* El cinismo con el que se conducen los responsables últimos de tan numerosas ejecuciones políticas e inhumaciones ilegales. Los Moreira brothers, que por su violencia y cachaza me recuerdan a los famosos hermanos Meléndez; Astudillo, Graco, Javier Duarte…
Gregorio Ortega Molina
Debemos evitar que tanta muerte violenta, las terroríficas fosas clandestinas, el desconocido número de desaparecidos, tanta impunidad y corrupción nos confundan. Lo que hoy sucede en México es eminentemente político, se empeñan en hacer una reingeniería social, sin origen ni destino, pues los gobernantes ni idea tienen de lo que construyen.
Lo que hoy ocurre dejaron de ser asesinatos, delitos del orden común, pues se convirtieron -durante el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa y así continúan- en ejecuciones, adquieren una connotación política, pues de otra manera cómo aceptar que para pretender ocultarlas recurran al expediente de las fosas clandestinas, que gracias a grupos de madres desesperadas en busca de sus hijos, la sociedad ve cómo se abren lo mismo en Veracruz que en Guerrero, Coahuila, Sinaloa, Morelos, Durango, Tamaulipas… y lo que falte por descubrir.
Aquí hay un punto nodal: el cinismo con el que se conducen los responsables últimos de tan numerosas ejecuciones políticas e inhumaciones ilegales. Los Moreira brothers, que por su violencia y cachaza me recuerdan a los famosos hermanos Meléndez; Astudillo, Graco, Javier Duarte…
Dichas ejecuciones incluyen las de periodistas, incómodos o cómplices a güevo, porque la modalidad consiste en que si no aceptas y te sometes, liquidan primero a tu familia y tú mueres al final… como para que lo pienses antes de continuar en la negación.
Leo las cínicas declaraciones de Graco Ramírez, o de Miguel Ángel Osorio Chong, que de inmediato me remiten a Una investigación filosófica, novela en la que Philip Kerr cita a Wittgenstein para que el lector medite, con detenimiento, en lo que ocurre hoy en México y en el mundo.
Escribe: “Evito utilizar palabras como crimen, asesinato y homicidio por razones obvias. Las palabras pueden significar cosas distintas. El lenguaje disfraza el pensamiento hasta el punto de que en ocasiones no es posible determinar la acción mental que lo ha inspirado. Así que me referiré a esos actos como ejecuciones. Es cierto que no cuentan con la sanción oficial de la ley según el esquema del contrato social, pero la palabra <<ejecución>> permite evitar cualquier matiz peyorativo respecto de lo que es, después de todo, la obra de mi vida”.
Insisto, los cadáveres encontrados en esas abundantes fosas clandestinas que trufan al país por todos lados, distan mucho de ser víctimas de un crimen o un asesinato despiadado, lo son de ejecuciones meditadas, por necesarias para un proyecto que es ajeno al país.
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