FRANCISCO RODRÍGUEZ
¿Cómo pasar por alto la corrupción y los subproductos de la ignorancia, la soberbia y la demencia furiosa que están destruyendo al país? Si los cagatintas, falangistas y lamesuelas del atormentado y represor régimen actual de México les allanan el camino, sobran los cabales que deben dar la cara.
No es posible admitir que México sea tratado como una república bananera, pasto digerible de cualquier atrevido que llegó al poder, votado por el treinta por ciento del total nacional de electores, presumiendo ser el dirigente más legitimado y el mejor presidente del planeta. Todos sabemos que no es así.
Noam Chomsky, politólogo y activista señalado como el más importante de los pensadores contemporáneos, ha recorrido el estado de quiebra de todas las dictaduras de América Latina. Es básico para comprender dónde estamos parados. Sus últimas aportaciones son sumamente reveladoras.
La inteligencia y la virtud han sido desalojadas de los palacios de gobierno y ministerios, dice. La mediocridad, el egoísmo, la mentira y el odio son los que mandan. Los grandes hombres y mujeres no son admitidos en el poder, porque su presencia ridiculizaría a las bandas de torpes que nos dominan, opina el profesor de muchas generaciones.
El mundo de los inútiles, infierno para los mejores; paraíso para…
El rechazo de la ciudadanía a los descerebrados es consecuencia directa de la dictadura de los mediocres, argumenta. Recuerda a Erasmo de Rotterdam: la mediocridad es la gran herejía de nuestro tiempo. El dominio que ejerce la mediocridad es letal y está destruyendo la libertad, los derechos individuales y los grandes valores.
El mundo que construyen los inútiles es un infierno para los mejores y un paraíso para imbéciles y miserables. Para éstos, lo importante no es gobernar, sino controlar el poder sin un objetivo favorable a la población. La fraternidad, la tolerancia, el buen gobierno y el reino de la verdad han sido rebasadas.
El mediocre de la política mexicana es sólo un audaz vulgar
El régimen de la Cuarta Decepción ha logrado que lo que pasa en México deba ser forzosamente observado en todos los sitios del mundo. Las plataformas digitales se encargan de que todo se sepa en segundos. Ya no es posible reservarse información, ni disfrazar en la prensa vendida la realidad que nos circunda.
El mediocre de la política mexicana es sólo un audaz vulgar. La gente no se imagina lo que hará al llegar al poder: capitula en favor del verdugo ancestral, transa con los patrones empresarios y financieros, baja la cortina, sella todos los secretos en espera de que los comprenderán como asuntos de seguridad nacional.
Son los defensores de la ignorancia supina, la más parecida a la de ellos. Por eso les molesta en extremo que alguien les eche a perder la fiesta. Ellos sólo necesitan aplaudidores. Cuando alguien prende entre la muchedumbre, le señalan y lo acusan de atentar contra el progreso, la doctrina y el pudor progresista establecido.
Se complicitan con los delincuentes, luego la prensa los bendice
Si para lograr su comodidad es necesario robar, traicionar, engañar o matar, los mediocres de la política mexicana nunca se detienen. Por eso se hacen cómplices de bandas de narcotraficantes, asesinos y todo tipo de delincuentes para lograr su propósito. Al fin y al cabo, creen que después entrarán en acción los medios y las encuestas compradas para bendecirlos.
Requieren ser obedecidos desbocadamente sobre los demás y ser aceptados lacayos por quienes ni conocen. Deben ser deslindados con urgencia los conflictos de poder que han bombardeado nuestra escala de valores, antes de que acaben con el territorio, el país, los ricos y los pobres. Todo forma parte del mismo problema.
¿Por qué aplaudimos y no entendemos que nos están matando?
La ambición del poder por el puro poder es una mala hierba. Sólo florece en el solar abandonado de una mente vacía. Los investidos con el más alto cargo de un sistema corrupto y mentiroso deben ser pasados por la báscula. Es un requisito de sobrevivencia.
Las prebendas del poder, el boato, la complicidad, el protocolo, la corrupción, la sumisión de los demás ante el culto a una personita, han desbordado las agarraderas de la voluntad de los mediocres y falsarios.
¿Qué clase de criaturas somos, pregunta Chomsky, cuando no podemos entender que nos están matando? ¿Cuándo no podemos protestar airadamente contra los que están destruyendo las bases de toda una civilización y una manera de ser? Hemos llegado al límite. Más allá no hay nada.
En México, ¿cómo podremos confiar en personajes reducidos al absurdo, entecados después de tantas lisonjas, incapaces de responder con patriotismo a las necesidades urgentes e importantes de la sociedad? ¿Demacrados y enjutos que su estado emocional y de salud revela a indigentes cerebrales?
Olga Sánchez Dávila y su maridito, millonarios del agua nacional
¿Que gracias a los errores de todos los días han perdido facultades orgánicas y mentales, y el pueblo les pisa los talones? Afirman todos que si la mitad de los efectivos armados que fueron a reprimir campesinos a Chihuahua, hubieran ido a detener a Ovidio Guzmán, otra historia se contaría.
Que no es casualidad que hubiera muerto la fiscal que llevaba el proceso contra Javier Duarte, y que se hubieran incinerado los archivos del caso de corrupción que involucraba la recepción de muchos millones de pesos a la causa del “caudillo”, depositados en gran parte para el florecimiento de los negocios de los juniors de Palacio Nacional.
Que no es casualidad que Olga Sánchez Dávila y su maridito sean los millonarios del agua que se succiona en detrimento de los productores para su exclusivo beneficio. Que al nuevo gasolinazo se le llama “cuota complementaria”. Que un extranjero impuesto en el Fondo de Cultura Económica, el infame Paco Ignacio Taibo II, quiera correr del país a los escritores.
AMLO ni siquiera puede elegir la talla correcta del traje que usa
Que un aspirante a dirigir Morena quiera bautizar a un exprimido estado, como Tabasco “de López Obrador”. Es el colmo de la adulación, el nivel más bajo al que puede caer un lamesuelas. ¡Hágame usted el refabrón cavor!
Que los asistentes al evento masivo de la Fórmula Uno hayan gritado en un coro multitudinario las mentadas al presidente. Que hayamos votado por alguien que tardó catorce años en terminar una licenciatura, que no puede expresarse correctamente y ni siquiera es capaz de elegir correctamente la talla del traje que usa.
¿Quién puede pasar por alto que quiera reducirse a nuestro país al nivel de una república bananera?
¿Usted qué cree?
Índice Flamígero: Tres nuevo “¡vivas!” incluyó AMLO en la ceremonia de El Grito la noche del 15 de septiembre: ¡Viva la grandeza cultural de México! ¡Viva el amor al prójimo! ¡Viva la esperanza en el porvenir! Sin comentarios.
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