* Se supone que vivimos amparados por una legalidad constitucional, que un Poder Judicial de la Federación garantiza el cumplimiento del mandato que acatan él mismo y los otros dos poderes, pero las consecuencias de la manera de gobernar durante los últimos 24 años demuestran lo contrario
Gregorio Ortega Molina
Dejemos de darle vueltas, la regeneración nacional, la piedra angular para darle solidez a la IV República tan ofertada, es la administración de justicia, de ninguna manera pueden vivir los mexicanos con estos niveles de impunidad; tampoco puede hablarse de paz y reconciliación entre todos los habitantes de México, si la corrupción de hoy y de ayer permanece y continúa en el futuro inmediato.
Una caída de ojos de Martha Sahagún destruyó la popularidad de Vicente Fox y enterró los sueños de transición; desconozco las razones reales por las cuales Felipe Calderón creyó que el futuro abría sus puertas con la guerra que hoy nos encierra en el pasado, y EPN supo mejor que nadie que su ruta, su camino, el regreso del PRI para hundirse sin remisión, radicó en la corrupción y la impunidad.
Pero, de cuál justicia hablamos. Se supone que vivimos amparados por una legalidad constitucional, que un Poder Judicial de la Federación garantiza el cumplimiento del mandato que acatan él mismo y los otros dos poderes, pero las consecuencias de la manera de gobernar durante los últimos 24 años demuestran lo contrario.
Doy vueltas al tema, lo considero, y en esas estoy cuando me encuentro el texto de Leonardo Boff publicado en El País del 28 de septiembre último, de donde copio lo siguiente: “Por último, es importante rescatar la ética de la justicia para todos. La justicia es el derecho mínimo que tributamos al otro de que pueda continuar existiendo y recibiendo lo que le toca como persona.
Las instituciones especialmente deben ser justas y equitativas para evitar los privilegios y exclusiones sociales que tantas víctimas producen, particularmente en nuestro país, uno de los más desiguales, es decir, más injustos del mundo (podría haberse referido a México y muchas otras naciones).
De ahí se explica el odio y las discriminaciones que desgarran a la sociedad, venidos no del pueblo sino de las élites adineradas, que siempre viven del privilegio y no aceptan que los pobres puedan subir un peldaño en la escala social. Actualmente vivimos bajo un régimen de excepción, en el que tanto la Constitución como las leyes son pisoteadas mediante el Lawfare (la interpretación distorsionada de la ley que el juez practica para perjudicar al acusado)”.
Pronto veremos el modo en que el nuevo gobierno enfrenta el problema y resuelve el asunto de la Comisión de la Verdad. La justicia, o no, llama a la puerta.
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