* En una nación donde se conquista el poder con el argumento de que se desterrará la pobreza y los primeros en recuperar un mínimo de bienestar serán los pobres, todavía se muere por mil pesos y hasta por menos, pues hay sicarios que hacen su trabajo por una dosis
* ¿Puede repetirse alguna de las dos historias, o la doctora Sheinbaum Pardo deberá cumplir con el canon de la lealtad por encima del deber constitucional y con sus gobernados? Noriega se entregó, Ochoa fue convencido por alguien de asumir el máximo sacrificio, convertirse en caso juzgado
Gregorio Ortega Molina
Hay un desfasamiento en la narrativa de la épica gubernamental de la 4T, que coloca a la doctora Sheinbaum Pardo en posición equívoca, pero sobre todo ubica a la sociedad en un serio dilema de confianza: ¿creer o no en la voz presidencial?
Declaran con voz engolada y la cabeza en el Olimpo del poder, que el porcentaje de población en situación de pobreza se redujo de 41.9 a 29.6 por ciento; es decir, más de 13.4 millones de personas salieron de la pobreza entre 2019 y 2024, cuando unos días antes nos enteramos del asesinato de Fernandito, de la tragedia de Noemí, su madre, y de la enfermedad de su abuela. Todo por una deuda de un mil pesos.
¿Qué nos indica el suceso? Limitarlo a un hecho delictivo es destinar al casillero de los “otros datos” lo que sucede en México, que se manifiesta en el resultado de las políticas públicas de los últimos siete años. La abuela de Fernandito estaba postrada como resultado de una enfermedad reciente, así es que no pudo asistir a su hija Noemí en la defensa de su nieto para que no lo sustrajeran del domicilio.
Ante la desaparición del Seguro Popular y la anulación del sector salud, el inexistente reparto de ciertos medicamentos -notoriamente para los pacientes de cáncer y otras enfermedades graves- y el incremento del gasto de las familias en su atención médica, hay un buen número de mexicanos que no tienen ni para pagar una deuda de un mil pesos, lo que desencadena la violencia de los acreedores.
Hay quienes actúan con pundonor, sin necesidad de esperar a la barredora, y tal como lo consigna Micaela Varela en El País del 11 de agosto último: “Ante la avalancha de cuestionamientos, el director del DIF del municipio de la Paz, Mario Cristalinas, ha renunciado a su puesto y lo ha comunicado en sus redes sociales. <<Ha sido un honor y una gran responsabilidad trabajar por el bienestar de nuestras familias, siempre con el corazón por delante>>, ha escrito junto a una foto con la presidenta municipal, Martha Guerrero”.
En una nación donde se conquista el poder con el argumento de que se desterrará la pobreza y los primeros en recuperar un mínimo de bienestar serán los pobres, todavía se muere por mil pesos y hasta por menos, pues hay sicarios que hacen su trabajo por una dosis.
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Generales Arnaldo Ochoa y Manuel Antonio Noriega, antecedente de AMLO y su séquito
El año de 1989 fue trágico para la relación de los barones de la droga con el poder político. En Cuba deciden fusilar al general revolucionario y amigo de Fidel Castro, Arnaldo Ochoa, antes que abrir las puertas a una reedición de Bahía de Cochinos.
Imposible saber entre quiénes y cómo se decidió esa ejecución política, porque eso fue. Ochoa supo de la necesidad de su sacrificio para que la isla y la revolución continuaran con su vida.
Cinco meses después, tropas de Estados Unidos invaden Panamá, detienen a su presidente; “el antiguo informante de la Agencia Central de Inteligencia EE.UU. (CIA) pasó los siguientes 17 años de su vida en una cárcel federal de Miami, condenado por tráfico de drogas, lavado de dinero y vínculos con el crimen organizado y lo extraditan a Francia en 2010, donde fue declarado culpable y sentenciado a siete años de prisión por lavado de dinero. En 2011, Francia lo extraditó a Panamá, donde fue encarcelado por crímenes cometidos durante su gobierno, por los que había sido juzgado y condenado en ausencia en la década de 1990”.
¿Puede repetirse alguna de las dos historias, o la doctora Sheinbaum Pardo deberá cumplir con el canon de la lealtad por encima del deber constitucional y con sus gobernados? Noriega se entregó, Ochoa fue convencido por alguien de asumir el máximo sacrificio, convertirse en caso juzgado. Aquí nada sucede.
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@OrtegaGregorio