* Es urgente determinar por qué fue necesario silenciarlos, lo que es más importante que tener claro quién o quiénes ordenaron la doble ejecución, con la peculiaridad de que Ximena recibió el doble de disparos que José Muñoz, quien -quizá- debió morir para no dejar testigos. Ella, la secretaria, la depositaria de los secretos como indica el título del cargo, era quien debía cerrar la boca. ¿Origen es destino? De la que se salvó “Juanito”
* En la innecesaria discusión de las supuestas consecuencias políticas y las lesiones sociales y culturales al ser de la mujer, olvidan lo esencial, que reside en la palabra pudor. Asistimos, entonces, a una charlatanería barata. Ella, la mujer, la presidenta, aceptó ser despojada de su esencia de SER para quedar transformada en imagen, objeto del control político que sobre ella ejercen
Gregorio Ortega Molina
Sólo para no perder de vista los hechos: “Andrés Manuel López Obrador intervino dando todo su apoyo a Rafael Acosta Ángeles, quien militaba en el Partido del Trabajo (PT), con la firme promesa de que, al ganar las elecciones de Iztapalapa, le cedería el cargo a Clara Brugada. Incluso realizaron una especie de ceremonia frente a la población para cerrar el pacto.
“Además de militar en el PT, “Juanito” se había dedicado al comercio informal, pero en cuestión de semanas logró ganar la representatividad de Iztapalapa y nombró a Clara Brugada como directora Jurídica y de Gobierno”; después lo bajaron del caballo y le dieron la silla a la seño Brugada, más apócrifa que su patrocinador. Por eso le irá como le irá a la Ciudad de México.
¿Cuántos enjuagues electorales similares al de Clara Brugada y “Juanito” patrocinó el señor López, en bien del movimiento? Imposible saberlo, lo que es seguro es que ese método echa una sombra sobre la manera en que hizo candidata presidencial a la doctora Sheinbaum Pardo, aunque por el momento resulte cuesta arriba constatar tal suposición.
Resulta imposible no hacer análisis sobre las causas del asesinato -la mañana del último 20 de mayo- de Ximena Guzmán y José Muñoz, que se reunieron en Calzada de Tlalpan. En las indagaciones se determinó que un “hombre vestido como trabajador de obra se acercó y abrió fuego, disparando un total de 12 balas de una pistola calibre 9 milímetros. Ella recibió ocho disparos y Muñoz cuatro, ambos falleciendo en el lugar. El agresor huyó en una motocicleta, que fue conducida por un cómplice”.
Necesitaron asegurar la boca cerrada de Muñoz, porque algo no debía saberse, o quizá porque era urgente enviar un aviso a la gobernadora de esta urbe, para hacerla sentir que no está en Iztapalapa y ya no hay más “Juanito” que le allane la ruta electoral para hacerse con el poder.
Es urgente determinar por qué fue necesario silenciarlos, lo que es más importante que tener claro quién o quiénes ordenaron la doble ejecución, con la peculiaridad de que Ximena recibió el doble de disparos que José Muñoz, quien -quizá- debió morir para no dejar testigos. Ella, la secretaria, la depositaria de los secretos como indica el título del cargo, era quien debía cerrar la boca.
¿Origen es destino? De la que se salvó “Juanito”.
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Tocamientos a Sheinbaum Pardo, ejecución ordenada por el verdadero poder en Uruapan, imponer a una sucesora, todo por un incierto control político sustentado en la simulación.
Se empeñan en convertirnos en tontos útiles, en máquinas electorales para conservar su presencia bajo el halo de la banda presidencial, en ignorantes funcionales e indolentes ciudadanos, capaces de olvidar palabras necesarias y su significado.
El empoderamiento femenino no puede desprenderse de la femineidad, el aroma de la mujer dista mucho de confundirse con el masculino, y las actitudes ante la vida en ocasiones se complementan, pero en otras se oponen de manera determinante. Un hecho es cierto y puede confirmarse. Entre parejas educadas, cultas, civilizadas, la que determina el presente es la voz de la mujer. No se trata de poder, sino de conocimiento del carácter y comportamiento de unos y otras.
En la innecesaria discusión de las supuestas consecuencias políticas y las lesiones sociales y culturales al ser de la mujer, olvidan lo esencial, que reside en la palabra pudor.
Escriben los que saben del lenguaje y su significado: “El pudor en la mujer se refiere a un sentimiento de vergüenza, recato o modestia relacionado con la sexualidad y la intimidad, que impulsa a ocultar el cuerpo o a mantener ciertos aspectos de la vida en privado. Es una virtud que ayuda a proteger la intimidad, a valorar la propia persona y a dar un misterio a las relaciones personales, preservando el respeto a la dignidad y evitando que una persona sea vista solo como un objeto de placer”.
Lo anterior favorece la suposición de que después de haber aceptado que la despojaran del SER para transformarla en objeto de control político, la presidenta de la República también fue convencida de usar un chaleco blindado para, pudorosamente, protegerse como mujer, cuidar de esa intimidad que no se pierde con el empoderamiento, sino que se fortalece.
Asistimos, entonces, a una charlatanería barata. Ella, la mujer, la presidenta, aceptó ser despojada de su esencia de SER para quedar transformada en imagen, objeto del control político que sobre ella ejercen.
@OrtegaGregorio




