* Pero, ¿por qué acuden a saquear? Porque los menos favorecidos nada tienen para perder, están en el ocio, se sienten agraviados. Quizá en este caso el hambre es lo de menos
Gregorio Ortega Molina
¿Qué se necesita para responder a la convocatoria electrónica y acudir a saquear? ¿Cuál es la disposición anímica de mujeres y hombres que se la rifan, con tal de lograr la adrenalina que obtienen por ese resarcimiento social? ¿Acuden a protestar y, además, a cargar a casa con lo que puedan?
Antes de la existencia y popularización de la telefonía celular y todos sus “gadgets”, los inconformes se comunicaban para convocar a reuniones de protesta, marchas e incluso intentar hacer la revolución. Establecían correos clandestinos, se servían de criptografías. Que hoy lo hagan a través de mensajes telefónicos o “wasapeen” los llamados a la “guerra social”, sólo difiere con las convocatorias de antaño en la velocidad.
Pero, ¿por qué acuden? Porque los menos favorecidos nada tienen para perder, están en el ocio, se sienten agraviados. Quizá en este caso el hambre es lo de menos; las imágenes conocidas de los saqueos previos al seis de enero muestran más enojo y deseo de cobrárselas que otras necesidades insatisfechas.
Los así despreciados por las autoridades que debieran protegerlos, salen a las calles a rifársela, a morir por nada. Repito, no es aventura, es cobrárselas a los que tanto los han humillado. Psiquiatras y sociólogos pueden aportar hipótesis. Casi con certeza todas responsabilizarán a los resultados de las políticas públicas de los últimos siete lustros.
Las policías de la zona conurbada del Estado de México reportaron 82 detenidos por robos y saqueos a tiendas. ¿Son pocos, muchos? ¿Importa el número? ¿Qué se llevaron?
Las autoridades de procuración de justicia también dieron cuenta a la sociedad del robo a una sucursal de Coppel y a un Sam’s en la Ciudad de México. No hubo detenidos por esos hechos.
¿Importa determinar qué se llevaron? ¿Así definirán el perfil delictivo del saqueo: hambre, resentimiento, venganza, activismo político, rechazo a las políticas del gobierno?
Sé de personas que después de llevarse lo que tuvieron capacidad de “robar”, ya no encuentran la manera de deshacerse de esos objetos, porque no los necesitan, porque no tienen gente cercana para regalarlo, porque ven muy cuesta arriba venderlos y, al final, se deciden por tirarlos, a menos de que sean alimentos o cosas de uso cotidiano y que puedan servirse de ellos sin llamar la atención. “Ellos no fueron a robar, llegaron allí a cobrárselas”, es el razonamiento de los que saben que no hicieron bien: alguien se las tiene que pagar.
Naturalmente hay raja política en el asunto, pero se debe a que el agravio es tan viejo y tan profundo, que ahora es fácil cultivar ese deseo de venganza.
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