* La ejecución no aclarada de Luis Donaldo Colosio en su XXV aniversario este 2019
Gregorio Ortega Molina
Los habitantes originarios de México no estuvieron equivocados al honrar la figura en piedra de la serpiente emplumada. Quetzalcóatl se muerde la cola porque está seguro de que el futuro vive en el pasado, sea el de ayer o el que corresponde al 23 de marzo de 1994.
Hace años insisto en señalar que los mexicanos no somos iguales a los de 1968. Ni siquiera parecidos a los del año de la ejecución de Luis Donaldo Colosio y la publicitación de los crípticos mensajes del sub Marcos. Somos otros, sí, pero también la globalización, el libre mercado, el islamismo, las migraciones, el terror ciego y solapado o el abierto, modificaron los usos y costumbres del mundo entero. Los mexicanos cambiamos para, en nuestra alteridad, continuar como fieles guardianes de nuestra identidad nacional.
¿Estaré obsesionado con estas percepciones íntimas? Durante la lectura de Este laberinto de cristal. Aproximaciones al poder, de Editorial Rayuela, descubro que mis inquietudes se comparten y transforman en memoria literaria y reflexión sobre nuestra historia reciente. ¿Estamos en el umbral de una época que se agota? ¿Seremos, durante este proceso de cambio, víctimas de la cuenta larga o beneficiarios de la cuenta corta, como lo expone Octavio Paz?
Fernando Solana Olivares, autor del ensayo o novela o pieza de teatro o texto de historia patria, es fiel a su tiempo; recupera para sus lectores lo que Carlos Salinas de Gortari considera necesario para la consolidación del neoliberalismo como doctrina política en sustitución de la ideología revolucionaria. La piedra de toque para llevar a la nación al Primer Mundo.
“Es una pregunta compleja -contestó el presidente-, como todas las que he escuchado hoy. Pero yo diría que el punto central de los cambios, el que sin duda es fundamental en este proceso que estamos realizando juntos es el de las mentalidades. Es decir, el cambio en la manera en que los mexicanos nos percibimos a nosotros mismos y percibimos nuestra relación con el resto del mundo”.
Es el inicio de una respuesta a pregunta de Solana Olivares en conferencia de prensa al concluir la visita a Holanda, en septiembre de 1993: “Señor presidente, usted encabeza una generación política que se ha hecho responsable de la transformación estructural de la sociedad mexicana. Sin embargo, ¿cuáles han sido sus dudas centrales en dicho proceso?
¿Dónde ubica usted las zonas más frágiles o no mensurables, las más riesgosas, las menos calculadas de este cambio?”
5 lustros después podemos estar seguros de que la realidad respondió a la pregunta, al menos en parte: irrupción del EZLN, ejecuciones de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu, e inicio de la desestructuración del neoliberalismo como proyecto mexicano de inserción a América del Norte, como exigencia para formar parte de la globalización.
Todavía no acaba de empezar.
Mañana, más sobre el cambio en México.
www.gregorioortega.blog
@OrtegaGregorio