* ¿Hay camino de regreso? Si la 4T confía en que sí, el PRI no puede considerar esa opción, porque es el gran traidor del proyecto de la Revolución. Para reconstituirse, lo primero que ha de hacer es elegir otro nombre, su propia regeneración nacional, la cuarta: del PNR al PRM al PRI y a lo que venga
Gregorio Ortega Molina
La actividad política del PRI durante los últimos 37 años fue suicida. Sus dirigentes y militantes aceptaron sumisos preterir el proyecto de la Revolución por el neoliberalismo, y conservaron las siglas; les mutilaron y modificaron la plataforma ideológica y el programa de acción, pero decidieron conservar el nombre; les impusieron -para simular democracia y posponer una auténtica transición política y la reforma del Estado- la alternancia, a cambio se despacharon a cucharones con la corrupción y garantizaron la norma no escrita de la impunidad.
El PRI como concepto ideológico y proyecto político dejó de existir en cuanto los dueños del balón y los propietarios del billete acordaron el corrimiento en los factores de poder; así contribuyeron a desmantelar, paulatinamente pero sin marcha atrás, los sectores del partido, para serrucharle el piso a su cúpula. Los líderes obreros priistas son nonagenarios, los campesinos recuerdan con mayor fervor solidaridad y se apegan más a Prospera, que a cualquier línea que provenga del CEN; las organizaciones populares son una entelequia.
El PRI conceptuó, impulsó y favoreció muchos de los cambios políticos de los que hoy disfrutamos, pero internamente decidió permanecer igual, en la creencia de que así conservaría el poder.
Ya aprendieron que por ahí nomás no.
Ahora tienen que aceptar que el PRI como partido, como institución política, como promotor de la democracia y defensor de los derechos de las mayorías no existe, porque su estructura permanece en el organigrama, pero desapareció del ánimo popular y de la praxis política. Temió hacer lo realizado por el creador de Morena, para modernizarse, cambiar e impulsar la reforma del Estado, que AMLO cree no necesitar como el agua.
Sin la vilipendiada sociedad civil, las ONG’S y las redes sociales, la organización electoral y territorial de Morena no se hubiera logrado. No pueden dormirse en los laureles de la victoria de julio último, como el PRI se adormeció en los controles metaconstitucionales que ejerció sobre los mexicanos.
Pero hay preguntas sin respuestas, porque en lo personal y derivada de las conversaciones con connotados priistas, persiste la sensación de que la tarea consistió en destruir al partido, disminuirlo, vejarlo, porque de no hacerlo el neoliberalismo hubiera encontrado múltiples obstáculos, y la venta de los activos del Estado su hubiera reducido a lo mínimo, ni qué decir de las reformas estructurales.
¿Hay camino de regreso? Si la 4T confía en que sí, el PRI no puede considerar esa opción, porque es el gran traidor del proyecto de la Revolución. Para reconstituirse, lo primero que ha de hacer es elegir otro nombre, su propia regeneración nacional, la cuarta: del PNR al PRM al PRI y a lo que venga.
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@OrtegaGregorio