* Hoy, en política, en las disputas por el Ejecutivo, la historia equivale al justificante médico para evitar el descuento de esos días no trabajados, ya sea por auténtica enfermedad, o por una inevitable flojera, porque con todo lo que sucede en México, ¿quién quiere enterarse de esa verdad que nunca podrá ser sustentada, pues siempre están los otros datos, y aportados por los dueños del dinero, del poder, o los barones del narco? Debemos resignarnos, la verdadera historia está en la extorsión, el derecho de piso, las expropiaciones, las fosas clandestinas, los desaparecidos, las madres buscadoras y el envío de la SCJN a una tumba sin nombre
Gregorio Ortega Molina
La historia como concepto, propuesta, idea, puede ser todo: narración, desarrollo de la propaganda política en proceso, justificación, apuesta, negación, puerta de acuerdos y candado a las disputas.
El tiempo real, las noticias falsas, la narrativa política transformada en propaganda, justificación o denuncia; la velocidad de la manera en que hoy se cree conocer de los hechos tal cual sucedieron, la manera en que se les tergiversa y se esfuerzan por deformar lo que ya salió de las bocas del poder, hace de la historia un recurso político de última generación, donde el término movilizarse, dicho tal cual y por la titular del Ejecutivo mexicano, se convierte en convocatoria al levantamiento, pues ese fue el término usado en los mítines estudiantiles, se trataba de ir a la movilización, a sacudir las conciencias, a transformar el proyecto de nación en algo distinto al orinal, al que nació en 1917 con la Constitución.
Es entonces que descubrimos que la historia también es retroceso, encubrimiento, distorsión, engaño, deturpación, base de la gran mentira propalada para hacerse con el poder, pues sí, efectivamente han sido primero los pobres, para descender un peldaño más en su pobreza moral, ética, material, porque mientras no haya medicamentos, vacunas, transparencia del gasto público, justicia igual para todos. Mientras no se restablezca la paz social, se asegure el cumplimiento de las garantías constitucionales, se erradique, ya, la corrupción junto con la impunidad, la historia continuará tergiversada para beneficio del poder, y al nuevo presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación se le aplaudirá cualquier tontería, como rechazar el uso de la toga, y se le perdonará todo equívoco, como su relación con Rafael Sebastián Guillén Vicente. Todos comen sopa del mismo plato, les guste o no.
Hoy, en política, en las disputas por el Ejecutivo, la historia equivale al justificante médico para evitar el descuento de esos días no trabajados, ya sea por auténtica enfermedad, o por una inevitable flojera, pues con todo lo que sucede en México, ¿quién quiere enterarse de esa verdad que nunca podrá ser sustentada, pues siempre están los otros datos, y aportados por los dueños del dinero, del poder, o los barones del narco?
Debemos resignarnos, la verdadera historia está en la extorsión, el derecho de piso, las expropiaciones, las fosas clandestinas, los desaparecidos, las madres buscadoras y el envío de la SCJN a una tumba sin nombre.
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