* La diferencia en el modo de despedirse de la vida significa más, mucho más que la vida vivida. Haberla vivido en la opulencia de ninguna manera garantiza morir en santa paz. Disfrutar el boato del poder político y/o económico tampoco asegura que los deudos recordarán a sus muertos con una sonrisa en los labios. ¿Cuántas veces los despiden con odio?
Gregorio Ortega Molina
Occidente, en su cultura y civilización, está determinado por normas bíblicas en lo moral, lo ético y en todo lo referente a la fe. Las diferencias entre las religiones no son de matices, algunas son verdaderas zanjas, pero tampoco remiten a deidades contrapuestas. Más bien es asunto administrativo.
Miente quien sostenga que fallecer es un trámite que a todos nos iguala. Hay de modos a modos y de lugares a lugares. Definitivamente no es lo mismo quedar en el arroyo que exhalar el último suspiro de la mano de un ser querido y en casa.
Roberto Saviano, en Gomorra, nos remite a las palabras de uno de sus sujetos de estudio, adolescente, casi niño: “Ruega porque te disparen en la cabeza porque mueres instantáneamente. Si el tiro es en el vientre sufres y tardas en morir”.
El concepto, la idea de la muerte nos llega con la expulsión del Paraíso, y el primer asesinado es Abel. Después todo es sufrir y suplicar. Supongo, porque lo he atestiguado, que a lo que realmente tememos los humanos es al dolor físico provocado por diversas enfermedades, o por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. Una bala, un atropello, un robo o una ejecución.
Sin embargo, considero verdaderamente ignominioso que seres humanos fallezcan de hambre o enfermedades curables. ¿A la cuenta de quien han de cargarse esos decesos?
No dejó de sorprenderme la reacción del Pontífice Juan Pablo por la manera en que Juan Luc Godard decidió hacer mutis. Solicitar con fe ciega y absoluta confianza que Dios tome en sus manos nuestras vidas para acabar el sufrimiento, ¿no es una especie de eutanasia o suicidio asistido? Varios amigos a los que la dosis de morfina terminó por hacerles lo que el viento a Juárez, decidieron acabar con el prolongado dolor. ¿Puede el sufrimiento físico convertirse en uno moral, y llevar al enfermo a abjurar de su fe, hasta entonces incólume?
La diferencia en el modo de despedirse de la vida significa más, mucho más que la vida vivida. Haberla vivido en la opulencia de ninguna manera garantiza morir en santa paz. Disfrutar el boato del poder político y/o económico tampoco asegura que los deudos recordarán a sus muertos con una sonrisa en los labios. ¿Cuántas veces los despiden con odio?
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