoalcos, se registran asesinatos y hallazgos de restos humanos tirados en la calle prácticamente todos los días, mientras la autoridad no atina a definir una estrategia que siquiera pueda contener esta oleada criminal y sangrienta.
A pesar de su manifiesta incompetencia para hacer frente a este fenómeno, el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares se ha negado repetidamente a relevar de su puesto al secretario de Seguridad Pública, Jaime Téllez Marié. Quizás porque aun cuando no sirve para perseguir criminales, es muy “eficaz” como operador electoral, como quedó de manifiesto en el pasado proceso electoral.
Sin embargo, los altos niveles de virulencia del crimen organizado ya obligaron al gobierno estatal a lanzar, al menos a nivel de anuncio, un reforzamiento de los operativos contra las bandas delincuenciales.
La respuesta fue inmediata. Y macabra. La tarde de este martes, trabajadores estatales que colocaban un espectacular con el anuncio de recompensas a quien aporte información sobre delincuentes ubicados de la zona conurbada Veracruz-Boca del Río fueron atacados y obligados a bajarlo, ya que se hicieron públicos sus nombres y sus rostros.
La noche del mismo martes, bolsas con restos humanos mutilados fueron arrojadas a las afueras del edificio donde se ubica el despacho jurídico de Jaime Téllez Marié, acompañados con cartulinas con amenazas hacia el secretario de Seguridad Pública.
El reto abierto del crimen organizado al Estado obligó al gobernador Yunes Linares a salir a decir de nueva cuenta que se aplicará todo el rigor de la ley, que la delincuencia no amedrentará a la autoridad y que los tres niveles de gobierno actuarán coordinados para “brindar seguridad a los veracruzanos”.
Estos anuncios han sido recurrentes prácticamente desde que inició la administración de Miguel Ángel Yunes Linares. No así los resultados, como lo demuestran las cifras y la violencia que azota todas las regiones de la entidad veracruzana.
Está por demás señalar que fue precisamente devolver la seguridad perdida en Veracruz una de las principales promesas de campaña del actual gobernador, quien además se presentó ante los ciudadanos como un experto en el tema.
El problema es que no sólo no se ha cumplido en absoluto dicha promesa, sino que la violencia que se extiende por Veracruz cada vez es más similar, como lo señalamos al principio, a la de los primeros años del duartismo.
Una regresión aterradora.
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