- Es cierto, AMLO tiene un alto nivel de aprobación entre sus electores, pero parafraseando al diferendo entre El Vaticano y el gobierno nacional socialista: ¿cuántas divisiones tiene el Papa?
Gregorio Ortega Molina
Les bastaron siete semanas de gobierno, para dejar claramente asentado que no habrá transición ni reforma del Estado, y mucho menos la conceptuación y diseño de una IV República.
El proyecto de AMLO y su gabinete y su Congreso, es la restauración del modelo presidencial tal y como lo ejercieron los presidentes que tanto admira y toma como modelo: de la ingenuidad de Francisco Madero a las facultades metaconstitucionales impulsadas por Plutarco Elías Calles y perfeccionadas por Lázaro Cárdenas del Río.
Es momento de preguntarnos si la globalización en que está inmerso el país da espacio para intentar el regreso, o hemos de atenernos a lo avisado por Juan José Saer en El concepto de ficción: “Lo que llamaríamos nuestra crisis actual sería, de este modo, la estimación genérica de una serie de contradicciones… La intervención del ejército en la vida política es un ejemplo patente de servidumbre tecnocrática. A pesar de su fraseología patriótica (y democrática), el ejército se abroga el derecho al poder en tanto que plantel técnico, taller de gobierno, orden y represión. El ejército se prepara durante años para la coyuntura decisiva que es el debilitamiento del poder civil burgués (fifí) a causa del ascenso de las clases populares y reemplaza al poder civil no por poseer una ideología superior, sino los medios y el saber técnicos capaces de mantener en su sitio a un gobierno (modelo político) que ya no representa ningún consenso social”.
Se esforzaron por darle solución a través de la partidocracia y del corrimiento de los factores de poder, e hicieron de los barones del dinero miembros del directorio donde se toman las trascendentes decisiones políticas, y en este recambio debieron compartir amplios espacios de la república con la delincuencia organizada. No se trata de un Estado fallido, sí de uno disminuido.
La Guardia Nacional, con mando ambiguo-ambivalente y compartido, es una entelequia que en nada contribuirá a preservar el orden y el regreso de la presidencia imperial, y sí abonará en las pretensiones políticas de los altos mandos de las fuerzas armadas.
Es cierto, AMLO tiene un alto nivel de aprobación entre sus electores, pero parafraseando al diferendo entre El Vaticano y el gobierno nacional socialista: ¿cuántas divisiones tiene el Papa? Los barones del dinero, en el contexto globalizador, reúnen más recursos económicos de los que pueda proveerse el Estado; la delincuencia organizada posee mejor armamento que el de los guardianes del orden.
Lo que se requiere, entonces, es la reforma del Estado, caminar al presidencialismo parlamentario, para reorganizar al país y fortalecerlo.
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