* Del presidente constitucional de todos los mexicanos hacia abajo mienten en línea y en todo orden. El engaño es constante, conduce a la crispación. Así proceden porque resultan incapaces de cumplir y finiquitar un proyecto de nación ofertado en el TLC, ahora TMEC. Se muestran dubitativos ante el guiño de los chinos. Caro pagaremos el que nuestros gobernantes no sepan para dónde hacerse
Gregorio Ortega Molina
Imposible datar con precisión el momento en que el proyecto de nación surgido del constitucional de 1917 fue traicionado, pero siempre caigo en la tentación de fecharlo con la reforma a la Constitución que abrió la reelección al generalote Álvaro Obregón.
Si quieren abundar sobre el tema, acudan a la lectura del libro de Enrique Krause, Caudillos culturales en la Revolución Mexicana, donde narra acerca de la zozobra y las lágrimas de Vicente Lombardo Toledano, porque fue de los que promovieron y votaron a favor de echar abajo la no reelección. Si mal no recuerdo, argumenta que lo engañaron.
La lápida que canceló ese proyecto tiene dos hechos: la firma del TLC y la “ejecución” de Luis Donaldo Colosio. Desde entonces los políticos no dan pie con bola. Están atorados en el proyecto de integrar el bloque de América del Norte, y resultaron incapaces al exigir piso parejo para disminuir las asimetrías; para lograrlo -piensan ellos (lo mismo EPN que AMLO)- coquetean con los tigres asiáticos y concretamente con China, aunque tampoco se deciden por apostar a ese neoliberalismo más salvaje que el occidental.
Este año causará más estragos políticos y económicos que el 2020, porque el agarrón por el poder será de antología; para conservarlo o recuperarlo, según sea el caso, se valdrán de todo y de todos. Las muertes políticas se confundirán con las que se deben a la violencia ya natural que campea en la república, y los estragos económicos sólo se sumarán a los causados por la pandemia y el esfuerzo gubernamental por confrontar a los mexicanos. Los inversionistas buscarán los nichos de seguridad jurídica allá donde los encuentren.
Mientras tanto, en las mañaneras nos empujan a buscar alguna explicación como la ofertada por El País durante la última semana de diciembre: “El libro de Muñoz Rengel (Una historia de la mentira, Alianza Editorial) repasa la historia de la mentira: la política, la religiosa, la estética y la personal, incluido el autoengaño… para Muñoz Rengel la historia del hombre no es otra cosa que la historia de la ficción. Mentir, engañar, simular nos ha hecho posible perpetuarnos por encima de cualquier otra cosa. Poetizar, narrar, fabular, conjeturar, falsificar, son fases primordiales en el proceso de conocimiento. El error, la estrategia, la manipulación, la suposición, la especulación, la metáfora, la hipótesis, son otras de las muchas caras de nuestro modo de estar en el mundo, escribe en su libro.
Acá, del presidente constitucional de todos los mexicanos hacia abajo, mienten en línea y en todo orden. El engaño es constante, conduce a la crispación, y así proceden porque resultaron incapaces al cumplir y finiquitar un proyecto de nación ofertado en el TLC, ahora TMEC, y se muestran dubitativos ante el guiño de los chinos. Caro pagaremos el que nuestros gobernantes no sepan para dónde hacerse.
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¡Vaya, coincido con Andrés Manuel López Obrador, los organismos autónomos no son imprescindibles! Es una verdad de a kilo, como también lo es que la DEMOCRACIA sí es IMPRESCINDIBLE para la vida en armonía, en sociedad, esa sociabilidad y ese humanismo que tanto predica todas las mañanas, pero que con sus acciones y sus dichos sabotea. He decidido estudiar para saber cómo he de conjugar el verbo tartufo o tartufear.
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