* El trabajo diplomático, la historia de “buena vecindad” de ambas naciones carece de importancia, porque lo que cuenta es la realidad que desde allá imponen, pero sobre todo el hecho de que abrieron, otra vez, la puerta a ese nefasto racismo que en Alemania se manifestó en la industrialización del cuerpo humano, y en Estados Unidos con el genocidio de la raza roja
Gregorio Ortega Molina
A estas alturas el presidente constitucional de México, EPN, y su gabinete, debieron acusar recibo de que el gobierno de Estados Unidos tiene una meta política y un distintivo: ejemplificar con el racismo que, por el momento, sólo es una incitación verbal al genocidio, y siempre usar un doble lenguaje.
El eje central de la política interna y externa de Donald J. Trump tiene una consecuencia que trasciende las deportaciones, el muro y la economía, porque, mal que bien, aquellos que son sacados a patadas de EEUU conservarán la vida, aunque en algunos casos sus familias queden divididas. Imposible saber por cuánto tiempo.
Lo peor es para los que se quedan, legales e ilegales. Lo que sucede ahora es que se abre un paréntesis en las políticas de derechos civiles, porque el presidente Trump actúa -e incita a seguirlo- como deseó que lo hubiesen hecho sus antecesores, porque él mismo es un producto “social de resentimiento racial”, que únicamente enarbola los más oscuros anhelos de los votantes que lo llevaron al poder: la hegemonía de los blancos a cualquier precio, aunque implique que en los ámbitos de poder campee la ideología y el comportamiento de la “basura blanca”.
¿De qué sirvió la visita de John Kelly y Rex Tillerson, cuyo lenguaje y comportamiento nada tuvieron que ver con las decisiones que se tomaban en la Casa Blanca?
Veamos: “El Departamento de Seguridad Interior estima que el muro fronterizo entre Estados Unidos y México debería estar terminado dentro de dos años. Trump dijo que los planes van “muy, muy por delante de lo programado.
“El gobierno de Estados Unidos pretende que a mediados de abril se comience a adjudicar contratos a empresas para la construcción del muro en la frontera con México, propuesto por el presidente Donald Trump; también defendió su política de deportación de indocumentados y prometió iniciar la construcción del muro <<mucho antes de lo previsto>>.
“La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza informó a los contratistas federales que el 6 de marzo o en los días cercanos se publicará una solicitud de ofertas. Tendrán que presentar para el 10 de marzo “documentos conceptuales” para el diseño y la construcción de prototipos”.
Se puede constatar, entonces, que el trabajo diplomático, la historia de “buena vecindad” de ambas naciones carece de importancia, porque lo que cuenta es la realidad que desde allá imponen, pero sobre todo el hecho de que abrieron, otra vez, la puerta a ese nefasto racismo que en Alemania se manifestó en la industrialización del cuerpo humano, y en Estados Unidos con el genocidio de la raza roja.
Los que salen, se salvarán, los que en esa nación permanezcan, lo hacen a riesgo de su vida. Sin saber cuándo acabará esta pesadilla.
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