* Lo que saben de los restos humanos quienes buscan a sus desaparecidos, lo aprendieron sobre la marcha, en esa afán de darse paz a ellos mismos, al certificar, de alguna manera, la muerte de los seres amados; al dejar atrás esa incertidumbre sembrada por la desaparición, que conduce al retorcimiento de las peores pesadillas: ¿qué estarán haciendo con ellas y ellos los que los tienen en su poder?
Gregorio Ortega Molina
¿En cuántos pedazos fácilmente identificables se pueden fragmentar los huesos de un ser humano? Parece que los sicarios han pasado del uso de la cal a la trituración.
Mi pregunta obedece a que en la búsqueda de sus seres queridos, un grupo que realiza esa tarea en el ejido Patrocinio, en Coahuila, se topó ya con 4, 600 fragmentos de huesos humanos. La información la consigna El País.
Supongo que estos familiares afanosos y en duelo, lo que saben de los restos humanos lo aprendieron sobre la marcha, en esa búsqueda de darse paz a ellos mismos, al certificar, de alguna manera, la muerte de los seres amados; al dejar atrás esa incertidumbre sembrada por la desaparición, que conduce al retorcimiento de las peores pesadillas: ¿qué estarán haciendo con ellas y ellos los que los tienen en su poder?
Luego, la siguiente pregunta lógica: ¿a cuántos cuerpos pertenecen esos huesos fragmentados? ¿Mujeres u hombres? ¿Edades? ¿Mataron niños? ¡Vaya usted a saber!
El País deja constancia: “La crueldad de Los Zetas vuelve a quedar al descubierto. En una zona semidesértica de Coahuila, en el noreste de México, un grupo de familiares que buscan a sus desaparecidos descubrieron un campo de exterminio. Patrocinio, una localidad de unos 300 habitantes ubicada en la región de la Laguna, podría albergar la fosa clandestina más grande del país.
“Los integrantes del grupo Vida encontraron el sitio en abril de 2015, como parte de las labores de búsqueda que hacen en toda la región para dar con los suyos. Silvia Ortiz, líder del grupo, cuenta que un campesino los llevó a la zona. En un terreno que abarca 56.000 metros cuadrados -según la Fiscalía- han encontrado huesos, retazos de ropa, zapatos y casquillos. Los peritos que trabajan con el movimiento han recogido 4.600 restos y fragmentos óseos que tendrán que ser analizados. <<Cada vez que visitamos el lugar encontramos más restos, apenas el sábado que fuimos recuperamos otros 130>>, dice la mujer que busca a su hija desaparecida desde 2004.
“Los habitantes de la zona han contado a los integrantes del grupo Vida que entre 2007 y 2012 hombres armados llegaban en sus camionetas y bajaban cuerpos de personas y les prendían fuego. Otros eran disueltos en inmensos recipientes. Los residentes del poblado llegaron a escuchar los gritos de las personas que eran ejecutadas ahí mismo y a lo lejos observaban la humareda donde eran calcinadas”. Hasta aquí parte del horror consignado por el diario español.
Nos queda claro que hay más preguntas que respuestas. ¿Por qué tanta impunidad como para que ese cementerio funcionase durante años? Pienso en los amigos cuyo hijo desapareció precisamente en Coahuila, y hasta temor me da preguntarles qué piensan de lo narrado. ¿Qué debemos pensar? ¿Hay complicidades? Vaya usted a saber, querido lector, es la pura barbarie.
* Doy vacaciones a los lectores. Regreso el 21 de noviembre, después de dedicarme a la reflexión durante un retiro espiritual ignaciano, cuyo principal atractivo es permanecer mudo.